Casa Real
Felipe VI: del 3-O a firmar la excarcelación de los presos del “procés”
Moncloa ha modulado el papel del Rey en función de sus intereses
A las nueve de la noche del 3 de octubre de 2017, el Rey pronunció un discurso histórico sobre la consulta unilateral realizada por la Generalitat de Cataluña dos días antes. Sus palabras sonaron rotundas, a la altura del desafío que enfrentaba el Estado al que representa. Ayer, fiel otra vez a su papel institucional, Felipe VI rubricó con su firma el real decreto con la medida de gracia para los líderes del «procés» que se publica hoy en el Boletín Oficial del Estado (BOE). El Monarca se debe a su función como jefe del Estado y desde que se abrió el debate sobre los indultos no ha hecho mención alguna, aunque su opinión es clara si recordamos aquel 3-0 de hace cuatro años y su denuncia sobre «la deslealtad inadmisible» de la Generalitat.
Desde entonces la situación política es muy distinta. Si en 2017 estaba al frente del Gobierno el PP de Mariano Rajoy, beligerante contra el desafío secesionista, hoy es un Ejecutivo de coalición aupado por socios independentistas y separatistas el que está al mando y es responsable de la medida de perdón. Un Gobierno que ha medido con precisión cuál era el momento para que Felipe VI hiciera acto de presencia de forma reiterada en Cataluña justo en las jornadas previas y posteriores a la concesión de los indultos. En cumplimiento de su rol institucional, pero un paso medido con detalle.
Se trata sin duda de una estrategia que busca normalizar la presencia del Monarca y atemperar así el recuerdo del soberano tirón de orejas procedente de la Casa del Rey tras la algarada institucional del 1-O. La semana pasada, Felipe VI y Pere Aragonès compartieron un acto informal con empresarios en la Reunión Círculo de Economía de Barcelona, en la que se saludaron, pese a que el presidente catalán no asistió a la cena posterior y delegó en dos consejeras. Está previsto que ambos vuelvan a coincidir este domingo en la cena inaugural del Mobile World Congress (MWC) en la Ciudad Condal. Y el próximo 1 de julio, el Rey volverá a Cataluña para participar en la entrega de los premios Princesa de Girona. Citas que tienen lugar en el concreto periodo en que el Gobierno ha querido encauzar tanto las relaciones de la Generalitat como la presencia del jefe de Estado en Cataluña con encuentros que llevan implícita una alta carga simbólica.
Aunque en el trasfondo, los desplantes y las actitudes de rechazo sean difíciles de erradicar en determinados territorios. Así lo demostraron tanto el máximo representante de Cataluña, Pere Aragonés, como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que el miércoles estaban dentro del hotel junto a un grupo de empresarios y otras personalidades, pero no salieron a recibir a Felipe VI a su llegada. Ni al presidente de Corea, aunque sí posaran después en la foto de grupo.
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