Choque en el Gobierno

Podemos replica a Sánchez: «Con violencia, no hay democracia»

El presidente condena las protestas y los altercados por el rapero Hasel tras tres días de silencio. Los de Iglesias no se sienten desautorizados e insisten en que el vandalismo está justificado

72 horas. Pedro Sánchez ha roto su silencio tres días después de que arrancaran los disturbios en varias ciudades de España en el marco de las movilizaciones de protesta contra la entrada en prisión de Pablo Hasel. El presidente del Gobierno lo ha tenido que hacer, además, al hilo de otra de las polémicas que recorre el Consejo de Ministros y que tiene en el punto de mira a su socio de coalición. Los morados han evitado condenar la violencia y mantienen el pulso abierto en campaña por el cuestionamiento a la normalidad democrática de España. Tras las elecciones, que arrojaron un buen resultado para la coalición, el clima, lejos de mejorar, ha empeorado y el malestar recorre los pasillos de La Moncloa.

En Unidas Podemos hacen oídos sordos a las peticiones de condena que llegan desde la oposición y desde el propio Gobierno, al igual que a la desautorización del portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, que alentó las manifestaciones violentas este miércoles. El partido no realizará de manera pública ninguna condena de los hechos, porque entiende que todos sus dirigentes rechazan «cualquier tipo de violencia» y utilizarán el ruido mediático para seguir profundizando en su estrategia de que no hay democracia plena en España. El partido del vicepresidente, de hecho, enmarca precisamente este tipo de manifestaciones como un síntoma de que la democracia es mejorable en el país: «Si hay violencia no hay democracia», resumen. De esta manera, se produce una enmienda a las palabras del presidente que ayer desde Extremadura se pronunció rotundo en el sentido de que «en una democracia plena como es España, la violencia es inadmisible».

El socio minoritario trata de redirigir el foco y enmarcar que la magnificación de las protestas se debe a los «abusos policiales» y no a los actos radicales que profirieron contundentes daños materiales en Madrid y en Barcelona. Fuentes cercanas a Unidas Podemos no ven necesaria una condena pública puesto que «es evidente que Podemos no apoya la violencia, lo que hace innecesario una condena a los actos que puedan producirse en un determinado lugar», remarcan. El partido aclara así que no comparte las imágenes violentas de estos días. «Son imágenes lamentables», en palabras del jefe parlamentario de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens, pero, advierte de que no debe «desviar la atención del problema de fondo que las ha originado», que sería, el encarcelamiento de Hasel, es decir «las anomalías» del sistema democrático.

En el extremo contrario se ubican los dirigentes socialistas que han salido en las últimas horas a criticar los postulados de Podemos e incluso desde el propio Gobierno, por boca de su vicepresidenta Carmen Calvo y de otros ministros, censuraron el «aliento» que desde Podemos se daba a los violentos. El clima de hartazgo que palpita en el PSOE obligó a Sánchez a pronunciarse ayer en un acto público en el que lanzó un dardo a Iglesias, reivindicando la «democracia plena» y condenando la violencia de manera clara. «La democracia española tiene una tarea pendiente que es ampliar y mejorar la protección de la libertad de expresión. Existe además un consenso amplio dentro de la sociedad para amparar mejor la libertad de expresión en línea con la regulación que existe en otros a de los países europeos. Y el Gobierno mejorará la protección legal de la libertad de expresión», aseguró el presidente.

Desde el Ejecutivo defienden que la batalla por ampliar los derechos, en este caso el de expresión, se debe hacer desde el plano legislativo y no desde el meramente reivindicativo y recuerdan que el Gobierno ya está trabajando en una reforma del Código Penal que prevé la despenalización de los delitos asociados a la libertad de expresión en el ámbito artístico. Los socialistas muestran su hartazgo y sienten que «no podemos seguir así», porque viven instalados en un polvorín constante que puede explotar en cualquier momento. Sin embargo, desde Moncloa se recuerda que este tipo de actitudes de Podemos, lejos de perjudicar a Sánchez lo que hacen es que se perciba al presidente del Gobierno como un perfil moderado, que puede ser la casa común de votantes de izquierda y del centro, mientras que los morados se escoran en la radicalidad con estos posicionamientos.

Los morados continúan así con la estrategia por la que apostó antes de las elecciones catalanas de volver a tomar las calles para recabar el apoyo más antisistema, el cual les propició su asalto a las instituciones públicas en 2015. Una hoja de ruta dirigida a dos vías específicas en estos momentos; uno, recuperar al votante desencantado con el partido tras un año dentro del Ejecutivo, a la par que acallar las críticas internas que ya afloran al analizar que por entrar en Moncloa han renunciado a ser la alternativa del Gobierno y, dos, proteger la negociación en ciernes del futuro Govern en Cataluña, donde tratan de explorar conversaciones con ERC y la CUP, en visos de que un tripartito con ERC y PSC fracase.