España
Crowdfunding para la Historia
El toledanista Eduardo Sánchez Butragueño busca apoyos para una nueva edición de Toledo Olvidado, el registro fotográfico más extenso de la Ciudad Imperial
“Ser de Toledo, vivir en Toledo, habitar Toledo te hace sentir engranado en la Historia, formar parte de una inmensa cadena de personas que han hecho una labor inconsciente a lo largo del tiempo, porque la Historia no solo la hacen los grandes personajes... Te hace sentir especial, sabes que eres parte de la Historia misma”.
Eduardo Sánchez Butragueño (Toledo, 1977) se esconde tras sus gafas de pasta. Es un toledano tímido, de mirada arbórea, dulce y cálida. Ha desarrollado una carrera meteórica desde diferentes puestos de responsabilidad en la empresa privada hasta llegar en la actualidad a la dirección de la Real Fundación de Toledo, una de las instituciones de mayor prestigio de la ciudad. Pero en lo que ha sido verdaderamente estratosférico, sideral incluso, ha sido en el amor por su ciudad... Hasta el punto de crear el mayor archivo fotográfico existente de Toledo.
“Mis padres fueron quienes me abrieron los ojos a la ciudad en que había nacido... Mis hermanos y yo nacimos en la maternidad que había al lado de la Sinagoga del Tránsito, en plena Judería... Como sabes, desde niño, he sido muy aficionado al Club Deportivo Toledo... Comencé a coleccionar cosas de fútbol, cromos... Hasta que, siendo algo mayor, empecé con cosas más serias... Y ahí empezó mi amor por la fotografía y más en concreto, por la fotografía antigua”.
Y es que Eduardo Sánchez Butragueño posee treinta y cinco mil fotografías de Toledo digitalizadas, que van desde los albores de los daguerrotipos de mediados del XIX hasta la actualidad. “Todo comenzó en 2006 cuando una compañera me pasó un CD con fotos digitalizadas de Toledo. Muchas las tenía, pero lo que me llamó la atención es que todo el material que yo poseía en papel, si quería compartirlo y ponerlo a disposición de la ciudadanía, debía pasarlo a digital. Y ahí empecé el trabajo... Primero con el blog y ahora con los libros”.
Un blog de 2008, “el Pleistoceno de Internet”, que llega a nuestros días, pero que en 2012 ya da lugar a la primera entrega de la saga que ahora busca su quinta edición. “Empecé compartiendo fotos con amigos por correo electrónico con el título Toledo Olvidado, de ahí viene el nombre de la colección... Lo de hacerlo por crowdfunding va mucho con mi manera de ser... No dependes de subvenciones, eres independiente y realmente solo te de debes a tus mecenas... Desde diez euros a los mecenas mayores de ciento veinte euros, o la aportación más normal de un libro, treinta euros... El micromecenazgo es también una forma de hacerles cómplices, partícipes a todos ellos del fruto de este trabajo”.
Eduardo posee en su haber documentos insólitos, como la Puerta de San Ildefonso, derribada en 1871 por la dinamita que destruyó los restos del artificio de Juanelo que estaban más abajo. Esa puerta, al lado del Puente de Alcántara, no aparecía en fotografía alguna; solo en grabados y dibujos. Eduardo posee el único documento que la muestra tal cual era, en un daguerrotipo que llegó a él casi por casualidad. “Son muchas horas sin sueño, muchas noches despierto, una labor de hormiguita, una o dos horas diarias antes de acostarme... Pero merece muchísimo la pena”, dice este padre de tres hijos.
Sus seguidores son legión. Solo en redes sociales tiene cuarenta mil y para esta quinta entrega de su Toledo Olvidado promete no defraudar. “Son trescientas cincuenta fotografías nuevas, totalmente inéditas, que abarcan todas las etapas posibles, desde el XIX hasta el XX, pasando por la Guerra Civil, la postguerra, hasta llegar prácticamente a nuestros días”.
Sánchez Butragueño busca recaudar doce mil euros, “aunque luego los gastos del libro siempre se van a más porque afortunadamente son ediciones muy cuidadas”. Comenzó con una tirada de mil quinientos ejemplares y ahora ya casi alcanza los mil más. Eduardo es uno de los eslabones más jóvenes del toledanismo, aquella corriente que podría llegar a definirse como la pasión infinita e indescriptible por una ciudad fieramente humana que ha llegado viva del tiempo al corazón.
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