Nacido el 23-F

“Tejero le dijo a mi padre que le sorprendió que el golpe no se saldara con sangre”

A Juan Enrique Gonzálvez le llamaban «Tejerín» por haber nacido en tan señalada fecha. Ahora, como profesor, lucha para que lo ocurrido aquel día no sea olvidado por los jóvenes

Juan Enrique Gonzálvez posa para LA RAZÓN en la puerta del Congreso de los Diputados
Juan Enrique Gonzálvez posa para LA RAZÓN en la puerta del Congreso de los DiputadosCipriano Pastrano DelgadoLa Raz—n

Cuando Juan Enrique Gonzálvez, profesor de la Universidad Complutense, utiliza en clase como recurso la famosa frase de Sabino Fernández Campo «ni está ni se le espera», los alumnos le miran atónitos. No saben de qué habla. Han pasado 40 años desde entonces y las nuevas generaciones han dejado en el olvido lo que ocurrió aquel fatídico 23 de febrero de 1981, que marcó un hito en la historia de la incipiente democracia de España.

Una fecha que, para él, además, tiene un doble significado, pues aquella mañana de tardío invierno Gonzálvez aterrizaba en este mundo por voluntad del destino y el azar. Horas antes de que se perpetrara el golpe de Estado, su madre, Teresa, ingresaba en el madrileño Hospital del Aire de Arturo Soria (ya extinto) para dar a luz. Su padre, José, aunque todos le conocían como Pepe, era militar, así que aquella jornada no fue sencilla. Ni por los nervios de ser padre por cuarta vez ni por la que intuía que se avecinaba en el país.

«Él estaba muy preocupado por lo que se iba escuchando. Se había pronunciado siempre a favor de la democracia y sabía que si triunfaba el golpe iba a tener problemas», relata ahora su hijo, que está a punto de celebrar su 40 cumpleaños. Nació a las 9:45 de la mañana «y todo fue bien, no hubo ningún contratiempo». Fue su hermano mayor Pepito, que en ese momento tenía 13 años, el que llegó con la noticia del golpe al hospital: «Estaba en el conservatorio, pero, al parecer, como vieron que la situación se iba complicando mandaron a casa a todos los alumnos. Me cuenta que mi padre le preguntó que por qué regresaba tan pronto de clase y dijo que porque habían dado un golpe de Estado. Mi padre le dio un buen cate en la cabeza y le dijo que eso no se decía. La verdad es que hemos recordado ese momento muchas veces en reuniones familiares», dice este docente que imparte la asignatura de Psicología de la Comunicación.

Plan de fuga en el Seat

Gracias a varios amigos militares de la familia que acudieron a felicitar a los Gonzálvez Vallés por la nueva criatura, Teresa y Pepe iban conociendo lo que sucedía en el Congreso de los Diputados. También lo hicieron a través de la radio que permanecía encendida en la habitación. «Cuando ya fuimos mayores, mi padre nos contó que él había diseñado un plan de fuga por si el plan de Alfonso Armada y Antonio Tejero concluía con éxito. Cogería su Seat e iría a refugiarse en el pueblo de mi madre, El Picazo, en Cuenca. Lo tenía todo muy bien preparado, pero por suerte no tuvo que hacerlo efectivo», relata.

Pero su despliegue de anécdotas de aquel día no termina aquí. Una vez se sofocó el levantamiento reaccionario y sus responsables fueron detenidos, se les trasladó a los calabozos del Centro Geográfico del Ejército, ubicado en el barrio de Campamento, en Madrid. Precisamente el lugar en el que estaba destinado el padre de Juan Enrique: «Mi padre y varios compañeros, algunos de ellos más partidarios del golpe, bajaron a ver a Tejero. Estuvieron un buen rato hablando con él. Le preguntaron que cómo había sido posible que aquello no hubiese acabado en un derramamiento de sangre. El golpista les respondió que él tampoco lo entendía, que era llamativo que el desenlace hubiera sido incruento, sin ningún fallecido. Todos se quedaron sorprendidos», rememora hoy su hijo, quien confirma que en su familia se ha hablado mucho de aquella «ajetreada» jornada que forma parte indiscutible de su ADN.

El hecho de haber venido al mundo en una fecha tan señalada, a Juan Enrique le ha marcado de por vida. Los amigos de su padre siempre le llamaban «El Tejerín», en alusión al guardia civil que «taladró» los techos del Congreso de los Diputados. «Y lo bueno es que nadie se olvida nunca de felicitarme. Ahora existen recordatorios a través de las redes sociales, pero antes no y, aun así, todo el mundo al escuchar por la televisión que era 23-F y que se cumplía tal o cual aniversario siempre me llamaban».

¿Quién es Tejero?

Este profesor y periodista de formación siempre sintió gran curiosidad por todo lo ocurrido esa fecha. Por eso, desde su juventud comenzó a leer libros de historia que le ilustraban el tema, así como películas y series que versaban sobre lo propio. Por este motivo, le suscita una gran desazón el comprobar que, para las nuevas generaciones, aquello que supuso un antes y un después en nuestra historia, no promueve ningún interés. «Llevo dando clase desde 2008 y cuando por cualquier motivo sale a colación el 23-F tengo que explicárselo desde el principio. Qué pasó y qué supuso ese golpe de Estado. Quién fue Sabino Fernández Campo y el general Juste. Es una lástima. Cuando les relato lo sucedido algo parece sonarles, pero no lo ubican en el tiempo como sí hacen con las victorias de España en el Mundial de Fútbol o las Eurocopas. También hay que reconocer que siempre hay excepciones y contados estudiantes sí saben de lo que estoy hablando», afirma.

Para este madrileño «hijo» del golpe fallido, «es imprescindible conocer nuestra historia desde todos los puntos de vista para no repetir los errores. Hay fechas que son dignas de mención, incluso figuras muy importantes que no conviene olvidar, pero los chavales están a sus cosas».

A quien sí suelen identificar, dice, es a Antonio Tejero, «pero no por el 23-F sino porque salió en las noticias durante la exhumación de Franco, mientras algunos le esperaban en el cementerio de Mingorrubio», aclara. Del resto de los protagonistas de aquella jornada poco saben. «Y es curioso, ahora que se habla tanto de los ’'influencers’', ese día el gran ’'influencer’’' fue el Rey Juan Carlos, pues demostró su gran capacidad de influencia sobre el Ejército al paralizar el golpe con tan solo una llamada. El trabajo del Monarca aquel día fue irreprochable e intachable. Y decir ahora esto de él parece que no está de moda, pero si en España triunfó la democracia fue gracias a Don Juan Carlos. Lo que haya hecho después es otra cosa y no hay que mezclarlo», apunta Gonzálvez, quien también destaca el trabajo de Sabino Fernández Campo «que aunque su figura no se ha magnificado hasta el punto que se debiera haber hecho, fue el gran urdidor del plan para acabar con los militares rebeldes. En definitiva, fue el gran hombre que estuvo siempre detrás del Rey».

¿Cómo imagina Juan Enrique que hubiera sido su vida si el día en que nació se hubiera dado carpetazo a la democracia? «Pues mucho peor, evidentemente. Se hubiera continuado con el régimen de Franco a través de una figura que nunca sabremos quién habría sido. Parece que detrás de todo estaba el general Armada, ¿quizá hubiera sido él? Eso nunca se sabrá. Y es mejor así».

Y de vuelta a aquella mañana del 23-F, al filo de las diez de la mañana, nuestro protagonista quiere recordar a su madre, Teresa, quien quedó en un segundo plano «ante lo que estaba sucediendo», pero «ella siempre estuvo muy tranquila, muy cansada por el parto pero quizá le ayudó a vivirlo de una manera diferente que el resto». La tradición castrense siguió después de Pepe, que falleció hace tiempo. Sus hermanos mayores están en el Ejército, incluso el sobrino mayor de Juan Enrique es teniente.

«Todos estamos orgullosos de ellos, de los principios y valores de nuestro Ejército en defensa de la democracia. Por ello, como podrás comprender, hablar del 23-F es una constante en nuestra familia y muchos me dicen: ’'Anda que tú naciendo y España de juerga’'», describe Gonzálvez con una sonrisa y la intención de que, al menos, en sus clases, nadie pueda decir que no supo lo que ocurrió hace cuarenta años.