Cumbre

Sánchez vuelve de Rabat sin resultados concretos

No consigue arrancar a Marruecos el reconocimiento expreso de la soberanía española sobre Ceuta y Melilla ni la apertura definitiva de las aduanas

El 2 de febrero es el «Día de la Marmota» y su espíritu contagió la cumbre hispano-marroquí. Buenas palabras, compromisos mutuos y una veintena de acuerdos. Este es el saldo de la XII Reunión de Alto Nivel (RAN) entre España y Marruecos, una cumbre llamada a ser «histórica» por la forma –llevaba ocho años sin celebrarse–, pero no tanto por un fondo carente de avances concretos, que ha acabado revestido de simbolismo para granjearse una pátina resolutiva. Se prevé que sea en la próxima visita que Pedro Sánchez realice a Rabat y en la que, entonces sí, se reunirá con Mohamed VI, cuando se aterricen «acciones concretas, marcadas por la eficiencia», así como la materialización de «proyectos tangibles», tal como se adelantaba en el comunicado del Gabinete real marroquí en el que se oficializó la llamada que ambos mantuvieron el miércoles en los márgenes de la cumbre bilateral.

El objetivo ahora es que el balón siga rodando. Después de una «profunda crisis» diplomática, la que se produjo tras la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, España pagó un alto precio con el reconocimiento del plan autonomista marroquí sobre el Sáhara Occidental como la propuesta más «seria, realista y creíble». De esta manera se conseguía reconducir la relación. Esta nítida cesión dio sus frutos en la Declaración del 7 de abril que rubricaron Pedro Sánchez y Mohamed VI en 2022, en la que sentaron unas bases «sólidas» que han buscado ahora cultivar en la cita de Rabat, sin aportar grandes novedades ni eventuales perturbaciones.

Dos son las cuestiones sensibles, relativas a la soberanía, que afectan a ambos países, pero diferente la forma de abordarlas y el tratamiento que se prodigan. Mientras que España ha sido explícita en el reconocimiento expreso de la cuestión del Sáhara Occidental, Marruecos apenas acierta a esbozar gestos tímidos de los que se puede inferir que Ceuta y Melilla pertenecen a un país tercero. Así queda de manifiesto en la declaración conjunta rubricada por ambos países, como resultado de la RAN, en la que mientras que España se reafirma en los términos expresados el 7 de abril en los que reconocía «la importancia de la cuestión del Sáhara Occidental para Marruecos, así como los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos en el marco de las Naciones Unidas para encontrar una solución mutuamente aceptada», considerando «la iniciativa de autonomía marroquí, presentada en 2007, como la base más seria, realista y creíble para resolver el diferendo»; Marruecos, por su parte, no hace alusión alguna a la soberanía española sobre Ceuta y Melilla.

El único mensaje, en esta clave, lo lanzó de viva voz –ya que no se recoge por escrito– el propio Pedro Sánchez durante su intervención ante el Plenario. España y Marruecos «hemos asumido un compromiso de respeto mutuo, por el que en nuestro discurso y en nuestra práctica política, vamos a evitar todo aquello que sabemos que ofende a la otra parte, especialmente, en lo que afecta a nuestras respectivas esferas de soberanía», aseguró. En el Ejecutivo se aferran, no obstante, a que no se espera una declaración de reconocimiento de la soberanía de Ceuta y Melilla, «como no se espera de Vigo o Valladolid», pero lo cierto es que sonados son los sucesivos pronunciamientos de Marruecos cuestionando la soberanía española sobre las dos ciudades autónomas. Esto es lo que se pretende evitar bajo «el espíritu de confianza, lejos de acciones unilaterales y hechos consumados».

En todo caso, en la parte española se dan por satisfechos con gestos como el establecimiento de aduanas en Ceuta –de nueva creación– y Melilla –cerrada los últimos cinco años–, algo que consideran un «reconocimiento implícito muy importante para España», ya que solo se establecen aduanas con terceros países. En Moncloa aspiraban a que durante la RAN se pudiera profundizar en un calendario definitivo para futuras aperturas e ir avanzando en un tráfico ordenado y gradual, acabando con el «comportamiento atípico» que ha existido los últimos años y «que a ningún país le interesa».

Sin embargo, tampoco en esto se consiguen resultados completos. Fuentes gubernamentales rehúsan hacer público cualquier calendario definitivo por «motivos de seguridad» y para evitar distorsionar las futuras aperturas, pero poco se avanza respecto a un plan de pruebas piloto, que no materializa aperturas definitivas. Tampoco en esta cuestión se hace alusión a Ceuta y Melilla. Fuentes del Gobierno restan importancia a la falta de referencia explícita y subrayan que «es evidente» que se está hablando de las dos ciudades autónomas.

Negro sobre blanco se establece que «las dos partes reiteran su compromiso con la plena normalización de la circulación de personas y mercancías de manera ordenada, incluyendo los dispositivos adecuados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo». Una redacción idéntica a la del pasado 7 de abril que solo ofrece una novedad, por la experiencia reciente, en cuanto a que «las partes tienen en cuenta las conclusiones de la prueba piloto del 27 de enero y continuarán esta serie de pruebas según el calendario acordado para superar cualquier posible eventualidad».

También durante su intervención se refirió Sánchez a esta concreta cuestión, asegurando que está «satisfecho» por el «éxito» de la primera expedición comercial que tuvo lugar el pasado viernes a través de sendos puestos fronterizos. En este sentido, señaló que «vamos a garantizar juntos que estas aduanas sigan abriéndose de manera progresiva y ordenada hasta llegar a la plena normalización del paso de personas y mercancías». De este modo, Sánchez cierra la cumbre en Rabat a la espera de fijar una próxima visita a la ciudad, en la que certificar los avances pendientes con Mohamed VI.