Fuerzas de Seguridad

El Estado dará la protección adecuada al agente que se infiltró en los antisistemas catalanes

Han presentado una querella contra el policía por practicar sexo con ocho militantes del sector

La abogada de las activistas, Laia Serra
La abogada de las activistas, Laia SerraGoogle

“Se le dará la protección necesaria, sin que se pueda revelar cuál, y en todo caso no se va a dar información, como es habitual en estas situaciones”. Es la respuesta que medios próximos al Ministerio del Interior y a sindicatos policiales se da sobre la situación en la que va a quedar el agente que, según el medio digital La Directa, se infiltró y tuvo relaciones “sexoafectivas” hasta con ocho mujeres pertenecientes a movimientos antisistema y anticapitalistas.

Incluso, dentro de este “modus operandi”, que busca siempre la protección de los que han se han arriesgado a trabajos de infiltración, no se va admitir ni que era policía. Se niega en esos medios que ya haya sido enviado a una embajada, como ocurrió en los casos de agentes infiltrados en ETA y que fueron descubiertos por la banda terrorista; se le mantiene a disposición de los servicios de información centrales, a los que pertenece y, en su momento, se decidirá lo más conveniente para él.

Todo este asunto fue revelado por el citado medio catalán; informaba de que “un joven mallorquín que se llamaba Daniel Hernández Pons aterrizaba en el barrio de Sant Andreu de Palomar de Barcelona (…) estamos ante una operación de introducción de múltiples espías en el activismo, bajo la batuta jerárquica del ministro del Interior español Fernando Grande-Marlaska”. Incluso, publicaba fotografías del supuesto agente caracterizado de anarco-separata y, lo que es más sorprendente, de uniforme policial.

La publicidad de estos hechos ha colapsado las redes sociales, con multitud de “memes” del más variado signo. Incluso ha dado lugar a una querella, presentada por cinco de las ocho mujeres afectadas, en la que se imputa al policía, así como a su superior jerárquico, de haberse aprovechado de cinco activistas con las que mantuvo «relaciones sexoafectivas», en el marco de su proceso de infiltración. Esta acción judicial no ha hecho sino recrudecer la referida campaña, en la que se designa al agente con un nombre modificado correspondiente a una serie cinematográfica de un policía cibernético. También se pide que se le concedan diversas condecoraciones, por los “servicios prestados” y el esfuerzo desplegado.

El digital explicaba que, a principios de junio de 2020, el “infiltrado”, que entonces tenía 31 años, se presentaba en el gimnasio del “centro social okupado la Cinétika”, en el paseo de Fabra y Puig de Barcelona. “Decía que había encontrado la dirección por internet mientras buscaba un sitio económico donde entrenar”.

Su rápida implicación en la vida de barrio y en el movimiento libertario, --reconoce el citado medio digital-- así como la camaleónica adaptación estética a la que se sometió de forma progresiva, hicieron que se ganara la confianza de todos.

“Una enorme estrella del caos –símbolo que se relaciona con el anarquismo– tatuada en la rodilla, pendientes de anilla, cabello peinado en cresta y camisetas con mensajes antifascistas y contra la policía cumplieron su propósito”. El digital da como seguro que se trata de un agente del CNP e incluso publica la supuesta foto de uniforme, que dice haber encontrado en la página web de la escuela de Policía de Ávila.

En este punto, agentes policiales consultados por LA RAZÓN no aciertan a explicarse las razones por las que, de ser cierta esta historia en todos sus extremos, fue descubierto su supuesto compañero, que habría sido identificado, al menos en dos ocasiones, por los Mossos D’Esquadra, durante acciones no autorizadas del sector en el que se movía. La comprobación del DNI en el correspondiente banco de datos habría suscitado algunas dudas. Otras fuentes aventuran que su retirada forma parte de una estrategia global del Gobierno, pactada con los partidos independentistas después del “caso Pegasus”, en el sentido de replegar parte de la vigilancia que se realizaba sobre estos movimientos, infiltrados incluidos. LA RAZÓN no ha podido confirmar ninguno de estos extremos, aunque lo del DNI parece infundado, ya que cuando se concede una identidad a un agente para su infiltración se cuidan hasta los últimos extremos.

En cualquier caso, el digital asegura que “Dani, graduado el 24 de junio de 2019 como funcionario de policía y que fue enviado en misión secreta a Barcelona, a los ojos de todos ya era un nuevo vecino y un activista más del barrio. Y añadía que ocho mujeres habían intimado con el falso activista durante los últimos tres años, dos de ellas estableciendo con él una relación de pareja. “Todas coinciden en describirlo como una persona cariñosa, habladora y bromista, pero sin discurso político y, durante buena parte de los tres años que estuvo infiltrado en Barcelona, con una vida nocturna muy activa”. Una de sus camisetas preferidas era una en la que ponía “MonoPoly”, que era un juego de palabras con un mono disfrazado de policía.