Coronavirus
El «guerrero» Iglesias: escudo social para marcar terreno frente al PSOE y látigo contra PP y Vox
En estos 60 días de estado de alarma, el vicepresidente del Gobierno gana peso en la gestión del coronavirus, se atribuye las medidas más sociales y canaliza la estrategia de confrontación contra el bloque de la derecha
El poder de Pablo Iglesias en el Gobierno amenazaba con desdibujarse por la crisis del coronavirus el pasado 14 de marzo, cuando la fotografía del real decreto del estado de alarma reflejaba que el mando único y de acción quedaba concentrado en la presidencia del Ejecutivo y en cuatro ministros socialistas.
En aquel entonces, el ala más conservadora del Consejo de Ministros trataba de blindarse de las medidas más progresistas encarnadas por la cuota morada. El cierre de las actividades productivas no esenciales fue la primera victoria de Iglesias frente a Nadia Calviño. Después, habida cuenta de la urgencia de proteger a las clases más vulnerables, cambiaría a pasos agigantados la hoja de ruta del Gobierno y cobraría mayor protagonismo la parte morada en Moncloa. En estos 60 días, el vicepresidente ha ido abriéndose paso entre otros ministros socialistas como el titular de Inclusión, José Luis Escrivá o la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, entre otros, ejecutando en un tiempo récord las propuestas que logró arrancar a Sánchez en noviembre y que estaban previstas en analizarse y ponerse en práctica a lo largo de toda la legislatura. Medidas sociales que estaban guardadas en un cajón y que carecían todavía de estructura y aval de todo el Gobierno. Un amplio paquete social como el ingreso mínimo vital, la prohibición de la publicidad de los juegos de azar, la reestructuración de la deuda hipotecaria o medidas contra los desahucios, entre otras, la práctica totalidad de ellas ya están en marcha o bien se encuentran agendadas en el calendario de Moncloa a corto plazo
Conforman el llamado “escudo social”, unas medidas fraguadas junto a los ministros socialistas, de las que sin embargo Iglesias se ha atribuido en exclusiva en varias ocasiones, dando a entender que sin su presencia habría sido imposible aprobar medidas de corte social. El propio Iglesias lo expresó así en un acto de partido la semana pasada: “Con toda humildad, con todos los errores que hemos cometido y que seguiremos cometiendo en el Gobierno, nuestro papel en la gestión de esta crisis está contribuyendo a que esta vez la crisis económica y social se afronte de manera diferente a 2008″, se gratificó. De esta manera, el vicepresidente trata ganar terreno al propio PSOE, con el que convive en La Moncloa, a pesar de que, finalmente todas las medidas aprobadas en Consejo de Ministros son aprobadas previamente entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
No ha sido el perfil de Iglesias el único de los ministros de Podemos que han ganado peso. El nombre de Yolanda Díaz se ha consolidado notablemente. Ya en el mes de enero despuntaba en la negociación con los sindicatos del SMI o de las pensiones. Su nombre entonces sonaba fuerte, y en la actualidad, con su gestión para prohibir los despidos durante la crisis o prorrogar los ERTES, ha logrado hacerse fuerte en Moncloa. A
Pero los de Iglesias no han ganado espacio solo de puertas para dentro en el Consejo de Ministros, sino que han monopolizado también buena parte de las críticas de la oposición en el Congreso de los Diputados. Las sucesivas prórrogas del estado de alarma o las últimas sesiones de control al Gobierno muestran un balance en el que Iglesias concentra la mayoría de los rifirrafes con el PP y especialmente con Vox. Se ha convertido en el vicepresidente que canaliza la estrategia de confrontación contra el bloque de la derecha, el látigo dentro del Gobierno con la oposición.
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