Elecciones 14-F (III)
¿Iceta, nuevo president de la Generalitat?
Las encuestas no le dan como vencedor pero tampoco daban a Cs en 2017
Las elecciones catalanas marcarán el futuro de la legislatura. La política española se decidirá, otra vez más, en el campo de los comicios autonómicos que se celebrarán el próximo 14 de febrero, el Día de los Enamorados. Desde Junts per Catalunya se ha agitado el espantajo de posponerlas por las condiciones sanitarias, pero en la actual situación no parece que se logre unanimidad de todos los partidos. El resto de las formaciones, incluida ERC, quieren celebrarlas en el día señalado. Queda un mes y medio para el día D y todas las formaciones tienen funcionando a pleno rendimiento su maquinaria electoral porque en estos comicios se dirimen liderazgos y tipos de gobiernos. El escenario político cambiará. Lo que no se sabe es cómo. El 14-F debe definir el vencedor en el mundo independentista, en la izquierda catalanista o la derecha constitucionalista. Y definirá, el futuro de la política en España. El futuro de la legislatura.
Esta tarde, Miquel Iceta será elegido candidato para las próximas elecciones catalanas. Se formalizará en un Consell Nacional. No hay previstas sorpresas. No hay alternativa y el partido hará piña con su primer secretario. Algunos sectores hubieran preferido a Salvador Illa, el ministro de Sanidad, pero la pandemia impide que ahora deje la dirección del Ministerio y el propio Illa ha sido siempre el principal baluarte de Iceta. Además, Iceta es un hombre querido en el PSC. Nadie olvida que salvó los muebles de un partido en crisis, con escisiones, y al que muchos ya habían puesto en la estantería que acoge los libros de historia.
Iceta fichó a Illa y forman un buen tándem. Incluso Iceta puso en circulación en el PSC unas chapas, que daba a todo aquel que venía con un problema, «El que digui Salvador» –Lo que diga Salvador–. En este proceso, Illa ha sido su principal defensor y ha hecho caso omiso a las opiniones internas y a los cantos de sirena externos, que incluso la semana pasada, insistían de una inminente renuncia de Iceta. Por si acaso alguien tenía la intención de empañar la designación de Iceta, lo va a tener imposible. Illa se ha encargado de ello como secretario de organización del PSC. Para ser candidato, necesitará obtener el 25% de los avales del Consell Nacional para presentar su candidatura y lo deberá hacer esta tarde a las 17.30 horas, en plenas fiestas navideñas. Si alguien los consiguiera, harto improbable objetivo, tendría que ser votado por el 51% de los miembros del máximo órgano del partido el mismo día a las 14 horas. Un imposible. Iceta será, sí o sí, el candidato del PSC.
¿Y puede ser el 132 president de la Generalitat? Si nos atenemos a las encuestas, no. Pero, en esas mismas encuestas hay datos que aconsejan no descartar la posibilidad. El recuerdo de Ciudadanos en 2017 es un ejemplo. Nadie los daba por vencedores. Más del 30% del electorado está indeciso. La gestión de la pandemia por parte de la Generalitat genera un amplio rechazo, al contrario que la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez. El procés se ha situado en un segundo plano y la solución pactada es el camino deseado por el 70% de los catalanes. Una opción que representa en el constitucionalismo el PSC y en el independentismo ERC.
Se pueden poner en duda estas incógnitas, pero los partidos no lo hacen a tenor de los planteamientos de la precampaña. Además del «todos contra todos», el resto de formaciones han fijado un adversario a batir: el PSC de Miquel Iceta. El único que parece haberse dado cuenta es Gabriel Rufián cuando dijo en el Congreso de los Diputados dirigiéndose a Laura Borràs «mientras el independentismo de derechas platónico y narcisista ataca por el pasado al independentismo de izquierdas, Iceta acaricia un gato».
Ciertamente el PSC está desaparecido. Las apariciones de Iceta son medidas y con cuentagotas. Todo indicaría que los socialistas pierden espacio, pero los sondeos marcan la tendencia contraria. Lo incrementan y se están situando en los límites que permitieron a José Montilla llegar a la presidencia de la Generalitat en 2006 con 28 diputados, algunas encuestas ya se los otorgan. Sin embargo, no son suficientes. Hay que aspirar a más.
En el mundo socialista se está poniendo el foco en el mes de enero. «Algo va a pasar», dicen de forma críptica y nadie suelta prenda. Miquel Iceta está preparando la nuevamente engrasada maquinaria del PSC, que ha superado los sinsabores de las escisiones, y va a contar en su «the war room» –sala de guerra– de campaña con el apoyo inestimable de Iván Redondo, el jefe de gabinete del presidente del Gobierno, y de su equipo demoscópico. Conociendo la estrategia de Redondo en las campañas electorales, ese «algo va a pasar» puede convertirse en un golpe de efecto electoral que ponga al PSC en la «pole position».
El PSC está siendo identificado como una vía de solución. Cuenta con la inercia del crecimiento del socialismo español y con el hundimiento, o derrumbe, de Ciudadanos. Igual que Inés Arrimadas en 2017, Iceta aglutina el voto útil del constitucionalismo y junto con varias formaciones catalanistas está ultimando un acuerdo para hacer un guiño a las bolsas de votantes nacionalistas, o no independentistas o que miran con recelo el camino de Puigdemont, que pueden ser determinantes. Y por si fuera poco, el PSC también está pescando en los caladeros de los Comunes de Ada Colau.
La formación morada está cercada en el área metropolitana de Barcelona. Fuera no existe. La CUP en la Catalunya interior la deja en las espinas, y el PSC le está cortando el paso en el área metropolitana junto a los independentistas radicales, que presentan a Dolors Sabater, la que fuera alcaldesa de Badalona en coalición con los Comunes. La candidata de Colau, Jéssica Albiach, ha sido la primera en salir en los carteles para superar su grado de desconocimiento. Sin embargo, el eslogan elegido se asemeja a un quejido lastimero «Siempre hay una primera vez», un lamento para intentar recuperar la sangría de votos que se aleja hacía el PSC.
La triangulación para llevar a Iceta al Palau de la Generalitat no es fácil, ni mucho menos, pero el tablero catalán está agitado y dopado con altas dosis de incertidumbre. Los socialistas no entrarán en un gobierno de coalición, pero tras el 14-F se abren nuevas expectativas. Hasta ese día, los socialistas irán hasta el último voto buscando el cuerpo a cuerpo con el independentismo. Hace unos años eran el problema, ahora Iceta ha conseguido colocarlos como la solución y tiene voluntad de hierro. El sí quiere ser president de la Generalitat.
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