Cargando...

Agricultura

Medio siglo que cambió el campo español

De los «negociables del servicio» y los precios mínimos a la desaparición del Comercio de Estado. Los precios en origen de huevos, pollos, vacuno de carne, corderos y cerdos ibéricos están en niveles históricos

Campo de cultivo en Quijorna Jesús G. FeriaLa Razón

El medio siglo transcurrido desde la muerte de Franco y la proclamación de Juan Carlos I como rey, en la última decena de noviembre de 1975, hasta ahora, ha supuesto un vuelco total en el campo español. El primer hecho importante tuvo lugar cuando no habían pasado diez años de aquellos acontecimientos históricos y ya se habían cerrado las negociaciones para la entrada de España en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), en la que ingresamos el 1 de enero de 1986. Aquella fue una década vertiginosa en todos los ámbitos de la vida española, tanto en lo político como en lo económico, social y cultural. Ese año comenzó también en nuestro país la aplicación de la Política Agraria Común, la famosa PAC, que desde entonces ha sido reformada en profundidad en varias ocasiones. Por ambas razones, la entrada en la CEE y los sucesivos cambios en la PAC, el campo español ha tenido que hacer frente en los últimos cincuenta años a una serie de cambios de las reglas del juego que debían y deben respetar los agricultores y ganaderos.

En 1975 eran famosos «los negociables del servicio». El «servicio» fue primero el Servicio Nacional del Trigo, más tarde se convirtió en el Servicio Nacional de Cereales y terminó llamándose el Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA), predecesor de lo que hoy es el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA). Si hubiese que buscar una imagen icónica de aquella época, que todavía se puede ver en distintos puntos de la geografía española, esta sería la de los silos amarillos, a los que los agricultores cerealistas acudían con sus tractores y remolques para llevar sus cosechas de grano por las que recibían un documento llamado «negociable», que se convertía en dinero en efectivo al instante en cualquier entidad. Se trataba de una economía agraria muy intervenida en todos los sentidos.

En la segunda mitad de esa década y con la llegada de la democracia y hasta la entrada en la CEE eran famosas las negociaciones que tenían lugar en el FORPPA (Fondo de Ordenación y Regulación de los Precios y Productos Agrarios) para fijar los precios mínimos de las mercancías agrarias. En paralelo estas últimas estaban sometidas al régimen de Comercio de Estado, lo que significaba que se necesitaban autorizaciones tanto para las exportaciones como para las importaciones en la mayor parte de los productos. Otro tanto sucedía con los medios de producción que se utilizaban en el campo, desde los tractores y resto de la maquinaría y los fertilizantes a los piensos. En aquellos años de finales del franquismo y hasta la incorporación de la UE eran habituales las peleas y los enfrentamientos entre los Ministerios de Agricultura y de Comercio, que llegaron a provocar importantes crisis políticas, que Franco zanjó enviando al «motorista» con los ceses correspondientes.

La entrada en la CEE supuso la liberalización de los intercambios y la desaparición de ese régimen de Comercio de Estado y las negociaciones sobre los precios de los productos agrarios pasaron de Madrid a Bruselas. Duraron hasta 1992, cuando se puso en marcha (previo paso por el régimen de estabilizadores agropresupuestarios) la primera gran reforma en profundidad de la PAC desde su creación, creándose el sistema de ayudas directas que con diferentes modificaciones sigue vigente. El apoyo que ha llegado desde Bruselas ha tenido sus luces y sus sombras, dependiendo de los sectores. Pero cabe destacar lo sucedido con una producción emblemática para España, como es el olivar. Aunque no lo parezca, en la primera mitad de la década de los setenta se puso en marcha un plan de arranque de olivos.

Desde la entrada de España en la entonces CEE, debido a los precios, a las ayudas, al aumento del consumo al nivel mundial y a la aplicación de las nuevas tecnologías, la superficie dedicada al olivar ha aumentado de forma significativa. Las cifras de producción lo reflejan: a mediados de los 70, alcanzar las 400.000 toneladas era considerado un éxito; hoy se considera que 1,4 millones es una producción normal y se ha llegado en alguna campaña puntual a 1,8 millones. La llegada del olivar intensivo y superintensivo está provocando problemas para el tradicional y de bajo rendimiento.

Finalmente, y sin ánimo de ser exhaustivo en el análisis, ni mucho menos, los cincuenta años de la muerte de Franco y llegada de Juan Carlos I coinciden con un momento de precios en origen históricos de productos básicos en la cesta como los huevos, los pollos, vacuno de carne, corderos, y el porcino ibérico.