8 años en el cargo
Felipe VI, un reinado con vocación de transparencia pese a las polémicas
El Rey cumple ocho años en el trono, buscando proyectar una imagen de renovación y de Monarquía ajustada al siglo XXI con las obligaciones que ello exige
Felipe VI cumple ocho años en el trono a contracorriente. Desde que el jefe del Estado asumiera las riendas de la institución en 2014 ha buscado proyectar una imagen de renovación y de Monarquía ajustada al siglo XXI, con las obligaciones y reformas que ello exige. Con cambios paulatinos, el Monarca ha ido marcando su propia hoja de ruta de regeneración y, sobre todo, de transparencia, un camino que ha sido supervisado por el Gobierno, aunque desde Moncloa aclaran que los tiempos y la vocación llevan la impronta de Zarzuela. El rumbo que se ha emprendido ha tenido que sortear polémicas asociadas a Don Juan Carlos, que han ralentizado en buena medida su puesta en marcha, dado que desde la Casa Real se quería evitar que los avances que se promovieran en este sentido quedaran contaminados o eclipsados por escándalos en los medios de comunicación.
Desde el Gobierno se ha contribuido a levantar esa suerte de «cortafuegos» en torno a la figura de Felipe VI, una forma de proteger la institución y marcar distancias con su padre, mientras, en paralelo, se contiene el embate de sus socios dentro y fuera de la coalición. El Gobierno ha participado, de manera coordinada con Zarzuela, en las operaciones de Estado que supusieron la salida y reciente vuelta del rey Juan Carlos a España y estuvo meses implicado –desde tiempos de Carmen Calvo como vicepresidenta primera– en alumbrar un compendio de normas que contribuyesen a arrojar luz sobre la Monarquía. Sin embargo, desde muy pronto Don Felipe ya quiso alejar a su padre de la institución a la que ahora él representa con medidas como la retirada de la asignación que correspondía a Don Juan Carlos o la renuncia a su herencia.
Esa hoja de ruta de transparencia y ejemplaridad que Pedro Sánchez anunció en el discurso de balance de final de año en 2020 se acabó por materializar el pasado mes de abril, ante la inminencia del retorno de Don Juan Carlos a España. Aunque en un principio se especuló con que se trataría de una ley de la Corona, desde Moncloa negaron pronto esta eventualidad por la complejidad técnica y parlamentaria que llevaría aparejada, rompiendo la dinámica de bloques y de alianzas que existe actualmente en el Parlamento. Finalmente, se optó por un real decreto, cuya fórmula jurídica permitía además evitar el debate en el Congreso, sorteando así el enfrentamiento con las fuerzas soberanistas y nacionalistas que sostienen al Gobierno.
En este decreto se sustanció el impulso a una mayor fiscalización de las finanzas de la Casa Real, que serán auditadas por el Tribunal de Cuentas para verificar que expresan una imagen fiel del patrimonio y de la situación financiera del organismo, así como de los flujos de efectivo y el estado de liquidación del presupuesto. También se estableció un convenio de colaboración con la Abogacía General del Estado para servicios de asesoramiento jurídico, se introdujo el principio de publicidad en las contrataciones que realice Zarzuela y se endureció la regulación sobre los regalos que reciba la Casa Real, entre otras cuestiones.
De hecho, a finales de abril el Rey publicó por primera vez su patrimonio, confirmando que tiene a tiene 2,2 millones en depósitos y 305.450 euros en objetos de arte, antigüedades y joyas.
La última andanada que el PSOE ha intentado repeler por parte de sus socios de coalición se produjo esta misma semana en el Congreso, cuando a instancias del PNV se intentó abrir el debate sobre la revisión de la inviolabilidad del Rey. El propio Sánchez deslizó en una ocasión que incluso Felipe VI estaría dispuesto a circunscribir esta protección a las estrictas funciones de la jefatura del Estado, sin embargo, desde Moncloa descartan que ningún cambio en este sentido esté sobre la mesa, ya que no existen mayorías suficientes en el Parlamento y que, al tratarse de una reforma agravada de la Constitución, obligaría a disolver las Cortes y convocar elecciones. Algo que no figura en el horizonte inmediato del Gobierno.
Así, podría decirse que estos ocho años del reinado de Felipe VI han girado en torno a esa transparencia y a recuperar mucha de la confianza ciudadana perdida. Y, en este punto, a acercarse más aún a la ciudadanía, a la calle y a sus problemas. Ejemplos ha habido muchos, como su visita a la isla de La Palma tras la erupción del volcán Cumbre Vieja o su asistencia al funeral de los marineros del Villa de Pitanxo. O anteriormente, en el homenaje a las víctimas de la pandemia.
Pero también se ha acercado, sin inmiscuirse, a los problemas más «políticos», destacando de todos ellos su primer mensaje «excepcional» como Rey: el que ofreció el 3 de octubre de 2017 tras el referéndum independentista ilegal en Cataluña.
Y entre transparencia, regeneración y cercanía, Felipe VI no se ha olvidado de otros quehaceres, como es el caso de la educación de sus hijas, en general, y de la Princesa Leonor, en particular, pues no en vano es la heredera. Poco a poco ha ido acercándola al mundo que la espera y desde que en 2018 le impuso el Toisón de Oro, ha ido aumentando sus apariciones públicas e intervenciones. En este punto queda por ver el momento en el que Leonor comienza otra de las etapas clave de su formación: la instrucción militar, pues algún día se convertirá ejercerá el mando supremo de las Fuerzas Armadas.
Esa es otra de las patas de la que no se ha olvidado en estos años y ha intensificado Felipe VI: la castrense. Muy cercano a los Ejércitos y la Armada, ha visitado en todo este tiempo (ya lo hacía como Príncipe de Asturias) numerosas unidades militares y ha estado con los uniformados en misiones en el exterior, como en Irak, a donde viajó en su cumpleaños, o Líbano, la primera operación a la que se desplazaba como capitán general de las Fuerzas Armadas. De hecho, esta misma semana, ha supervisado las maniobras FLOTEX, las más importantes de la Armada.
Y, como no, ha sido y es uno de los principales valedores de la Cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid en apenas diez días. Algo que demostró en el acto con motivo del 40 aniversario del ingreso de España en la Alianza Atlántica, donde dejó claro ante el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el compromiso de nuestro país con la seguridad aliada. Pidiendo, eso sí, que no se olvide de mirar al flanco Sur.
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