Covid-19

Desgobierno: 17 planes para vacunar y celebrar la Navidad

El Ejecutivo se limitará a entregar las vacunas y dejará a las comunidades toda la tarea logística, de personal y de administración

El Gobierno de España se limitará a repartir las vacunas de la Covid-19 entre los puntos logísticos que le han facilitado las autonomías, y ya está. Unas vacunas que para 2021, además, ni ha tenido que pagar ni contratar, porque de ello se ha encargado Europa. Ésta es la realidad bajo los artificios discursivos que se escuchan en la esfera política.

El problema del pago vendrá ya en el año 2022, y no será menor. Pero en lo que afecta al momento presente, las comunidades quedan completamente al mando, sin ninguna intervención nacional, del uso que en cada uno de sus territorios hagan de las vacunas que les correspondan en proporción a su población en residencias, sin una planificación ni intervención nacional que vaya más allá de solemnizar los grupos prioritarios.

Cada Gobierno regional se lo «guisará» como quiera o como pueda en las decisiones de almacenar, de distribuir y de administrar las vacunas. Con la justificación de que las competencias son autonómicas, incluso ante un proceso tan excepcional como éste, dentro de la gestión sanitaria de la pandemia, la función residual del Gobierno es repartir y dejar hacer.

Cuando se tantea estos días a los distintos Gobiernos autonómicos se entiende por qué el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, calló esta semana en el Congreso cuando la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, le reprochó que viniera a la Cámara, dos meses después de haberse aprobado el segundo estado de alarma, sólo para colgarse –según denunció Arrimadas– la medalla de las vacunas que empezarán a distribuirse en toda Europa a partir del próximo día 27, sin dar ni un solo detalle del plan nacional de vacunación. No los dio porque no los tiene: el problema se lo están «comiendo» las Administraciones autonómicas dentro de este marco en el que el formalismo de la cogobernanza implica cada día con más fuerza dar la vuelta al principio de que primero España, y luego las comunidades. Es una realidad que en dos temas capitales, como Educación y Sanidad, cada vez hay menos Gobierno de la Nación y más gobierno autonómico.

Así, cada comunidad autónoma está organizando la compra de ultracongeladores, su ubicación, los equipos Covid, los puntos de vacunación, aunque Sánchez anunciara a bombo y plantillo que él garantizaba 13.000 puntos a partir de enero, por los centro de salud que, no es asunto menor, ya están saturados antes de asumir también las tareas de vacunar a su población. Las campañas de la gripe no son comparables con la logística que obliga a preparar esta campaña contra la Covid-19 porque tiene que adaptarse todo al nuevo protocolo. Hasta la adquisición de botellitas monodosis de agua oxigenada de un solo uso, para cada pinchazo, a fin de evitar los contagios. En los Gobiernos autonómicos que dirigen PP y Ciudadanos se escucha la queja de que el Ejecutivo de la Nación «ha claudicado» al servicio de su operación anti-desgaste. Si bien en las mismas sedes autonómicas también se apunta que «Madrid no lo ha puesto muy fácil en la coordinación nacional». Los barones del PP reprochan a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que vaya por libre en una política de confrontación con el Gobierno nacional que, de momento, le está dando buenos resultados en la calle y en la gestión sanitaria.

En el ámbito autonómico hay bastante coincidencia en que deberían haberse dejado dos cuestiones básicas al margen de la cogobernanza, el rastreo y la operación de vacunación. El desafío logístico es descomunal, y en países como EE UU, salvando las diferencias, esta tarea se ha encargado al Ejército. Aquí cuesta imaginarse a nuestras FAS asumiendo el rastreo y la vacunación en el País Vasco o Cataluña.