Sin contactos

Casado se queda sin vías de interlocución en Cataluña

El principal partido de la oposición afronta a ciegas la operación del Gobierno

El líder del PP, Pablo Casado durante una sesión de control al Gobierno.
El líder del PP, Pablo Casado durante una sesión de control al Gobierno.MariscalAgencia EFE

Pablo Casado se maneja a ciegas en la gestión de la operación del Gobierno de Pedro Sánchez en Cataluña. «Estamos fuera de juego», comentan en la dirección del partido. Desde el PP catalán reconocen que la situación actual es «crítica» porque han perdido prácticamente todas las vías de interlocución en este territorio. El nuevo equipo popular no ha acertado en la estrategia electoral, como así se puso en evidencia en los últimos comicios autonómicos, pero tampoco ha sido capaz de mantener la red de contactos que habían construido durante la etapa de Gobierno del partido.

El PP no tiene influencia en el Parlamento catalán ni en la sociedad civil y juega atado de manos ante un Gobierno de Sánchez que tampoco cuenta con ellos para tomar sus decisiones, pese a que afecten a cuestiones de Estado.

El PP catalán admite que el problema está en que han jugado demasiado a corto plazo, y con la cabeza más puesta en la rentabilidad electoral de su posición fuera de Cataluña que en las consecuencias de la misma sobre el terreno. Hoy, en el contexto actual, esta situación amenaza con devenir en un problema de Estado porque el líder de la oposición no tiene información para dar una respuesta sólida que vaya más allá del argumentario de siempre, en clave de partido, en relación al problema catalán. «Nos falta actualizarnos, lo que no quiere decir que dejemos de defender lo mismo de siempre. Pero no puede hacerse con los mismos instrumentos del pasado y sin saber qué está pasando», reflexionan en la organización regional.

Sin interlocución en Cataluña, sin partido y sin información: un coctel complicado de manejar incluso aunque la mesa de diálogo acabe convertida en una maniobra de distracción por parte del Ejecutivo y de ERC. Con un coste que afecta a la eficacia del líder de la oposición, como analizan dentro del PP. Los recelos internos a las protestas en la calle han crecido después de la concentración de Colón, y la recogida de firmas no avanza todo lo bien que quisieran. En Cataluña es un «sarpullido»: se deben a lo que dice Génova, pero la medida no les ayuda a ganar voluntades entre los catalanes.

Todo esta combinación de factores va a multiplicar sobre Andalucía la presión del pulso entre PSOE y PP. Será un feudo decisivo en cómo se resuelven las próximas elecciones generales, y el Gobierno de Sánchez ha decidido volcarse allí con todas la «cartas» que tiene en su mano. «La opinión de los indultos está mejorando en las encuestas. Cada vez está más cerca el alineamiento ideológico. Izquierda, a favor; derecha, en contra», sostienen en el PSOE.

Las decisiones orgánicas adoptadas en Cataluña y en el País Vasco confirman dentro de la organización popular que la dirección da por perdidos estos dos territorios, no apuesta a mejorar, comentan, sino a controlar las estructuras sin ambición electoral. En el caso catalán, la ruptura con las etapas anteriores, «aznarismo» y «marianismo», también ha influido en que el nuevo PP funcione de oídas y sin capacidad de contraatacar al aislamiento que alimenta Sánchez desde Moncloa. El miedo en el PP catalán es que la operación de Sánchez acabe de llevárselos por delante en las próximas elecciones, es decir, ven en juego la supervivencia de las siglas.