Estrategia

Pedro Sánchez: Dos mil veintidós, objetivo cumplido

El jefe del Ejecutivo ha tenido que tragar las memeces de Podemos y ha hecho lo contrario de lo que prometió en campaña electoral

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez hace balance del año político y de su acción de Gobierno del año 2022
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez hace balance del año político y de su acción de Gobierno del año 2022Alberto R. RoldánLa Razón

Ha tenido sus disgustos, desde luego, pero políticamente Pedro Sánchez ha cumplido sus objetivos en 2022. Hace exactamente un año concedía una entrevista a la Ser en la que confirmaba que los niños regresaban a los colegios a estudiar y anunciaba el principio del final de la crisis del Covid. En ese momento se hallaba en el ecuador de la legislatura, que vino dividida precisamente por el virus. Los dos primeros años fueron de estado de excepción: Sánchez fue investido presidente el 7 de enero de 2020 y el 14 de marzo se decretó confinamiento general. Durante 24 meses las noticias fueron monotemáticas, con casi toda la actividad dirigida al combate sanitario y sus consecuencias socioeconómicas.

Cuando empezábamos a respirar, en febrero de este año, Rusia invadió Ucrania. La guerra disparó los precios de la energía, dificultó los suministros de gas, carbón y luz y boicoteó los mercados, especialmente los agrícolas. Hay que reconocer que el Gobierno no lo ha tenido fácil y, sin embargo, ha aprovechado tanto el 2022 que ha conseguido su objetivo principal: cerrar la Ley de Presupuestos, gracias a los acuerdos con Podemos y los independentistas. Para ello ha hecho exactamente lo contrario de lo que prometió en campaña electoral, cuando perjuró que nunca pactaría con el que luego fue su vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias y sentaría a Carles Puigdemont en el banquillo. No solo tiene una coalición con los morados, es que ha legislado a gusto de Esquerra Republicana de Cataluña.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ha tenido follones, desde luego. Por ejemplo, con los ministros de Unidas Podemos.

Se ha tenido que tragar memeces épicas, como el ataque a la industria cárnica del ministro comunista de Consumo, Alberto Garzón, o la Ley Trans de la ministra de Igualdad, Irene Montero, que enfureció a Carmen Calvo y a las feministas tradicionales, pero ha demostrado un cinismo a prueba de bomba, que le ha permitido decir siempre «digo donde dijo Diego».

También fueron un fiasco las elecciones en Castilla y León y Andalucía, perdidas ambas rotundamente, en lo que muchos han interpretado como un final de ciclo. El presidente ha tenido al presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas, Félix Tezanos para manipular sus encuestas oficialmente, pero no le sirvió suficientemente. Para los comicios de mayo del 2023 espera transformar este ciclo amenazador, en especial a base de «paguitas» y subsidios amparados en los fondos europeos.

El 2022 ha sido un ejercicio de febril actividad parlamentaria. Sánchez quería ventilar todas las leyes ideológicas polémicas que le exigían sus socios, para encarar la batalla electoral que viene libre de polémicas profundas.

El año empezó con la Reforma Laboral y las normas que incrementaron el salario mínimo, las pensiones y las rebajas energéticas. Luego vino la llamada reforma fiscal, una escasa remodelación que excluía a las clases medias de cualquier apoyo económico.

En el último tramo se aprobaron la Ley de Eutanasia, la reforma de la Ley del Aborto y la Ley Trans. Por supuesto, también la modificación del Código Penal para eliminar el delito de sedición y rebajar el de malversación.

El único revés ha sido la decisión del Tribunal Constitucional de detener el uso de las enmiendas a la reforma del Código Penal para modificar por detrás las normas de elección de los magistrados del Alto Tribunal.

El correctivo obligará a hacer esa revisión legal a principios del 23 y «por derecho».