Tras la nevada
Y el sol salió al fin en Toledo
Más de siete mil kilómetros de carreteras castellanomanchegas se han visto afectados por Filomena
Salir este fin de semana por Toledo no era una cuestión fácil. Ni siquiera a por tabaco. Quizá Filomena haya sido la última buena excusa para dejar de fumar. La nieve casi de medio metro que se acumulaba en las calles del Casco Histórico de la ciudad milenaria sorprendía a sus vecinos que salían a la búsqueda de víveres en algunos momentos; otras, a por tabaco; y en las más benévolas de las ocasiones, al encuentro de una instantánea histórica. Nadie de los que vive aquí recuerda una nevada como esta, en la que la nieve alcanza las rodillas y se utilizan crampones para andar. La situación ha mejorado con la llegada del domingo, pero el hielo se ha convertido en el peor aliado de los castellanomanchegos, los cuales se han visto obligados a extremar precauciones, con el fin de no resbalar por los senderos que previamente habían abierto ellos mismos.
Toledo había sufrido nevadas con anterioridad, pero nunca de manera reciente como esta. El viernes el ayuntamiento solicitaba la ayuda de la Unidad Militar de Emergencia porque hasta para circular por la ciudad eran necesarias las cadenas. La complicada orografía del urbanismo medieval hacía imposible que los vehículos pasaran por las calles más empinadas del Casco Histórico. Durante dos días seguidos, la nieve ha ido cubriendo como un manto blanco la Ciudad Imperial. El final de la Navidad ha traído la construcción de un portalito de Belén en apenas cuarenta y ocho horas. A la llegada de las casi 72 horas ha sido el desenlace, que, sin duda, dejará las consecuencias propias de la nevada.
Sin embargo, la situación no es tan idílica como pudiera suponerse tras los cristales, escuchando a Adamo y su “Cae la Nieve”. Las dificultades se han ido extendiendo como el propio manto blanco con que se cubría la ciudad al resto de la comunidad autónoma. Más de siete mil kilómetros de carreteras se han visto afectados por Filomena en Castilla-La Mancha, lo que ha provocado el mayor dispositivo puesto en marcha por la región en su pequeña historia. Medio millar de personas han trabajado de manera incesante desde el pasado lunes para paliar los efectos del temporal en la comunidad autónoma. “Me dice la Aemet que, según sus datos, nada parecido se ha visto por aquí desde 1904”, asegura Nacho Hernando, consejero de Fomento.
Pese a ello, las dimensiones de la nevada provocaron cortes de carreteras principales, ausencia de suministro eléctrico en casi treinta mil abonados de la comunidad autónoma y la suspensión de las clases para mañana y pasado en Castilla-La Mancha. Una decisión que se adoptó ayer en la reunión de coordinación ante la emergencia climática que se desarrolló con la presencia del presidente de la Junta, Emiliano García-Page. Una vez que Filomena dé sus últimos coletazos, los trabajos se centrarán en la ingente tarea de regresar, poco a poco, a la normalidad tras la tremenda cantidad de nieve caída en las últimas setenta y dos horas.
Los aparcamientos de vialidad invernal han rebosado estos últimos días debido a las inclemencias del tiempo y la imposibilidad de garantizar el tránsito por las principales carreteras nacionales que atraviesan la comunidad autónoma. Algunos ayuntamientos como los de Tarancón, Belinchón o Minglanilla tuvieron que improvisar ayudas para muchos de ellos, mientras trabajadores de la empresa pública Geacam intentaban acercar víveres a camioneros que quedaron embolsados en otros puntos de la región, como la A-2 en Guadalajara.
La Unidad Militar de Emergencia también operó en la región y, probablemente, tenga que seguir haciéndolo unos días. La Sierra del Segura en Albacete fue escenario de la llegada de un centenar de sus miembros para paliar los efectos del temporal, que dejó ya el jueves capas de cincuenta centímetros de nieve en localidades como Yeste o Nerpio. La supresión de líneas de autobuses y la situación en hospitales, algunos de muy difícil acceso como el Valle de Toledo, y en residencias de ancianos, con personal doblando turno y durmiendo dentro ante las dificultades de movilidad, completan el panorama de Filomena.
Lo más asombroso de todos estos días es cómo algunos aprovecharon este sábado para sacar sus equíes y practicar deportes de invierno por algunas de las empinadas calles del Casco Histórico de Toledo, como la Subida del Cristo de la Luz. Pese a ello, los inconvenientes son mucho mayores que las insólitas ventajas. De ahí que los últimos copos de Filomena hayan sido recibidos con alivio, aunque sin perder la cautela. Es como si el temporal también se hubiera ido a por tabaco y no volviera nunca. Por cierto, el dueño de un bar del Casco abierto ayer era el único que vendía cajetillas. Otra razón más para dejar de fumar.
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