
Análisis
La ventana de Overton y el rearme europeo
Nos estamos quedando fuera de la mesa de negociaciones entre los grandes bloques regionales que están conformando los nuevos equilibrios de poder global y si no estás sentado en la mesa es que eres parte del menú

En el escenario geopolítico actual, Europa vive una transformación en su discurso sobre seguridad, evidenciada a través del concepto de la "ventana de Overton", que describe cómo ideas antes impensables se vuelven aceptables. Tradicionalmente, la preparación militar extrema y un elevado gasto en defensa estaban fuera del debate cotidiano, pero las tensiones actuales, la intención de EE UU de distanciarse como protector europeo en la OTAN y ciertos intereses políticos han impulsado la normalización de mensajes que alertan sobre amenazas inminentes, hasta el punto de promover campañas para adquirir kits de supervivencia.
Esta retórica se plasma en el plan REARM Europe, mediante el cual la Unión Europea busca aumentar el gasto en defensa hasta 800.000 millones de euros, permitiendo que los países utilicen los fondos de cohesión para fines militares, lo que ha desatado un intenso debate ya que mientras algunos defienden la necesidad de reforzar la seguridad ante un entorno incierto, posiblemente influenciados por intereses ocultos, otros abogan por fortalecer la diplomacia y la cooperación internacional, temiendo que un aumento tan drástico en el gasto militar fomente una carrera armamentista intraeuropea.
Además, muchos vemos en esta estrategia un intento de ampliar la ventana de Overton, desplazando el espectro de lo que se considera aceptable y normal en la política pública, de modo que se puede moldear la opinión pública pues, al situar ideas extremas en el centro del debate, como la preparación para una guerra o la normalización del gasto militar masivo, se facilita el desplazamiento de los límites de lo que se acepta como norma. Por desgracia, este fenómeno no es exclusivo de la política de defensa; ha sido observado en múltiples ámbitos donde se busca transformar radicalmente las políticas públicas y la percepción social. El reto para la sociedad reside en discernir entre una medida que responde a necesidades reales de seguridad y una que, en cambio, explota el miedo para justificar decisiones económicas y políticas controvertidas y que tendremos que pagar con más deuda y más impuestos.
Igualmente, es importante considerar las implicaciones a largo plazo de tales decisiones porque un aumento tan considerable del gasto en defensa podría generar un efecto dominó en la economía europea, desviando recursos de áreas esenciales como la educación, la sanidad y la innovación. Por otro lado, el temor a una amenaza inminente puede consolidar en el imaginario colectivo una mentalidad de emergencia permanente, dificultando el desarrollo de políticas públicas basadas en la estabilidad y la cooperación.
En este escenario, resulta imprescindible un debate informado y equilibrado que permita analizar las verdaderas necesidades de seguridad sin caer en la trampa del alarmismo, de modo que, los ciudadanos y los responsables políticos debemos sopesar cuidadosamente las ventajas y desventajas de un aumento tan drástico en el gasto militar, considerando tanto los argumentos de aquellos que defienden una postura más beligerante como los de quienes abogan por la búsqueda de soluciones pacíficas y colaborativas. La clave estará en equilibrar la protección necesaria sin caer en un alarmismo que desvíe el rumbo de la política comunitaria hacia un modelo excesivamente militarista y excluyente que probablemente persiga enriquecer a unos pocos a costa del resto de europeos.
Por último, no entiendo cómo es posible que los responsables europeos se estén centrando en el tema militar en vez de en la reindustrialización europea ante un futuro poco prometedor frente al poder geopolítico y económico de EE UU y China que, a fin de cuentas, es lo que va a importar en los próximos años. Nos estamos quedando fuera de la mesa de negociaciones entre los grandes bloques regionales que están conformando los nuevos equilibrios de poder global y, como se suele decir, en geopolítica, si no estás sentado en la mesa es que eres parte del menú.
Juan Carlos Higueras es Doctor en Economía y Director de programas MBA en EAE Business School
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