España

No me llames amor, llámame alhaja

Cuenca y Toledo despliegan este fin de semana una intensa agenda cultural y de ocio que consolida a estas ciudades como dos de los destinos preferidos por las parejas de enamorados para celebrar San Valentín

«Toledo enamora» es el lema toledano para este fin de semana.
«Toledo enamora» es el lema toledano para este fin de semana.Ricardo MartínezRicardo Martínez

Este fin de semana es el más romántico del año, aquel en el que parejas de toda clase y condición buscan lugares o sensaciones nuevas con las que cultivar su amor. De un tiempo a esta parte, se ha puesto de moda el turismo cultural y patrimonial, en especial en aquellas ciudades que guardan un tesoro de siglos que las convierten en un museo a cielo abierto. En Castilla-La Mancha hay varias, sin duda, pero de momento sólo dos declaradas Patrimonio de la Humanidad: Toledo y Cuenca. Ambas se reinventan para atraer este fin de semana a los enamorados del orbe entero.

«Toledo enamora» es un programa que el ayuntamiento de la Ciudad Imperial viene varios años desarrollando. En esta ocasión ha elegido como lema una entrada que la alcaldesa de la capital regional realizó en Facebook. Hace una semana, Milagros Tolón escribió en su perfil oficial de esta red social la siguiente frase sobre una fotografía de la ciudad con la Piedra del Rey Moro al fondo: «No me llames amor, llámame alhaja». El post ha triunfado plenamente pues ha sido compartido miles de veces y acumula también numerosos «me gusta». Y es que pocas palabras existen tan toledanas como alhaja, de origen árabe evidentemente, pero que los naturales y adoptados de Toledo utilizan de forma constante para designar a aquellas personas a las que tienen especial cariño. Si alhaja es una joya, qué mayor joya que la amistad, el amor o el cariño. Sólo términos como «pachasco», «cabalito» o «bolo» podrían competir en popularidad con «alhaja» en una ciudad como Toledo. Pero como se trata de amor, «alhaja» es la reina indiscutible.

De esta forma, Toledo vive febrero como el mes del amor, con un conjunto de iniciativas programadas por su ayuntamiento que quieren impulsar la ciudad como destino romántico. Esta misma tarde, el legendario Teatro de Rojas acogerá el II Festival del Son, que llega con boleros, tangos y sones cubanos. Participarán el grupo local Candela y Son, veteranos ya en este tipo de lides, y el almeriense Almenara. Además, durante toda esta segunda quincena del mes de febrero, se desarrollará un concurso de fotografía a través de Instagram, cuyo único requisito es subir a la red fotografías con el hastag #ToledoEnamora2020, en las que puedan apreciarse claramente la ciudad y un gesto de amor o cariño entre los protagonistas de la instantánea. El ganador obtendrá una de las cenas a ciegas que también organiza el ayuntamiento en colaboración con algunos de los mejores restaurantes de la ciudad en entornos patrimoniales privilegiados.

Una ciudad de cuento

Y los Reyes de España, Don Felipe y Doña Letizia algo de culpa tienen también en que Cuenca se haya convertido en un destino privilegiado para enamorados. Su decisión en 2004 de iniciar la luna de miel en esta ciudad con las vistas de las Casas Colgadas desde el Puente de San Pablo, sobre la Hoz del Río Huécar, convirtió a la Ciudad Encantada en destino preferente para parejas de todo tipo. Lo más sorprendente de Cuenca es su belleza suspendida, como de cuento... Probablemente, una de las ciudades más coquetas que existen. Se trata de una ciudad pequeña, con no demasiados habitantes, recogida en sí misma, pero que ofrece un patrimonio cultural incalculable, donde se mezclan obras medievales como su imponente y exótica catedral de estilo normando con otras de artistas contemporáneos como Zóbel, Saura o Antonio Pérez. Por no hablar de templos culinarios como La Ponderosa, reconocida como una de las mejores barras de España por diferentes asociaciones de gastrónomos. Y es que la comida es otra de las cuestiones que conquista a los enamorados.

Pero si existe una prueba de fuego que determina que Cuenca también puede considerarse ciudad del amor es la ingente cantidad de candados que cierran y abrochan las promesas de miles de enamorados en los hierros del Puente de San Pablo. Hubo que retirarlos una ocasión debido a su gran número. Sin embargo, nada hay más persistente que el fuego de la pasión y la promesa de amor eterno porque enseguida volvió a llenarse de todos ellos. Y es que en los alrededores del Puente de San Pablo, si uno afina el oído puede escucharse tranquilamente algo parecido a … «¡Cuánto daño hizo Federico Moccia!».