Huelgas
Aragonès exhibe su soledad en pleno estallido social
Bronca sesión en el Parlament coincidiendo con la triple huelga. Illa se planta y critica el boicot republicano en el Congreso tras pedir a Sánchez los Presupuestos
El primer pleno ordinario del año se saldó ayer con Pere Aragonès vapuleado por todos los partidos, sin Presupuestos y en minoría parlamentaria coincidiendo con el estallido de la calle. Tres huelgas de notable importancia –médicos, profesores y taxistas– confluyeron en Barcelona y evidenciaron los apuros de gestión que atraviesa el Ejecutivo de Esquerra en este inicio de año.
La jornada arrancó con una sesión de control al presidente que sirvió para constatar la distancia creciente entre el Govern y el PSC, el partido con el que negocia las cuentas. Tras suplicar en numerosas ocasiones la aprobación de los Presupuestos –ERC solo ha logrado amarrar los ocho diputados de los Comunes–, el republicano invitó al líder de la oposición, Salvador Illa, a cerrar un trato «cuanto antes». Una mano que el socialista rechazó al explicar que hay más de un escollo –no únicamente el famoso Cuarto Cinturón, como asegura el Ejecutivo– para cerrar las cuentas.
En las filas del PSC molestó sobremanera el gesto del presidente catalán de aprovechar la cumbre hispano-francesa de Barcelona para reclamar a Sánchez los Presupuestos catalanes. También las exigencias de Gabriel Rufián este martes desde la tribuna del Congreso reclamando las cuentas y luego absteniéndose en la aprobación del decreto anti-crisis del Gobierno. «Hablar por hablar no es bueno. Hablar en nombre de otros es arriesgado. Y a menudo más vale hablar de menos que no de más», advirtió Illa.
De hecho, el líder del PSC incrementó el tono de sus críticas y aseguró que el gobierno de Aragonès no tiene «rumbo, orientación ni proyecto», como tampoco estabilidad o apoyo parlamentario suficiente. También dejó claro que la propuesta de los socialistas es «de mínimos», en alusión a unas condiciones que pasan por desbloquear el Hard Rock, el Cuarto Cinturón de Barcelona y la ampliación del aeropuerto de El Prat.
«Usted sabrá, la responsabilidad es suya. Si no suscribe estas propuestas, su responsabilidad es buscar otros apoyos», avisó Illa a Aragonès evidenciando la tensión en las negociaciones entre el PSC y el Govern.
El presidente catalán tampoco logró acercar posturas con Junts, más bien al contrario. Las discrepancias entre ambas formaciones son profundas y ayer se evidenciaron ante todo el hemiciclo. Aragonès, y el líder posconvergente en el Parlament, Albert Batet, chocaron con dureza a propósito de la mencionada negociación presupuestaria entre acusaciones mutuas de «tutelas» –por los continuos intentos de Carles Puigdemont de controlar a distancia el Ejecutivo al inicio de la legislatura– y de «sucursalismo».
En concreto, el dirigente de Junts tachó al presidente de la Generalitat de «sucursalista» por «ir a buscar a Madrid el apoyo del PSOE» para los Presupuestos de la Generalitat, unas cuentas que se tienen que negociar en el Parlament. Por si fuera poco, los posconvergentes escenificaron su malestar con el Govern con airadas muestras de protesta y se quejaron en el pleno de no disponer del documento definitivo que ERC sí ha trasladado al PSC para los Presupuestos.
La jornada parlamentaria se cerró con la convalidación del decreto de prórroga presupuestaria presentado por el Govern, aunque la alianza de varios partidos de la oposición, entre ellos PSC y Junts, obligará a que sea tramitado como proyecto de ley, lo que podría permitir introducir modificaciones a dicha prórroga a la espera de que se pacten las cuentas de la Generalitat para 2023.
Según fuentes parlamentarias consultadas, este movimiento de PSC y Junts implica la posibilidad de que estos partidos puedan forzar al Govern a introducir ampliaciones de crédito en determinadas partidas de la prórroga de las cuentas de 2022 al margen de la negociación para 2023.
En paralelo, con médicos y profesores saliendo a la calle en la primera gran jornada de huelga en Cataluña de este 2023 que sacude la imagen de ERC, los Comunes presionaron para aplicar ya un «plan B» y aprobar reformas en las cuentas vía decreto-ley del Govern. En particular, la líder de los Comunes, Jéssica Albiach, emplazó al presidente a ejecutar ya el acuerdo con los morados, sobre todo en materia sanitaria y pidió una modificación de crédito que igualmente debería convalidarse en la Cámara con mayoría absoluta (68 escaños). La CUP, por su parte, plantó al president y abandonó el pleno mientras los docentes se manifestaban en el exterior de la Cámara.
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