Estrategia
Así funciona el “teatro” de Pedro Sánchez con ERC
Moncloa busca salvar sus expectativas electorales en Cataluña y a nivel nacional, sin arriesgar el futuro en Moncloa del líder socialista
La Fiscalía reclamó ayer al Tribunal Supremo que mantenga las inhabilitaciones por malversación agravada y aplique los desórdenes públicos para aquellos que fueron castigados en su día por sedición. Dicho de otra manera, que, pese a la reforma del Código Penal pactada entre el Gobierno y ERC, se mantenga la línea más dura para los condenados por el 1-O, y, en el caso de Oriol Junqueras, se le mantenga la misma pena de inhabilitación.
Desde ERC salieron inmediatamente a advertir de que lo de la Fiscalía «no ayuda», y lanzan sospechas sobre la posible utilización del fiscal general del Estado por parte de Moncloa para «alimentar» al ex presidente fugado, Carles Puigdemont, y desgastarles al mismo tiempo electoralmente a ellos, en un contexto en el que el PSC y ERC son rivales directos en las próximas elecciones municipales. De hecho, a ERC le ocupa, y preocupa, mucho más el PSC que Junts.
En paralelo, ayer, en el Parlament, Junts y PSC, con quienes la Generalitat mantiene conversaciones para un acuerdo en los Presupuestos catalanes, hicieron pinza para dificultar a Pere Aragonès la aprobación de la prórroga presupuestaria.
La dirección de ERC, a su vez, presiona en Madrid con las dos «armas» que les quedan en esta legislatura: la futura ley de Vivienda y la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como «ley mordaza», para hacer valer sus necesidades en Cataluña y terminar con lo que entienden que es una operación por parte de Salvador Illa para alargar la aprobación de los Presupuestos catalanes y desgastar así a Esquerra.
Mucho ruido, en el que Pedro Sánchez juega con dos barajas al mismo tiempo, la de facilitar la estrategia electoral a Illa, pero sin poner en riesgo su futuro en Moncloa. Un complicado equilibrio en el que, bajo ese ruido, quienes están más cerca de la negociación se muestran convencidos de que al final habrá Presupuestos de la Generalitat, porque entra dentro del pacto que firmó Sánchez con ERC para aprobar sus cuentas nacionales, y va parejo a la reforma del Código Penal.
La aprobación de los Presupuestos de la Generalitat da vida a ERC, y abre la puerta a un entendimiento político, sostenido en el pragmatismo, entre el PSC y ERC para repartirse el poder municipal en aquellas «plazas» en las que puedan gobernar juntos.
Las dos partes necesitan escenificar sus diferencias, pero, al mismo tiempo, también se necesitan. Sánchez, para seguir en Moncloa, si los resultados de las elecciones generales se lo permiten, y ERC necesita a Sánchez para continuar avanzando en su giro hacia un pragmatismo independentista en el que siguen defendiendo el referéndum, pero están abiertos a estudiar otras opciones de consulta.
Los dos partidos están jugando una partida de mus, en la que el presidente del Gobierno hace ver que es el que tienen más capacidad para engañar a su adversario, cuando, en realidad, es quien más está cediendo para sostenerse en el poder.
Los próximos pasos que adopte el Tribunal Supremo sobre la adaptación de la reforma penal del Gobierno al «procés» obligarán también a ERC a recolocarse dentro del «teatro» en el que las dos partes implementan las estrategias que necesitan.
Moncloa juega al ratón y al gato desde la confianza en que puede optar a la victoria en las próximas elecciones generales si tiene de su parte el voto en Cataluña y en el País Vasco.
Mientras el tema penal se hace una madeja cada vez más grande, los socialistas apuran en el Congreso la negociación con sus socios para sacar adelante dos proyectos icónicos para su campaña electoral. Vivienda y ley mordaza. Las tensiones siguen abiertas, pero en la coalición harán lo necesario para sacar adelante estos compromisos electorales porque consideran que todos tienen algo que ganar si fuerzan el pacto.
Los socios de investidura entienden, además, que estas últimas negociaciones de la legislatura son también su última oportunidad para hacerse valer y mejorar sus expectativas electorales. En sus análisis internos hay una visión bastante parecida de hacia dónde pueden orientarse las próximas elecciones. Todos coinciden en que la fuerza de los partidos que necesitará el PSOE para seguir en Moncloa será mayor que la que hoy tienen sobre los socialistas. Y esto hará que la próxima legislatura, de haberla, sea mucho más complicada para Sánchez. Así se lo ha dicho el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, desde la tribuna del Congreso.
En el Parlamento hay un tapón de iniciativas bloqueadas, algunas incluso desde hace más de dos años, con casi un centenar de prórrogas de enmiendas. Enero, que habitualmente es inhábil, se suponía fundamental para desatascar este marco, en el que ninguno de los partidos que acompañan al PSOE quiere dar un paso en falso que pueda perjudicarles en las próximas citas electorales, autonómicas y municipales.
La ley de vivienda es la madre de todos los desencuentros. El Gobierno ha vendido que actúa en este terreno gracias a los parches en materia de desahucios o sobre alquileres que ha incluido en el decreto anticrisis con motivo de la guerra de Ucrania. Pero son medidas temporales y ligadas a un contexto excepcional. Las diferencias entre PSOE y Unidas Podemos son enormes, y Podemos no está en condiciones de ceder. Antes prefiere que la negociación salte por los aires y culpar así a los socialistas de torpedear los compromisos adquiridos.
El envío de tanques Leopard a Ucrania abre otro frente ya que los socios exigen que esta decisión pase por el Congreso de los Diputados y se someta al correspondiente debate. Un Pleno que utilizarían para marcar distancias del Ejecutivo, especialmente el socio de coalición.
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