Trabajo

La empatía, otra competencia que se requiere en los líderes

La empatía, otra competencia que se requiere en los líderes
La empatía, otra competencia que se requiere en los lídereslarazon

Está demostrado que el cerebro responde mejor a los jefes que consiguen entendernos.

La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define la empatía como «la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos». En el mercado laboral es una cualidad imprescindible para cualquiera que se precie de ser un buen líder. «Es un talento para influir en los demás y no es posible hacerlo sin la capacidad de ponernos en el lugar de otro», sostiene Juan Carlos Cubeiro, CEO de Right Management. Daniel Goleman, autor de la obra «El cerebro y la inteligencia emocional» explica que los ejecutivos empáticos son «los que encuentran puntos en común con los demás, cuyas opiniones tienen más peso, y con los que todos quieren trabajar. Son líderes naturales, con independencia de su nivel en la sociedad o en una organización». Goleman reconoce tres tipos de empatía: La cognitiva, definida como la capacidad de entender la perspectiva de la otra persona, una habilidad esencial para lograr el rendimiento de los subordinados; la emocional o la capacidad de sentir lo que la otra persona siente; y el interés empático: la capacidad de entender lo que otra persona necesita de ti. Las investigaciones demuestran que «nuestro cerebro responde más positivamente a los jefes que nos han mostrado empatía», sostiene Emma Seppala, directora científica del Centro para la Investigación y Educación en la Compasión y Altruismo de la Universidad de Stanford.

Los más buscados

Contar con líderes empáticos puede garantizar el éxito de la compañía porque los empleados se vuelven más fieles a ella. «Los líderes empáticos son inspiradores, gozan de inteligencia emocional, lo que significa que son capaces de entender las emociones de los demás, de ponerse en su lugar y predecir el efecto que causarán sus decisiones no solo en los empleados, sino en los clientes o proveedores, en definitiva en sus grupos de interés, incluso en sus competidores», explica Mariana Spata, «National Business Manager» de Hays España.

Otros estudios demuestran que los sentimientos de afecto y las relaciones positivas en el trabajo influyen más en la lealtad de un empleado que la cuantía de su nómina. En particular un estudio realizado por Jonathan Haidt, de la Universidad de Nueva York, muestra que cuanto más admira y respeta un empleado a sus líderes, y cuanto más conmovido se siente por su compasión y amabilidad más leal es. «Así que, si eres más indulgente con tu empleado, no solo potenciarás su lealtad, además conseguirás que aquel que observe tu conducta te admire más y te preste mayor colaboración», explica este autor en la serie «Inteligencia Emocional», de Harvard Business Review y editado en español por Reverté Management.

¿El líder empático nace o se hace? Según Juan Carlos Cubeiro, «la empatía no es innata. Como todas las competencias se cultiva a partir de la semilla de la voluntad (de querer). Su particularidad es que se trata de la cualidad más difícil de desarrollar. Una personas tiene más o menos empatía por su desarrollo en los tres primeros años de vida. Un 10% de la población son psicópatas, personas sin empatía. Son promocionables en la empresa porque son capaces de tomar decisiones dolorosas (como despidos) impertérritamente». «La empatía es una habilidad pero también es algo en lo que se puede trabajar. Hay gente que no ha nacido con esa predisposición absoluta pero la puede llegar a desarrollar con ayuda», añade Spata.

Interpretar cuidadosamente a las personas nos ayudará también a entender los principales conflictos del grupo. Marta Romo, socio directora de Be-Up, cree que en la cultura de las organizaciones todavía no se ha integrado la necesidad de entrenar la empatía de los líderes. «Se invierte más en desarrollar la comunicación y el “feedback” en los líderes, pero el paso previo es la empatía y se olvida. Si los líderes fueran más empáticos, se comunicarían mucho mejor. Es muy útil y rentable para las organizaciones, pues si entiendo a mis equipos, puedo acercarme a ellos y liderarles respetando la diversidad». Romo cree que la empatía sí se puede desarrollar. «Es fundamental entrenar a los niños desde pequeños para que entiendan las situaciones de otras personas, de los animales, del mundo. De adulto es más difícil, pero es posible. Requiere de entrenamiento y paciencia».

Annie Mckee, investigadora de la Universidad de Pennsylvania concluye que la «empatía nos permite interpretar qué está ocurriendo, y la gestión de nuestras propias emociones nos ayuda a crear en el grupo un estado de ánimo que fomente realizar el trabajo, además de la felicidad».