Podemos

Un Vistalegre para resignados

Ione Belarra, la designada por Iglesias para gestionar la herencia, aunque no para revolucionar el proyecto, es secretaria general de hecho y derecho con el 89% del apoyo de la militancia

-FOTODELDIA- ALCORCÓN (C.A. DE MADRID), 13/06/2021.- La ministra española de Derechos Sociales, Ione Belarra, da un discurso durante la segunda y última jornada de la IV Asamblea de Podemos este domingo, en la localidad madrileña de Alcorcón. EFE/Fernando Alvarado
-FOTODELDIA- ALCORCÓN (C.A. DE MADRID), 13/06/2021.- La ministra española de Derechos Sociales, Ione Belarra, da un discurso durante la segunda y última jornada de la IV Asamblea de Podemos este domingo, en la localidad madrileña de Alcorcón. EFE/Fernando AlvaradoFernando AlvaradoEFE

Ha nacido el “nuevo Podemos”. Al estilo de aquellos jerarcas de la Unión Soviética, la “señalada” ha ocupado sin contratiempos el primer sillón del politburó morado. Ione Belarra ha cerrado oficialmente la etapa de Pablo Iglesias aunque, a diferencia de aquel Vistalegre I de octubre de 2014, en esta cuarta edición la ilusión ha dejado paso a la resignación y la utopía al desengaño, y del irónico “asaltar los cielos” solo queda la dacha -ese casoplón de la Sierra de Guadarrama reflejo de tantas cosas- que entierra bajo la piscina de Pablo Iglesias e Irene Montero las esencias de un partido que iba a ser y nunca fue.

Ione Belarra, la designada por Iglesias para gestionar la herencia, aunque no para revolucionar el proyecto, es secretaria general de hecho y derecho con el 89% del apoyo de la militancia. Eso sí, cada vez son menos los inscritos que participan en las decisiones del partido. Año tras año, la formación que nació con el objetivo de hacer políticas surgidas de abajo arriba ve cómo menguan las bases sobre las que se asienta una cúpula progresivamente más encapsulada. No se esperaban sorpresas en las urnas ni en los discursos de este Vistalegre IV y no los ha habido.

Sí que es alegórico el escenario escogido para el relevo del fundador, Alcorcón, como si el símbolo del original Vistalegre estuviera maldito. Algunos dicen que Vox les ha ganado la partida y que las huestes de Santiago Abascal han logrado sacarlos de la plaza de toros de Carabanchel. Y alegórico ha sido también un congreso con aspiraciones de catártico donde Iglesias estaba desaparecido, pero “Pablo” más presente que nunca. “Esta es tu casa”… lo que se le dice con cortesía a un visitante a quien, lógicamente, no se le dan las llaves de la vivienda.

De cualquier modo, desde su prematura jubilación política, Pablo Iglesias debe de estar satisfecho, porque su sucesora es, en realidad, “una de la suyas”. Una jerarca que si ha sobrevivido en la “nomenclatura” del partido es porque en estos últimos años jamás osó llevar la contraria al jefe. La navarra sabe bien cuál fue el destino de los discrepantes: primero, las tinieblas interiores; luego, directamente, la purga y la defenestración.

Pero aquellos simpatizantes del Podemos de la primera hora, “creyentes de bien” en el proyecto levantado desde la rebelión ciudadana que buscaba regenerar la política y contribuir a una España mejor para las futuras generaciones, han recibido en estos días señales nada halagüeñas de lo que pretenden la lideresa y su nueva guardia de corps.

Por lo visto en la campaña de las primarias y por el desempeño de la nueva ministra de Pedro Sánchez, no parece que la formación de ultraizquierda vaya a virar hacia la defensa de una agenda social y laboral que reivindique las demandas y los problemas de millones de españoles arrollados por la brutal crisis generada por la pandemia.

Belarra ha hablado poco, más bien nada, del paro y de los ERTE. Poco del incalificable tarifazo energético, más allá de esa demagogia contra los empresarios marca de la casa pablista. Y nada de la mejor forma de repartir los 142.000 millones de los fondos europeos para que repercutan en la mejora de la situación personal y laboral de cada uno de esos españoles arrollados por la tormenta.

Eso sí, los militantes del partido de la formación que abandonó a los círculos saben de primera mano que su nueva número uno piensa mantener intacto el objetivo de su antecesor de dinamitar desde dentro el marco constitucional vigente. Aún más, la nueva “jefa” se ha atrevido a poner negro sobre blanco reivindicaciones que Iglesias nunca colocó sobre la mesa, como el regreso impune de Carles Puigdemont a España.

De lo demás, más de lo mismo. Un feminismo casposo capaz de aprovechar la podredumbre ética del terrible parricidio de las niñas tinerfeñas para estigmatizar a los adversarios. Y una irresponsable provocación a Marruecos poniendo palos en las ruedas a la labor diplomática callada que en diversas instancias trata de recuperar la relación con un vecino imprescindible.

Que todo cambie para todo siga igual. Podemos se ha “regenerado”. El rey ha muerto… ¡Viva el rey! La resignación es la nueva marca de la casa.