Negociación

Esquerra y JxCat, enfrentados por los presupuestos del Estado

ERC quiere desligar las cuentas de la mesa de diálogo y los posconvergentes no

El president de la Generalitat de Catalunya Pere Aragonès acompañado del vicepresidente, Jordi Puigneró, y la consellera de presidencia, Laura Vilagrà, se dirige a celebrar la reunión semanal del Govern por primera vez tras las vacaciones de verano
El president de la Generalitat de Catalunya Pere Aragonès acompañado del vicepresidente, Jordi Puigneró, y la consellera de presidencia, Laura Vilagrà, se dirige a celebrar la reunión semanal del Govern por primera vez tras las vacaciones de veranoQuique GarciaEFE

Por primera vez, en años, la actividad política se ha ido de vacaciones en Cataluña. El independentismo se ha dedicado a sus interminables debates sobre cuál debe ser la estrategia y sobre quién es más independentista. De fondo, siempre la pérfida España, pero en este estío ni siquiera las diatribas se dirigían contra el Gobierno de Sánchez. Se quedaban en casa. Junts contra ERC, CUP contra ERC y Junts, y ERC contra Junts, mientras que dedicaba sus elogios a los anticapitalistas. El PSC de Salvador Illa con su oposición con guante de seda espera su momento, mirando de reojo a La Moncloa. Todos velan armas y la atonía se ha adueñado de la realidad. Ni siquiera la celebración de la Diada ha elevado el tono. Se ha preparado una «mini mani» para que no se diga y el merchandising ha bajado enteros: una camiseta, un euro. Eso sí, la camiseta es de 2020. Como apuntaba Albert Soler en El Periódico «constituye la más perfecta alegoría del “procés” que alguien pudiera imaginar: esto se derrumba».

Pere Aragonés ha cumplido cien días en el cargo, suficientes para plasmar su impronta aunque con un mandato plagado de incertidumbres. Hasta ahora el president ha evitado las estridencias de su antecesor, Joaquim Torra. Ha recibido al Rey, su Gobierno ha estado presente en todos los actos del Monarca, ha estrechado las manos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, alcanzando un pacto para la ampliación del aeropuerto de Barcelona, y no dejar en el tintero 1.700 millones de esa inversión que tanto demanda el independentismo, y uniendo fuerzas para la celebración de los Juegos de Invierno de 2030. Además, Aragonés ha normalizado la relación institucional con el Gobierno de España poniendo en marcha la Comisión Bilateral, reconocida en el Estatut de 2006, que tendrá resultados antes de fin de año. A partir de aquí, las tormentas.

La Mesa de Diálogo es todo un quebradero de cabeza para el independentismo. Es clave saber la composición de la delegación independista, porque de su composición se podrá leer su talante. La CUP no cree en ella y no estará. Junts la bombardea continuamente, pero, cosas de la política, si al final Sánchez y Aragonés no están presentes, la delegación catalana la encabezará Jordi Puigneró, el vicepresidente, miembro de Junts per Catalunya, que registra en todas sus declaraciones puyas contra la mesa. De hecho, ERC se ha mostrado la más fervorosa partidaria de la presencia de Pedro Sánchez en la mesa. El presidente estará seguramente acompañado por la vicepresidenta Yolanda Díaz, que ha demandado su presencia, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, la ministra portavoz y de Administración Pública, Isabel Rodríguez y el ministro de Cultura, Miquel Iceta, la voz del PSC. También aquí hay interrogantes. Si Sánchez no acude a la Mesa, la delegación quedará presidida por Yolanda Díaz de Unidas Podemos. La presencia del PSC también es un interrogante a tenor de algunas opiniones de La Moncloa que lo dejan fuera. En el PSC se quita importancia a esta opinión «porque está todo hablado y con quien lo tenemos que hablar», apuntaba un alto dirigente socialista.

La ampliación del aeropuerto de El Prat será un gran quebradero de cabeza para el independentismo. Tanto Junts como ERC tienen ruido interno. En ERC la cosa va a mayores porque la consejera de Medio Ambiente, Teresa Jordà, no está mucho por la labor y la delegada del Govern en Madrid, Esther Capella, no oculta su contrariedad al acuerdo, que es esgrimido por Jordi Puigneró como su propia bandera en su particular lucha interna en el seno del partido de Puigdemont.

Los presupuestos del Estado y de la Generalitat.ERC se va a dejar querer por el PSOE pero venderá caro su apoyo para evitar que Junts le organice una campaña acusándolos de «colaboracionistas autonomistas». Aragonés quiere deslindar la Mesa de Diálogo de los presupuestos, pero enfrente tendrá a los de Junts que quieren ligar ambos eventos. Si la Mesa fracasa, dicen, no es de recibo aprobar los presupuestos. Sin embargo, Junts se mueve en Madrid para no quedarse fuera de cualquier tipo de negociación. Además, Aragonés no debe esperar mucho de la CUP que ya anunciado su no a los números si se aprueba la ampliación de El Prat, y debe esperar que Junts intente confeccionar unos presupuestos que tengan poco que ver con las peticiones de la extrema izquierda plasmadas en un acuerdo con ERC.

Los socialistas se han ofrecido a apoyarlos, seguramente pensando en el apoyo de ERC en el Congreso y, sobre todo, para reforzar esa política de erosión constante al Govern alejada de las estridencias de la oposición de Ciudadanos. El PSC será clave en los presupuestos pero también en la renovación de la cúpula de los medios de comunicación públicos o en la sustitución del Sindic de Greuges –Defensor del Pueblo–. En ambos casos, los mandatos están más que caducados. Eso sí, los socialistas catalanes no quieren quedar como convidados de piedra. ERC juega a negociar con el PSOE y con La Moncloa para ningunear al PSC. El problema para Illa es que ni en Ferraz ni en Moncloa hacen ascos de esta interlocución. El socialismo catalán necesita no perder protagonismo y en ello trabaja el que será su primer secretario, Salvador Illa, que será elegido en el Congreso que se celebrará tras el congreso del PSOE de octubre. Dos incógnitas en estos dos cónclaves: quién será la voz del PSC en la ejecutiva del PSOE, y cual será el nuevo papel de Miquel Iceta.