Memoria histórica
«La sentencia de Meirás es mala y sesgada»
Los siete nietos de Franco, que sienten «profunda decepción y tristeza», podrán seguir haciendo uso del Pazo mientras se resuelven los recursos de sus abogados
«Profunda decepción» entre los siete nietos de Francisco Franco tras la histórica decisión del Juzgado de Primera Instancia Número 1 de La Coruña, que la semana pasada estimó íntegramente la demanda interpuesta por el Estado y lo declaraba propietario del Pazo de Meirás, condenando así a la familia a su devolución sin ser indemnizada por los gastos que alega haber asumido para el mantenimiento del inmueble desde 1976. Los Franco no piensan renunciar a lo que consideran suyo, y de momento podrán seguir haciendo uso del pazo, según ha confirmado el abogado del Estado jefe en Galicia, Javier Suárez.
«Parece que la sentencia es muy mala», ha señalado Francisco Franco Martínez-Bordiú, una consideración que nada más conocerse el fallo asumía el albacea y abogado de la familia, Luis Felipe Utrera-Molina. La tarea del letrado, hijo del ministro franquista José Utrera-Molina, es repasar a fondo los 390 folios de la sentencia y emprender un recurso de apelación ante la Audiencia Provincial de La Coruña, para el que dispone junto a su colega Antonio Cruz Evangelista, de un plazo de veinte días hábiles desde la recepción de la sentencia.
La intención de los herederos de Franco es «luchar hasta el final», lo que supondría llegar si es preciso al Tribunal Supremo. Una voluntad comprensible en una estrategia legal que, en el caso de la exhumación en el Valle de los Caídos, ha alcanzado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, que aún no se ha pronunciado sobre si admite o no a trámite el recurso con el que los nietos pretenden elegir un destino alternativo a la cripta de Mingorrubio, donde Franco reposa desde el 24 de octubre de hace un año.
De entre todos ellos es sin duda Francisco, Francis en la intimidad, quien más cerca estuvo del dictador, al que acompañó durante cacerías y jornadas de pesca interminables en ríos cercanos a Meirás o en el célebre yate «Azor», al que llegaban desde el pazo donde Franco pasaba sus veranos.
Para comprender aquella estrecha relación de Francis Franco con su abuelo es significativo repasar alguno de los noticieros de la época donde se le ve junto a él en el «Azor» o durante esas pacientes labores de pesca que describe en «La naturaleza de Franco» (Planeta). Un libro con el que el mayor de los nietos varones quiso recordar cuando su abuelo «era persona», que es como se describía Franco a sí mismo «antes de ser jefe del Estado».
En «La naturaleza de Franco», Francis pasa muy por encima de sus vivencias en la que fuera propiedad de Emilia Pardo Bazán. Lo hace en primer lugar cuando se refiere a la «paradoja política» por el «distinto tratamiento que se le ha dispensado al Pazo de Meirás y al Valle de los Caídos», donde en el momento de escribir esas líneas –2011– todavía permanecían los restos de su abuelo. «Este mismo año han obligado a mi madre a abrir el pazo, que tiene poco o escaso interés cultural y es bastante inferior a decenas de otros bienes más importantes y antiguos que perecen en un lento declive por desidia y falta de inversión. Al mismo tiempo, se empeñan en cerrar la basílica del Valle de los Caídos. Abrir el pazo supone un gasto al Estado, y la clausura de la basílica produciría una merma de los ingresos, pues es uno de los monumentos más visitados de la Comunidad de Madrid».
Más adelante se refiere al inmueble coruñés en sendos pies de foto en los que aparecen el entonces príncipe Don Juan Carlos –«el último año acompañó constantemente al abuelo durante su estancia en el Pazo de Meirás»– y ese mismo verano, cuando el actual Rey Emérito llevó «a todos sus hijos a La Coruña», con una imagen del príncipe Felipe saludando a Franco en la puerta del pazo en presencia de su padre.
Es comprensible que haya sido precisamente Francis Franco quien ha defendido con más vehemencia la propiedad. «Mi abuela pagó el 16% del valor para heredarlo y luego lo pagó mi madre. Es algo nuestro, que se ha heredado y se ha pagado». Asegura que el pazo «fue un regalo» que hicieron a su abuelo porque «interesaba que fuera a veranear a Galicia». «El gran impulso que tuvo Sada [el ayuntamiento al que pertenece] es porque se celebraban los Consejos de Ministros», ha declarado.
Para el nieto de Franco no hubo expropiaciones de terrenos en Meirás y no se dejó a ninguna familia en la calle: «No expropiaron ni uno. Los compró mi abuela. No se dejó a nadie en la calle. A algunos incluso se les construyeron casas y fueron a un sitio más decente del que tenían, que vivían en sitios que eran prácticamente establos. No digo que a alguien no se le hubiese presionado, pero expropiación no hubo ni una».
Uno de los argumentos reiterados y que los abogados esgrimieron en el juicio es el del arreglo de los desperfectos por el incendio en la propiedad en 1978. Sobre el suceso, Francis ha dicho que «el pazo ardió y estuvo abandonado. Mi madre pidió a Fraga que le ayudaran a reconstruirlo y Fraga le dijo que no. Estuvo diez años sin arreglar porque mi padre se negó a gastarse un duro».
Luis Felipe Utrera-Molina, que se muestra muy decepcionado al habla con este periódico, afirma que «mis clientes van a luchar hasta el final por lo que es suyo, por la defensa de sus derechos», y muestra su sorpresa por el fallo. «Cuesta mucho trabajo imaginar una sentencia de estas características. No podía esperar eso, porque el desarrollo del juicio me daba la sensación de que era un debate de altura, jurídico, pero la sentencia sinceramente es una profunda decepción».
«Mis clientes tenían la confianza en una sentencia ajustada a Derecho», añade el abogado, «están ciertamente tristes y decepcionados, pero decididos a continuar con el proceso. Tenemos que seguir peleando, iremos a la Audiencia Provincial e iremos hasta el final. No tengo ninguna duda de que tienen todo el derecho del mundo a mantener la propiedad del pazo. Parece que nos hemos olvidado de que el pleito no era contra Francisco Franco sino contra los nietos».
A este respecto asegura que «nadie puede sostener que durante estos 44 años han poseído el pazo de mala fe cuando el Estado les giraba el IBI y lo abonaban, costearon de su bolsillo la reconstrucción tras su incendio», lamenta el albacea de Carmen Franco.
La sensación en la representación legal de los Franco es que, a la hora de elaborar el relato de hechos probados, solo se han tenido en cuenta «de manera sesgada y aislada» los argumentos del Estado, suscritos además por el resto de administraciones públicas demandantes –Xunta de Galicia, Diputación Provincial y ayuntamientos de La Coruña y Sada–.
Utrera-Molina afirma que la sentencia «evita rebatir los argumentos fundamentales de la contestación a la demanda, y a veces uno piensa que [la magistrada] ni siquiera se ha leído esa contestación. Parece como si solo hubiera habido un contendiente».
El abogado echa en falta en la sentencia alguna referencia a los documentos que aportó la familia, como «las declaraciones de la Renta desde 1950 en las que Franco declara como propiedad el pazo y los rendimientos de la explotación agrícola». Además de que el fallo «da por probados todos los hechos contenidos en un libro de dos militantes del BNG [«Un Pazo, un caudillo, un expolio», de Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo] que declararon claramente su antifranquismo».
«Confíamos en que las instancias superiores resuelvan en Derecho porque sinceramente yo estoy muy decepcionado, confiaba en una sentencia jurídicamente aceptable», concluye Luis Felipe Utrera-Molina.
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