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Carmen Calvo: La veterana que nunca encajó en la cúpula: «Es soberbia y osada»

Sus polémicas han sido sonadas; contra Franco y la RAE, entre otras. Sus adversarios la reprochan que «nunca ha coordinado»

Carmen Calvo
Carmen CalvoPlatónLa Razón

Ha ejercido como gran “fontanera” de Pedro Sánchez desde su llegada a La Moncloa. Pero en los últimos días era un clamor que la propia Carmen Calvo deseaba salir del gobierno. Hay quien dice que por sus desavenencias con el poderoso “gurú” Iván Redondo y las últimas batallas perdidas frente a Irene Montero. . Otros que por temas personales y un cierto cansancio. Lo cierto es que la hasta ahora número dos del gabinete deja de ser vicepresidenta primera del gobierno y se une a esa larga lista de grandes colaboradores “números dos” de un presidente, como en su día lo fueron Fernando Abril Martorell con Adolfo Suárez, Alfonso Guerra con Felipe González, y Rodrigo Rato con José María Aznar. A veces, en política, se cumple la canción de Rocío Jurado: “Se nos rompió el amor de tanto usarlo”. Lo suyo fue un flechazo político, cuando hace solo cuatro años, Pedro Sánchez era defenestrado como líder del PSOE y emprendía una dura batalla contra su rival, Susana Díaz. Con la vista puesta en Andalucía llamó a Carmen Calvo: “Me gustaría que me echaras una mano”. La cordobesa cogió el guante: “Pedro, cuenta conmigo en lo bueno y en lo malo”.

Y así fue cómo se fraguó una relación de estrecha confianza, que ni los más adversarios de la número dos del gobierno pudieron hasta el momento romper. Desde entonces, Carmen ha sido la mano derecha de Sánchez sin tapujos. En el partido, en la campaña electoral, en los debates parlamentarios del Congreso, en la exhumación de Franco y en la Mesa catalana de Pedralbes dónde se sacó de la manga la figura del relator. Pero Calvo tenía fuertes adversarios: “Precisamente lo que nunca ha hecho Carmen es coordinar”. La opinión era unánime entre dirigentes del socialismo andaluz, dónde la actual vicepresidenta del Gobierno no dejó muchos amigos. Carmen Calvo Poyato fue siempre un verso suelto del partido, la Junta de Andalucía y el Ejecutivo, con una verborrea incontenida y mucha soltura para convencer a sus líderes. Desde la Comisión de Subsecretarios y Secretarios de Estado, el gran organismo decisorio que presidía todas las semanas, algunos afirman que “Habla y habla, nos vuelve locos”. Ministros y socialistas veteranos la definen con una frase muy gráfica: “¡Ay Carmela, que vas por libre…!”. Como la protagonista en la película de Carlos Saura, ella es roja, brigadista y cantarina. Feroz defensora de la exhumación de Franco, radical feminista y contradictoria en varias decisiones del gobierno.

La cordobesa, una de las más fieles “apóstolas” del “sanchismo”, confesaba a veces que ella “lo hacía todo” frente al otro influyente “gurú” de Moncloa, Iván Redondo. A juicio de quienes bien la conocen Carmen es demasiado locuaz, vanidosa, soberbia y osada. Lo pudieron comprobar sus dos anteriores jefes, Manuel Chaves y José Luis Rodríguez Zapatero, testigos de sus fuertes desencuentros con algunas compañeras como Magdalena Álvarez y Rosa Aguilar. “A las dos las odiaba a muerte”, dice un destacado socialista andaluz. Como consejera de Cultura colmó la paciencia de Manuel Chaves que se la recomendó a Zapatero para el Gobierno de España. Durante su época en la Junta de Andalucía se llevaba a matar con la inefable Maleni, otra que no se paraba en barras, y la entonces alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar. Carmen nunca le perdonó a José Antonio Griñán sus preferencias por Rosa como cabeza de lista al Congreso por Córdoba y se vengó de él y su antiguo mentor, Manolo Chaves, con total indiferencia en el juicio de los ERE. “Fue una traidorzuela hacia quienes todo les debía”, advierten en el PSOE andaluz.

Famosa por sus frases altisonantes, “El machismo es fascismo”, o “El dinero público no es de nadie”, Carmen cautivó a Pedro Sánchez como Secretaria de Igualdad en la Ejecutiva Federal y logró ser el contrapeso de Soraya Sáenz de Santamaría durante la aplicación del 155 en Cataluña. Este fue el origen de su gran ascenso, dado que Sánchez valoró sus conocimientos jurídicos como profesora de derecho Constitucional que, a decir, de sus adversarios, no lo son tanto. Hermana de un histórico del partido andalucista de Rojas Marcos, Carlos Calvo Poyato, y separada de un dirigente del PSOE, el sociólogo profesor del Instituto de Estudios Sociales de Andalucía, Manuel Pérez Yruela, su labor como coordinadora del Ejecutivo tuvo sus altibajos. Carmen se erigió en decapitadora de Franco y el Valle de los Caídos, atacó el lenguaje “machista” de la Real Academia de la Lengua, y hasta increpó a un compañero masculino con una advertencia: “No me mires como voy peinada o vestida”. Contagiada por la Covid tras la manifestación del 8-M, siempre mantuvo intacta la confianza de Pedro Sánchez, hasta que apartada del conflicto catalán por Miquel Iceta, esta fue la gota que colmó el vaso para su salida.