Política

«El Gobierno de la gente» contra la gente

Los españoles necesitan soluciones y no improperios y ofensas a un partido de estado como el PP

Pedro Sánchez es muy consciente que el próximo periodo de sesiones es clave para el objetivo de que el Gobierno y el PSOE recuperen terreno en las encuestas y encaren la recta final de la legislatura con opciones de disputar al PP de Alberto Núñez Feijóo la victoria en las próximas elecciones generales. Según los estrategas monclovitas y de Ferraz, lo urgente es recobrar el pulso con la calle y la conexión con el ciudadano. Entienden que la sobreexposición del presidente del Gobierno con decenas de actos públicos hasta final de año como principal activo, rodeado de una multiplicación extraordinaria de la presencia pública de los ministros socialistas, miembros de la Ejecutiva, diputados y senadores del partido, será el movimiento adecuado y definitivo para cerrar la brecha con la gente desencantada y cauterizar la hemorragia de voto. El plan parte de la premisa de que la crisis flagrante de la izquierda gobernante se ha generado por los errores en la comunicación y de ahí que la nueva campaña del PSOE, «El Gobierno de la gente», se haya fijado como propósito primero llegar a «todos los rincones de España para explicar lo que se está haciendo y lo que se va a hacer» y demostrar que están gobernando para el 95% de la sociedad. El análisis, o al menos el discurso, resulta ridículamente benévolo con el protagonista del caos actual y parte de un pecado original que lo adultera todo. Ha sido un defecto recurrente de Pedro Sánchez la negación compulsiva de la realidad que comparten y padece la inmensa mayoría de los españoles. No es cuestión de comunicación ni propaganda, en las que no se han escatimado medios, sino de una gestión calamitosa e incompetente en el peor momento. Sánchez ha perdido la calle y las sucesivas elecciones no por su frialdad, ausencia de empatía con los españoles e incapacidad para hablar con la verdad, que también, sino sobre todo porque sus decisiones han empobrecido a las familias y han dañado a las empresas, amén de haber activado una involución de la democracia. De esa deriva participa también la campaña contra el PP y Núñez Feijóo, al que se insulta y difama a diario con la poderosa artillería institucional y mediática de la que Moncloa dispone. Es algo anómalo y excepcional en cualquier estado de derecho asentado. Pero, lejos de poner en aprietos insalvables al acosado, deja en evidencia la torpeza y la debilidad de quien asume su condición inferior con discursos tan desabridos y burdos. Sánchez ha apostado por hacer oposición a la oposición, y expulsar al PP de la vida política, en la que estorba, según él, mientras pacta con reconocidos enemigos del país y de la Constitución. No saldrá bien, porque los españoles necesitan soluciones y no improperios y ofensas a un partido de estado como el PP que es el de la gran mayoría de la sociedad. La alternancia es un fundamento capital de la democracia. Minarla con tanto golpe bajo es otro ataque más a la institucionalidad y por ende a la soberanía nacional. Reclamar al presidente que se centre en proteger a los ciudadanos y su libertad y no en abonar su poder absoluto parece clamar en el desierto, pero no cejaremos.