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El Banco de España, independiente

Planeta Tierra

Ramón Tamames
Ramón Tamames Cristina BejaranoLa Razón

El primer banco nacional de España, de San Carlos, se fundó en 1782 por Carlos III. Para cubrir las necesidades apremiantes de la Administración, en su propósito de hacer España, de nuevo, una potencia mundial.

La ocasión fue en el momento de iniciarse la guerra contra Inglaterra, para recuperar Gibraltar y Menorca, ayudando de manera decisiva a los nuevos Estados Unidos de América en su lucha por su independencia. En ese contexto, el banco se ocupó de la emisión de vales reales, deuda pública. Y de su custodia, pagando los intereses y la amortización del principal.

Claro es que, en el entorno cambiante, el Banco de San Carlos además de agente del Tesoro, fue emprendiendo otras actividades esenciales: ser “banco de bancos”. Es decir, prestar a los bancos privados del país, como “lender of last resort”.

Dentro de esa evolución institucional, el Banco de San Carlos fue cambiando de nombre. De San Carlos, pasó a llamarse de San Fernando al reinar Fernando VII. Y cambió a Banco de Isabel II, con la nueva reina. Para finalmente denominarse Banco de España (BdE) a partir de 1856.

En 1874, tras algunas bancarrotas de bancos privados, el BdE asumió por Real Decreto el monopolio de ser único instituto emisor de billetes en España. De “papel moneda”, con capacidad de liberación de toda clase de cargas económicas y financieras.

Después vendrían otras funciones: renovación del billetaje, estadística monetaria, regularización y supervisión bancaria, asesor económico del Gobierno, etc. Y desde 1998 y con el nacimiento del Euro, el Banco de España se incorporó al Banco Central Europeo (BCE), donde se elabora la política monetaria del Eurogrupo, actualmente para veinte países europeos.

En su actividad, el BdE tiene plena libertad para sus decisiones. Y es de esperar que con los nuevos nombramientos siga manteniendo su independencia.