Editorial

La Manada señala a un gobierno culpable

Nadie ha asumido responsabilidades por la ley del solo sí es sí y nadie lo hará ya en esta democracia maltratada por ese poder político que ha abandonado a las víctimas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la ministra de Igualdad, Irene Montero durante una sesión de control al Ejecutivo en el Congreso de los Diputados
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la ministra de Igualdad, Irene Montero durante una sesión de control al Ejecutivo en el Congreso de los DiputadosAlberto R. RoldánLa Razón

La izquierda se ha esforzado en encubrir su rastro en la ley del solo sí es sí, especialmente en el periodo electoral, consciente del daño reputacional y personal para sus promotores en el Gobierno. La estrategia de contención de daños que ha retirado el foco las consecuencias del proyecto ha funcionado al menos en los recientes comicios generales, en los que no ha pasado factura.

Por increíble y desalentador que nos parezca, la maquinaria monclovita se ha mostrado rotundamente eficaz para diluir la ponzoña institucional que habría supuesto para cualquiera una de las mayores aberraciones ejecutivas y legislativas de la historia de la democracia. El desvelo por alterar la escena no ha reparado en la intensidad de la manipulación hasta el extremo, por ejemplo, de dar por superados los efectos de la criatura de Irene Montero con la rectificación legislativa que pretendía corregir el desvarío, y que, como la experiencia ha probado, ha sido una tergiversación más.

La ley del solo sí es sí, aquella que Pedro Sánchez definió como un referente para la historia en nuestro país y en Europa, ha inoculado un virus en los textos penales irreparable, convertidos en una autopista de cinco carriles para el auxilio oficial de los depredadores sexuales. El despropósito se ha insertado en un bucle paradójico después de que el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Navarra ha rebajado un año la pena a uno de los condenados de la Manada por la violación grupal de los Sanfermines de 2016 en aplicación de la ley del solo sí es sí, a la que muy probablemente se sumarán resoluciones similares para el resto de los condenados. Hablamos de dolorosa, pero reveladora paradoja, porque socialistas y podemitas manosearon en su momento el caso de la Manada para generar y explotar políticamente la ideología de género falseando y deformando en su interés la causa de la mujer.

De aquellos polvos han llegado estos lodos que, lejos de arrastrar a su paso la carrera política de los autores, lo han hecho con la memoria y el dolor de centenares de víctimas, las más de mil que han revivido la tragedia tras contemplar cómo sus agresores eran socorridos por una norma del Ejecutivo. Hoy, los agresores de la Manada son agraciados por el Gobierno y hace unos días, otro violador, que reincidió tras dejar la cárcel antes de tiempo. La ley de Pedro Sánchez e Irene Montero no es únicamente un error, constituye un ataque contra la seguridad y la libertad de la mujer, además de contra la dignidad del Estado, que se supone que tiene entre sus deberes capitales velar por el bienestar del ciudadano. La ley del solo sí es sí era nefasta en su génesis, como refrendaron los expertos y los órganos consultivos ninguneados, y ha sido y es una hecatombe para el estado de derecho además de haber retratado el feminismo de salón del sanchismo. Nadie ha asumido responsabilidades y nadie lo hará ya en esta democracia maltratada por ese poder político que ha abandonado a las víctimas.