Marta Robles

Pedro Clavería: «En las redes hay mucha envidia y gente que puede hacerte daño»

Pedro Clavería
Pedro Claveríalarazon

Tengo una foto de Pedro Clavería delante de mí mientras charlamos a través del teléfono. Me ha sido imposible acercarme hasta su oficina y me disgusta no poder mirar a los ojos a mis entrevistados. Máxime cuando no los conozco. Y con Pedro no he coincidido nunca, aunque llevo tiempo oyendo hablar de él y viendo su nombre en las redes. No en vano, este joven de casi 28 años con cara de niño y voz de adolescente se convirtió en el «influencer» número uno en Twitter en España en 2013, gracias a un algoritmo que desarrolló él mismo con Excel y que le llevó a conseguir cien mil seguidores sobre los que logró, además, tener una gran influencia. ¿Cómo lo hizo? «Es una historia muy divertida. Todo empezó porque gané dos viajes en internet a República Dominicana y como la gente que organizaba este viaje (Heinneken) me cerraba las entrevistas con los medios, me propuso trabajar de «Community Manager» para su marca. Yo, por entonces, aunque ya estaba en quinto de carrera –estudió Administración y Dirección de Empresas–, ni sabía qué era eso, pero acepté quedarme como becario. Luego gané otro concurso (Coca-Cola) que me llevó a San Francisco, donde pasé una semana asistiendo a charlas de gente de Google y de Facebook y conocí a Mark Zuckerberg. Al poco me contrataron en Tuenti. Más tarde gané otro concurso, me fui a dar la vuelta al mundo, fui nombrado la persona más influyente de España en redes sociales y, gracias a ese título, me contrataron en mi empresa Rocket Internet, que es la mayor incubadora de ‘‘start-ups’’ del mundo, fuera de EE UU y China».

Pedro lo cuenta así. Del tirón. Y encima añade que, además, ha fundado la empresa Cuponation –un agregador de códigos de descuento de cupones–, como si su trayectoria fuera algo corriente. Le digo que parece un pequeño genio y responde que «depende a quién preguntes», y que a él lo que de verdad le gusta es viajar. Tanto, que pretende –y parece posible que lo consiga– dejar de trabajar a los 30. «Me quiero jubilar a los 30, sí, pero no en el sentido que se le da a la jubilación en España, de tumbarse en el sofá a ver la tele, con un sueldo todos los meses; la jubilación que yo entiendo es la de ser dueño de tu tiempo sin que el dinero sea tu mayor preocupación». Es curioso, pero este discurso se lo he oído a otros jóvenes exitosos. Y me sorprende lo poco que tiene que ver con el de generaciones anteriores. Me confirma que el concepto que tiene él de trabajo no es el que ha vivido en su casa, donde veía llegar tarde de trabajar, siempre en la misma empresa, a sus padres. ¿Es posible que en este cambio tengan que ver las redes sociales? «Sí, porque gracias a ellas conoces mucha gente o sigues la vida de otras personas que hace años era imposible seguir, y tienes más información sobre lo que te interesa». Ya. Información en las redes sociales. Tiemblo. Está claro que abren la puerta a un mundo desconocido; pero no siempre cuentan la verdad y toda la verdad. «Eso es cierto. Creo que aquí cada uno comparte lo que le interesa y muchas veces eso es sólo lo bueno que nos pasa. ¿Que si yo confío en la información? Más bien entiendo que lo que ponemos en las redes es lo que queremos que se vea de nosotros». Me explica también que, en todo caso, y dependiendo de la personalidad de cada uno, hay quien usa las redes sólo profesionalmente, quien sólo sigue a otros y quien sólo crea contenidos.

Siento curiosidad por saber cuál es el uso que le da él y a quién sigue. «Yo he hecho un uso bastante profesional de mis perfiles, porque en su día los utilicé como una herramienta para conseguir trabajo y destacar. Y en las redes sigo..., depende. En Linkedin, a la gente con la que trabajo o he trabajado. Pero no a quien no conozco ni he trabajado con ellos ¿Por qué? Porque creo que es una red donde, el día de mañana, si necesito una referencia para saber de una persona o que una persona sepa sobre mí, no me interesa tener amigos que ni conozco, ni voy a conocer, ni tienen que ver conmigo. En Facebook sigo a toda la gente con la que he coincidido en la vida, ya sea viajando, en el instituto, en la universidad o en un bar; pero no agrego a todo el mundo. Y en Twitter, sobre todo, a medios de noticias, a amigos que hacen un uso real de Twitter, y lo utilizo más para encontrar contenido, quizá curioso, viral o que esté en tendencia... Y luego en Instagram, que me acabo de hacer, sigo a mi gente cercana. Pero en las redes casi soy más consumidor de fotos que de texto».

Velocidad real y digital

Pedro tiene claro lo que quiere de las redes y lo que no, quizá porque también conoce sus peligros. «Yo creo que el peligro es que hay mucha envida y mucha gente que puede hacerte año, porque es muy fácil insultar, ridiculizar o dejar en evidencia a una persona. Hay bulling en las redes, sí, pero a cambio está ese increíble encontrate en continuo contacto con gente que no puede estar en tu día a día... Aunque eso hace que cada vez nos veamos menos y creamos que sabemos más de los otros: lo que no ocurre en las redes parece que no ha pasado. En todo caso, hay una velocidad real y otra digital. Esta última permite que parezca que gente como yo triunfa en la vida, porque hemos crecido muy rápidamente a nivel laboral. En realidad no es triunfar en la vida, sino aprovechar tu tiempo digital». Ese tiempo digital le ha permitido a Pedro cumplir varios sueños, como esos dos Record Guinness de hacer volar al hombre más pequeño del mundo o recorrer el mundo en monopatín . ¿Alguno más?: «A nivel profesional, lo más satisfactorio fue llegar de Alemania, ver la situación en España y poder ir contratando a mis amigos. Para mí es lo más increíble. Yo hago lo contrario a lo de no mezclar trabajo y amistades. Nosotros ahora somos quince personas y los quince, amigos directos o amigos de amigos que estaban sin trabajo. Poder ayudar es lo que hace que todo tenga sentido. No sirve de nada triunfar tú solo».