Partidos Políticos
El resultado electoral de Feijóo marcará el futuro de Casado
El PP ve al presidente de la Xunta como la única opción para salvar Galicia. El partido regional quiere autonomía y presencia «justa» de Madrid
El futuro de la dirección del PP está en manos del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. La política liga a veces de esta manera los destinos y de la misma manera que la decisión de Feijóo de no optar a la Presidencia del PP en el Congreso de 2018 cambió el futuro de Pablo Casado, de nuevo Feijóo puede marcar un antes y un después en el contexto en el que se mueven Casado y el Partido Popular.
El «número uno» del PP necesita que Feijóo sea candidato en las próximas elecciones gallegas, que, en teoría, tocan en septiembre. Y en la organización popular no hay en estos momentos nadie que se plantee otro escenario que el de que el candidato sea una vez más el actual presidente gallego. La relevancia que para Génova tiene el hecho de que Feijóo les asegure que mantienen el control de la Xunta hace más incomprensible que desde la cúpula popular insistan en subrayar su cercanía a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, frente a los otros «barones» moderados, Feijóo o el andaluz Juan Manuel Moreno. «La única posibilidad de ganar y gobernar en Galicia es Feijóo, todo los demás son fuegos artificiales». Perder Galicia sería un «desastre» para Casado por más que desde la dirección nacional cuiden y privilegien la relación con Ayuso por afinidades personales y políticas.
El calendario electoral de este año sopla en contra de Génova; habrá elecciones en Galicia, País Vasco y Cataluña. Incluso con la alianza que formalizarán con Ciudadanos (Cs) tanto en el País Vasco como en Cataluña las expectativas en estas dos comunidades autónomas son malas. Y de Galicia depende «todo», como pieza decisiva en la estrategia de oposición de Casado en una Legislatura en la que la política territorial será clave en la confrontación nacional.
Galicia es clave para los intereses del PP en el debate de la financiación autonómica que se espera que el Gobierno abra de manera inminente, o al menos ése es el compromiso; para plantar cara a la negociación del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con ERC; para responder a las «cesiones» al independentismo; y hasta para que el PP nacional cuide ese perfil más centrista del que depende el voto que Casado consiguió recuperar en las últimas elecciones generales del pasado mes de noviembre.
Feijóo maneja sus «cartas», pero todos los pasos que está dando van dirigidos a activar su candidatura en el momento preciso, dentro del respeto a los plazos y a las formalidades con las que debe revestirla. Oficialmente impone el silencio, con guiños, eso sí, al respeto a la voluntad de su partido, como el que realizó este fin de semana. Y la voluntad mayoritaria de su partido es que repita porque en septiembre de 2016 se hizo con el título de «coleccionista» de mayorías absolutas, rozando el milagro en este contexto de cada vez mayor fragmentación política. Ahora necesitaría su cuarta mayoría absoluta para mantenerse al frente de la Xunta.
La campaña del PP de Galicia (PpdG) tendrá un perfil propio, autónomo, y la participación de la dirección nacional estará ajustada «a lo estrictamente necesario». En Galicia restan «las estridencias discursivas» y los juegos políticos con los que se manejan en Madrid, advierten desde la organización gallega. Y también resta el perfil de algunos de los dirigentes que forman parten del círculo más estrecho de Casado.
Pero el resultado de estas elecciones trasciende la comunidad autónoma y puede actuar como elemento estabilizador o desestabilizador de la estrategia de oposición de Casado. Dentro del PP apuntan aún más alto al colocar a Galicia como dique del nacionalismo/independentismo, ya que la alternativa al PP en el Xunta pasa, obligatoriamente, por un Gobierno gallego en el que estará el BNG, en una extensión del acuerdo de investidura de Sánchez con las fuerzas nacionalistas e independentistas con representación en el Congreso.
Éste es un año muy importante para el PP a nivel nacional porque tiene que marcar las bases de la estrategia con la que pretende consolidar su operación de refundación del centro-derecha, a fin de estar en condiciones de ganar las próximas elecciones generales. Los primeros pasos ya han dejado ver hasta qué punto va a ser complicada la competencia con Vox ya que los de Santiago Abascal se mueven cómodos en un terreno sin reglas y en el que la voz más alta o más fuera de lugar acaba marcando la agenda por la resonancia que dan a su palabra desde la izquierda.
Casado tiene por delante el reto de romper la inercia de jugar siempre por detrás de Vox, como en reacción a la acción de este partido. Pero, al mismo tiempo, debe conseguir mantener una línea de oposición sin bandazos y coherente con la moderación que le permitió mejorar sus resultados electorales el pasado mes de noviembre. «Para consolidarnos en la oposición necesitamos mantener el poder territorial que tenemos. Aquí no está en juego la Xunta, está en juego la fortaleza de Génova frente al Gobierno progresista», reflexionan dentro del Comité de Dirección del partido.
La campaña gallega y el liderazgo de Feijóo tendrán una repercusión nacional mucho mayor que en anteriores autonómicas. Y aunque el líder gallego renunció a presentarse al Congreso que decidió el relevo de Rajoy, en su partido sigue siendo un referente y, en ningún caso, le han dado por amortizado en la política nacional. Si revalida su mayoría absoluta volverá a situarse en primera línea a la espera de ver qué ocurre en Madrid.
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