Testigo directo

Redadas masivas en el polvorín de Ceuta

Algunos se esconden en las escolleras del puerto y otros huyen al monte para burlar los controles que se multiplican por la ciudad

Ceuta se ha convertido en un polvorín. Mientras las autoridades tratan de recolocarlos en albergues, pabellones y otras instituciones públicas, el mayor problema ahora se encuentra en los centenares de inmigrantes que siguen dispersos por toda la ciudad. Según un acuerdo al que ha llegado España con Marruecos, cada dos horas serán devueltos al reino alauí cuarenta de los marroquíes que atravesaron esta semana la frontera (un total de 8.000 lo hicieron en apenas 48 horas). Por este motivo, ayer las calles de la ciudad autónoma estaban repletas de furgones de Policía que iban «a la caza» de indocumentados. Así, este diario pudo ser testigo de varias detenciones a pie de calle. La Policía Nacional exigía la documentación de los interceptados y al no poder ofrecerla, les esposaban y les metían en el furgón rumbo a la frontera. En concreto, bajo el puente del Club Náutico fueron apresados dos jóvenes de unos 25 años.

Un grupo de marroquíes y un hombre con una bandera de España, discuten en el centro de Ceuta
Un grupo de marroquíes y un hombre con una bandera de España, discuten en el centro de CeutaAlberto R. RoldánLa Razón

Así fueron despejándose numerosos parques y plazas que esta semana han estado abarrotados de jóvenes que dormían y comían en lugares públicos. Con el paso de las horas ha surgido también tensión entre los propios inmigrantes que, ante la falta de recursos, habrían comenzado a pelear entre ellos y a robarse los unos a los otros. «Esta situación es insostenible, da pena ver la ciudad así. Y los que al final se quedarán aquí serán los que luego delincan, porque aunque hayan venido algunos con algo de dinero, pronto se acabará y los problemas aumentarán», explica Chelo, una comerciante que ha visto cómo muchos de los marroquíes han entrado en el supermercado colindante pidiendo bolsas de comida.

Ante el aumento de la presión policial para despejar las diferentes zonas de la ciudad, los que tienen como objetivo real llegar a la Península se las ingeniaban para huir de los controles. Así se escondieron en lugares estratégicos de la montaña donde es muy complicado localizarlos y también en las escolleras del puerto, una zona repleta de piedras y recovecos donde se esconden y esquivan a la Policía. Aunque no siempre les sale bien.

Muchos inmigrantes han permanecido ocultos entre los bloques de hormigón
Muchos inmigrantes han permanecido ocultos entre los bloques de hormigónAlberto R. RoldánLa Razón

LA RAZÓN comprobó cómo en uno de esos lugares cercanos del puerto donde los barcos parten a la Península, la Policía Local sorprendió a siete menores. En este caso, los agentes hicieron la vista gorda y tras un rato de conversación con ellos se marcharon de la zona previos gestos de agradecimiento por parte de los inmigrantes. Una vez que el coche policial abandonó la zona, muchos otros que sí habían permanecido ocultos entre los bloques de hormigón salieron a reencontrarse con sus compañeros. Las quejas de los vecinos se multiplican según avanzan los días porque el ambiente en su ciudad continúa siendo complicado: «Y ahora llega el fin de semana y tenemos miedo de que nuestros hijos salgan a la calle. Aquí siempre hemos sido muy comprensivos con la inmigración porque estamos acostumbrados a ella, pero esto ha sido exagerado. No es que sean violentos, de momento, pero, claro, tienen necesidades y es fácil que si se encuentran por la calle con grupos de ceutíes jovenes les roben el móvil o algo de dinero», afirma Miriam que camina por la vía principal de la capital.

Varios operarios limpian las playas de El Tarajal, ayer, en Ceuta
Varios operarios limpian las playas de El Tarajal, ayer, en CeutaAlberto R. RoldánLa Razón

La cara de cansancio y desesperación de los exiliados es patente. Y también la tristeza. Más aún después de saber que, al menos, dos de ellos murieron en el intento de cruzar el espigón. Ayer se supo que uno de los cadáveres encontrados flotando en el mar era el de un chico de 19 años procedente de Castillejos, el poblado marroquí más cercano a la frontera. Precisamente en esta localidad es desde donde, ahora, Marruecos fleta numerosos autobuses para devolver a sus ciudades de origen a los que el lunes y el martes cruzaron el espigón. Algunos, todavía esperan sentados en la valla, a las puertas del lado español de la valla, para regresar casa. «¿Para Marruecos?», pregunta un joven a un guardia civil, que le indica el camino con un gesto.