Análisis
14 años del 15-M. ¿Sí se pudó?
Echando la vista atrás, la mayoría de sus reivindicaciones han quedado en papel mojado: derogación de la ley mordaza o reforma de la ley electoral, entre otras
Catorce años después de la mayor manifestación de indignación social en España contra el sistema, la pregunta es la siguiente: ¿Se pudo? Las plazas de más de 50 ciudades acogieron las protestas que reflejaron el hartazgo de la ciudadanía contra la corrupción, las desigualdades y los recortes.
Fue esa movilización social del 15-M la que sentó las bases del programa que después bebería Podemos y que exigiría para pactar con el PSOE el primer gobierno de coalición. Sin embargo, muchas de las demandas del movimiento de indignados son hoy papel mojado. De la icónica foto de la Puerta del Sol de Madrid o de la de Barcelona surgió el manifiesto con sus principales demandas. Apoyados por la Plataforma de afectados por la hipoteca, denunciaron las situaciones de vulnerabilidad y pidieron evitar los lanzamientos y pedir explicaciones al Gobierno de entonces.
Los desahucios
No sería hasta la pandemia cuando se paralizarían los desahucios y, hasta el año 2022, cuando se aprobó la primera ley de Vivienda para regular el mercado del alquiler. Insuficiente, según los colectivos sociales. La presión de la calle sí sirvió para que llegara a los partidos la obligación de luchar para paralizar los desahucios, de momento.
Exigieron también servicios públicos de calidad y la derogación de la reforma laboral que Zapatero había aprobado un año antes. Después, con la llegada de Mariano Rajoy al Gobierno, se aprobaría una nueva ley por la que los trabajadores clamaban al introducirse el despido en las administraciones y empresas públicas y avanzar en lo relativo a la altísima tasa de temporalidad. Sería el Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos quien derogaría los aspectos más lesivos de la reforma laboral.
La prohibición de los rescates bancarios en medio de la crisis financiera también fue solicitada. En materia de calidad democrática, las exigencias eran muy claras: El «¡Que no, que no nos representan!», fue un clamor. Los indignados exigían la eliminación de los privilegios de los políticos. La intervención policial para desalojar esas acampadas abrió el debate de la libertad de expresión. En 2015, Rajoy aprobaría la ley de Seguridad Ciudadana, más conocida como «ley mordaza». A pesar de los intentos de los partidos de izquierdas para derogarla, ya lleva más tiempo en vigor con gobiernos de izquierdas que de derechas. Es uno de los asuntos pendientes todavía del Gobierno de coalición de PSOE y Sumar.
El Movimiento 15-M propuso una reforma de la Ley Electoral, con el objetivo de que los votos de todos los ciudadanos cuenten igual, independientemente de dónde vivan. Una de las principales propuestas del 15M fue la implementación de listas abiertas y una circunscripción única, para asegurar una representación proporcional a los votos obtenidos. Se buscaba que la obtención de escaños fuera directamente proporcional al número de votos. Ese debate se ha introducido en la sociedad y en el ambiente político y Sumar ha llevado al Congreso una iniciativa para rebajar la edad para poder votar a los 16 años. Sin embargo, no hay ningún avance al respecto.
Los resultados políticos de este movimiento, tardarían en llegar. Ese mismo año, en las autonómicas, el PP arrasaría en las elecciones y el PSOE cosecharía una derrota histórica.
En 2014, tres años después de la acampada de Sol, nacería Podemos al calor de esa indignación y construida en herramienta política para canalizarla. Hoy, muchos de sus críticos reconocen el proyecto fallido. También el de Ciudadanos, con su debacle y desaparición. Aunque la irrupción de ambos acabaría con el bipartidismo en España e impulsaría también las opciones más nacionalistas e independentistas. Partidos que hoy condicionan la gobernabilidad del país. Ni PP ni PSOE pueden ya gobernar sin el apoyo de distintas formaciones. Pero, estas formaciones, a día de hoy, están más débiles que nunca. Podemos y Sumar compiten ahora por un espacio que en 2015 llegó a tener tres millones de votantes y 71 escaños. En 2023, Sumar obtuvo tres millones de euros y 31 escaños. Hoy, la izquierda dividida se quedaría reducida a la mínima expresión con una decena de escaños.