
Infraestructuras
Una red extensa con mejoras y deberes a la vista
España ha acometido importantes inversiones en sus infraestructuras, pero el reto es mantenerlas y seguir modernizándola

Carreteras que vertreban la geografía, puentes que conectan puntos o evitan puertos de montaña, aeropuertos que sirven como entrada a pasajeros de todo el mundo, ferrocarriles que hacen del transporte algo más sostenible, puertos que traen mercancías…
Las infraestructuras juegan un papel vital en el desarrollo económico y social de cualquier país. El nuestro, pese a que tiene algunos deberes importantes, puede presumir de su estado general. El cierre de 2024 dejó una inversión ejecutada de 10.000 millones de euros, la más alta en trece años, según los datos del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible. Esta cifra duplica la de 2017 y supera los 8.500 millones de 2023.
Carreteras
Las carreteras españolas, con una red de 165.473 kilómetros, constituyen uno de los pilares fundamentales del sistema de transporte nacional.
La Red de Carreteras del Estado, que suma 26.473 kilómetros, absorbe más de la mitad del tráfico total y casi dos tercios del tráfico pesado, mientras que las redes autonómicas y provinciales completan el entramado viario. España destaca en Europa por su red de vías de gran capacidad: 19.613 kilómetros de autopistas, autovías y carreteras multicarril, de los cuales 14.227 corresponden al Estado y el resto a comunidades autónomas, islas y municipios.
Sin embargo, tener esta red conlleva altos costes de conservación. Desde junio de 2018, el Ministerio ha destinado 7.200 millones de euros a mantenimiento, con una partida anual de 1.500 millones. Sin embargo, la Asociación de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos otorga a las infraestructuras viarias españolas una nota de 6,5 sobre 10, similar a la de Francia y Alemania, pero con la advertencia de que mejorar la competitividad y la seguridad requerirá inversiones adicionales de más de 18.000 millones en la próxima década.

Trenes
Mientras, el ferrocarril se ha convertido en el gran protagonista de la política inversora reciente, en línea con los objetivos de una movilidad más sostenible y la descarbonización de la economía. Así, en 2024, el Estado ejecutó 5.629 millones de euros en el sector ferroviario.
Mención especial requiere las vías de alta velocidad, puesto que España cuenta con la red de alta velocidad más extensa de la Unión Europea, con 3.974 kilómetros en servicio, aunque la densidad de tráfico es cinco veces menor que en Alemania o Francia y tres veces inferior a la de Italia. Hay un desajuste entre oferta y demanda: un tercio de los trenes circulan con baja ocupación y hasta el 75% de la capacidad de la red está infrautilizada.
Mientras, la inversión en conservación y modernización de la red convencional alcanzó un récord de 2.330 millones de euros en 2024. El impulso a los corredores Mediterráneo y Atlántico, con 2.400 millones invertidos solo en el último año y 689 millones procedentes de fondos europeos, busca corregir el histórico desequilibrio entre la alta velocidad y el resto de los servicios ferroviarios. La mejora de la red de cercanías, especialmente en Madrid y Barcelona, es otro de los grandes objetivos. Para la capital, existe un plan inversor de 6.500 millones, mientras que en Barcelona la inversión prevista supera los 9.000 millones, con actuaciones como la línea orbital y la integración ferroviaria de L’Hospitalet.
La reforma de la estación de Chamartín en Madrid es uno de los proyectos emblemáticos de esta nueva etapa. Con una inversión de más de 505 millones de euros, la terminal norte contará con cuatro nuevas vías y dos andenes, un vestíbulo ampliado y la integración de la zona oeste en los servicios de alta velocidad. El soterramiento de vías permitirá la creación de 82.000 metros cuadrados de zonas ajardinadas y plazas públicas, y la conexión con la estación pasante de Atocha facilitará la intermodalidad y reducirá la saturación del tráfico rodado en el entorno. Estas actuaciones se enmarcan en la estrategia de convertir Madrid en un nodo ferroviario de referencia en el sur de Europa.
Volando voy
En el ámbito de los aeropuertos, Aena ha reactivado sus grandes planes de expansión. El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, el de mayor tráfico del país y uno de los principales de Europa, afronta la transformación de 2,1 millones de metros cuadrados en una ciudad aeroportuaria que incluirá centros logísticos, oficinas, hoteles y áreas verdes. El objetivo es consolidar Barajas como un hub internacional de primer nivel y aprovechar su potencial para atraer inversiones y generar empleo de calidad. La primera fase del proyecto, denominada Área 1, ocupará 280.000 metros cuadrados y se centrará en actividades logísticas y de apoyo a aeronaves, con la vista puesta en la ampliación de la capacidad de carga y la diversificación de servicios.
Barcelona-El Prat, el segundo aeropuerto del país, también está en el centro del debate inversor. Aena insiste en la necesidad de alargar en 500 metros la pista más próxima al mar para aumentar la capacidad operativa, aunque el proyecto, valorado en unos 2.000 millones de euros, no podría estar finalizado antes de 2035 debido a los complejos trámites ambientales y urbanísticos. El retraso en la ampliación ha supuesto, según la dirección de Aena, «cuatro años perdidos» y el riesgo de que Cataluña quede fuera de la ola inversora prevista para los aeropuertos españoles en los próximos años. Mientras tanto, Madrid-Barajas ya ha puesto en marcha una expansión valorada en 2.400 millones, y se contemplan mejoras en infraestructuras clave como Alicante, Málaga, Bilbao, Valencia y varios aeropuertos canarios.
La política tarifaria de Aena ha sido otro elemento diferenciador. En 2025, el precio medio por viajero se mantiene en 10,35 euros, tras una década de congelación y una bajada nominal del 7% entre 2015 y 2024. El gestor aeroportuario se compromete a mantener tarifas competitivas para atraer tráfico y consolidar la posición de España como uno de los principales destinos turísticos y logísticos de Europa. El reto será absorber el crecimiento de la demanda, que en 2024 superó los 309 millones de pasajeros, y garantizar la calidad del servicio frente a la saturación de las infraestructuras.
Por mar
España también tiene una importante red de puertos, 46 de ellas declaradas instalaciones de interés general. En 2024, movieron 557,7 millones de toneladas de mercancías, un 2,7% más que el año anterior, y 2,4 millones de pasajeros en enero de 2025.
Además, el sector marítimo-portuario ha apostado por la digitalización y la automatización: la implantación de tecnologías como el Internet de las Cosas, el big data, la inteligencia artificial y el blockchain ha mejorado la eficiencia, la seguridad y la transparencia en las operaciones. La automatización de terminales ha incrementado la velocidad y precisión de las operaciones.
La integración puerto-ciudad y la mejora de la accesibilidad son otras prioridades, con inversiones específicas en puertos como Castellón, donde el plan de empresa para 2025 prevé 80 millones de euros, un 50% más que en 2024, y bonificaciones de hasta el 40% para sectores clave como la cerámica, la exportación de cítricos y el material eólico.
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