Coronavirus

Pedro Sánchez

Sánchez participará en una cumbre europea con Kosovo, pese a que España no lo reconoce como Estado

La importancia de los gestos: en 2018, el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, decidió ausentarse a una cita de las mismas características

Sánchez aborda con presidentes autonómicos la "cogobernanza" en desescalada
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), mantiene una videoconferencia con los presidentes autonómicos, este domingoJosé María Cuadrado JiménezEFE

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, participará mañana con normalidad en la cumbre europea con los Balcanes Occidentales que contará con la presencia de Kosovo, la región de mayoría de población albanesa que España no reconoce como Estado. Esto supone un cambio sustancial respecto a la postura mantenida por el anterior ejecutivo, ya que en año 2018 el entonces presidente Mariano Rajoy decidió ausentarse durante la reunión de las mismas características que tuvo lugar en Bulgaria y que se celebró poco después del órdago independentista del 1 de octubre.

España fue el único país de los cinco Estados europeos que no reconocen la soberanía de Kosovo –Chipre, Grecia, Rumanía y Eslovaquia- en seguir esta estrategia. Serbia, el país del que Kosovo se separó también participó con normalidad en esta cumbre.

Aunque este cambio no significa que España esté pensando levantar su veto al reconocimiento de Kosovo como un país independiente, a nadie se le escapa la importancia de los gestos. Cuando el gobierno de coalición con Podemos tocaba sus primeros compases, fuentes diplomáticas españolas definían este dosier como “una chinita en el zapato” y evitaban anticipar el modus operandi ante reuniones de este tipo. Es evidente que, al tratarse de una cita telemática debido a la epidemia del coronavirus, la delegación española tendrá mucho más fácil el evitar fotos incómodas y, por lo tanto, el simbolismo del encuentro será mucho menor que en otras ocasiones.

Los partidos independentistas siempre han considerado Kosovo como un símbolo de sus aspiraciones, a pesar de que la sentencia del Tribunal de la Haya en 2010 que avaló la soberanía de este territorio, en todo momento puntualiza que se trata de un caso excepcional. En la primera comparecencia en el Congreso en el mes de febrero de la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, Bildu y Junst per Catalunya pidieron al nuevo ejecutivo el reconocimiento de la región de mayoría albanesa. La ministra se limitó a señalar el compromiso español en la normalización de las relaciones con Serbia.

Esta cumbre de los Balcanes se produce después de la luz verde de los países europeos en el mes de marzo a que Albania y Macedonia puedan comenzar las conversaciones de adhesión. Este acuerdo fue posible después de que Francia levantara su veto tras la propuesta del ejecutivo comunitario para endurecer el proceso. A pesar de esto, esta cumbre no estará centrada en la Ampliación, aunque según avanzan fuentes diplomática, en el texto de conclusiones de la cita se destacará la “perspectiva europea de la región”. Unas palabras que en la jerga comunitaria simbolizan las promesa de convertirse en miembros del club más tarde o más temprano.

El anterior ejecutivo comunitario presidido por Jean Claude Juncker decidió dar un nuevo impulso a la Ampliación de los Balcanes occidentales ante el temor de que esta zona caiga bajo la influencia de otras potencias como China y Rusia y marcó el año 2025 como el de la entrada progresiva de los seis países de la región que están haciendo cola. La Comisión de Úrsula von der Leyen también ha cogido el testigo de este plan a pesar de las dificultades. Croacia fue el último país en adherirse el proyecto europeo en 2013, Serbia y Montenegro negocian desde 2014 y 2012 respectivamente y Kosovo y Bosnia esperan recibir el estatus de candidatos. Es evidente que según vaya avanzando la lista, la postura española se convertirá en mucho más complicada, ya que la gran mayoría de Estados europeos han ido reconociendo progresivamente a Kosovo como Estado, tras su declaración unilateral de independencia en 2008. Para convertirse en el máximo representante de la diplomacia comunitaria, el español Josep Borrell, tuvo que comprometerse a no dejarse influenciar por la política española respecto a este territorio.