Defensa
El astillero de Navantia en Cartagena ultima estos días los preparativos para un acontecimiento histórico: la puesta a flote del submarino S-81 “Isaac Peral”, el primero de una serie de cuatro modernos submarinos que entrarán en servicio en la Armada española en los próximos años. Será el próximo día 22 de abril,en un acto que presidirá el Rey Felipe VI, como capitán general de las Fuerzas Armadas.
Hay que retroceder nada menos que 37 años para encontrar un hito similar. En noviembre de un lejano 1984 tenía lugar la entrada en el agua del último sumergible construido en estas instalaciones para la Armada, el S-74 “Tramontana”, todavía en servicio. Mucho ha llovido desde entonces.
El conocido como programa S-80 Plus representa un antes y un después en la construcción naval española. El buque resultado de este proyecto está considerado uno de los submarinos convencionales (los no dotados de propulsión nuclear) más avanzados del mundo, el que más según el astillero. En su interior contará con tecnologías únicas, como un innovador sistema para realizar patrullas bajo el agua durante más de 15 días sin la necesidad de salir a flote, y permitirá a la Armada dar un salto abismal en cuanto a capacidades, reforzando un arma submarina muy mermada los últimos años. Hoy solo cuenta con dos veteranos submarinos, el “Galerna” y el citado “Tramontana”.
Capacidad de diseño y construcción
Este proyecto también tiene notables implicaciones estratégicas. España pasará a ser uno de los pocos países del mundo con la capacidad para diseñar y construir un submarino. En este selecto club están, por supuesto, las tres grandes potencias militares, Estados Unidos, Rusia y China, y otros seis países: Francia, Alemania, Reino Unido, Suecia, Corea del Sur y Japón. Nadie más. Para entender lo difícil que es diseñar y poner en servicio un submarino es común comparar su construcción con el desarrollo de una nave espacial. En ambos casos, hay que actuar en un medio totalmente hostil, lo que supone todo un desafío para los ingenieros.
La ceremonia de puesta a flote del Isaac Peral está prevista para el próximo día 22 de abril. Se trata de un hito decisivo y muy esperado en un programa complejo no exento de contratiempos. El S-81, con unas 3.000 toneladas de desplazamiento, dejará atrás el taller para entrar en el agua, donde comenzará una fase de exhaustivas pruebas, primero en puerto, y, después, en mar abierto, que concluirán a principios de 2023 con la entrega del buque a la Armada, según el calendario previsto.
Los trabajos en este primer submarino se han acelerado las últimas semanas. Los operarios de Navantia han completado el embarque de todos los elementos de baterías, tanto de la cámara de proa, como de la de popa, y han realizado el cambio de cama de construcción para la puesta a flote. También están ya embarcadas todas las consolas multifunción y están finalizando la disposición, tanto de la cámara de mando y control, como la de habitabilidad.
Entre los trabajos pendientes todavía antes de la puesta a flote se encuentran el montaje de bloques de superestructura y la hélice, la instalación definitiva de las tuberías, las pruebas de tanques de lastres, el engrase de timones, y finalmente el pintado y preparación para el acto de flotadura, que incluye el traslado del submarino a la antegrada, así como el engalanado del buque.
Pruebas en el puerto y en mar
Una vez en el agua, el submarino quedará amarrado en el muelle de armamento, donde se iniciará la etapa de pruebas en puerto. Esta etapa incluye las pruebas elementales de aceptación del fabricante y la evaluación de aquellas prestaciones o funcionalidades que puedan verificarse sin necesidad de salir a navegar. Esta fase se prolongará durante nueve meses aproximadamente, de acuerdo con el calendario actual del programa. Después, si todo marcha según lo previsto, en el primer trimestre de 2022 darán comienzo las pruebas de mar en las aguas de la bahía de Cartagena. El submarino efectuará las primeras inmersiones y patrullas en mar abierto. Esta será la última fase de pruebas y se extenderá en torno a un año.
La Armada iniciará las operaciones con el S-81 “Isaac Peral” en febrero o marzo de 2023, es decir, dentro de unos dos años. Después, llegarán el S-82 “Narciso Monturiol”, en diciembre de 2024; el S-83 “Cosme García”, en octubre de 2026; y el S-84 “Mateo García de los Reyes”, en febrero de 2028.
La renovación de la flota de submarinos es la prioridad número uno de la Armada. La situación es crítica. Como decíamos al principio, en la actualidad solo hay dos sumergibles en servicio, después de la jubilación del “Mistral” hace pocos meses. Se trata del número más bajo desde los años 70 del siglo pasado y a todas luces es insuficiente para un país como España con una clara condición marítima (dos archipiélagos, ciudades y enclaves en el norte de África y apertura a dos mares).
De hecho, en la práctica, solo uno está operativo, el “Tramontana”, puesto que “Galerna” está inmerso en la recta final de su quinta gran carena, una revisión en profundidad de todos los equipos y sistemas. Ambos superarán las cuatro décadas en servicio, después de programas para alargar su vida operativa con el objetivo de no perder una capacidad clave. Esta anomalía comenzará a revertirse progresivamente a partir de 2023.
La dotación de quilla
La primera tripulación del “Isaac Peral” también está prácticamente lista, después de un exhaustivo proceso de formación que ha durado más de un año. En los nuevos buques su primera dotación es la conocida como dotación de quilla, y se constituye en varias fases mientras la embarcación todavía está en construcción. Sus integrantes reciben el entrenamiento necesario para operar el buque y están asignados en dicha plaza por un periodo de tiempo mayor del habitual.
En este caso, buena parte del adiestramiento se ha efectuado en los dos simuladores del S-80, instalados en la Escuela de Submarinos de la Armada en Cartagena. Durante los últimos meses, los miembros de esta primera tripulación también han recibido cursos de mantenimiento y empleo de la plataforma y los sistemas de combate por parte de Navantia y de las empresas suministradoras de equipos. El S-81 tiene además ya un comandante. Esta responsabilidad recae sobre el capitán de corbeta Manuel Corral Irazo que tomaba posesión del cargo a principios de este mes de marzo.
Casi 29 millones de horas de trabajo
El programa S-80 Plus tiene un importante impacto en el empleo y en la economía local. Para la comarca de Cartagena, la construcción de los submarinos implica 19,9 millones de horas de trabajo en producción y 6,6 millones de horas de ingeniería. Estas cifras se traducen en cerca de 2.000 empleos directos y de industria auxiliar en la Región de Murcia y hasta 7.000 en periodos de alta carga, incluyendo indirectos e inducidos, lo que supone el 10 % del empleo industrial de la comunidad.
Según los datos que maneja Navantia, por cada empleo directo se crean de forma adicional (industria auxiliar, indirecta e inducido) hasta seis empleos a nivel regional. Desde el punto de vista económico, el proyecto contribuye con más de 250 millones de euros anuales al PIB español. Más de 80 millones de euros son aportación directa al PIB regional (1% PIB Murcia).
En el programa también participan otras áreas de Navantia. La división de Sistemas diseña e integra todos los sistemas del submarino: de combate, de comunicaciones, de control de plataforma. Estos trabajos implican más de 1,8 millones de horas de trabajo y medio centenar de empleos en esta unidad de negocio, ubicada en la bahía de Cádiz. Por su parte, la fábrica de Turbinas de Navantia Ferrol fabrica los tubos lanzatorpedos y pasos de casco. Estas tareas suman unas 450.000 horas de trabajo, lo que se traduce en otros 45 empleos.