Estrategia

Moncloa fía a la moción de censura de Vox el «rescate» de la coalición de Gobierno

Considera que la iniciativa de Abascal les beneficia tras la «sangría» del «solo sí es sí». El PP decidirá esta semana su posición final

Montaje del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de Vox, Santiago Abascal, en una sesión de control al Gobierno
Montaje del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de Vox, Santiago Abascal, en una sesión de control al GobiernoEUROPA PRESS/E. Parra. POOLEuropa Press

Moncloa pone velas a Santiago Abascal para que no se eche atrás con la moción de censura anunciada por Vox contra el presidente del Gobierno. En esta segunda ocasión, la posibilidad de que la encabece el economista Ramón Tamames, un candidato que roza los 90 años de edad, con una trayectoria política que arrancó en el PCE, pasó por el CDS, para acabar recalando en Vox, la hace todavía más atractiva si cabe para el PSOE y para el propio jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez.

En un momento en el que a la coalición de gobierno la devoran las consecuencias de la polémica Ley del «solo sí es sí», la moción la ven como una especie de «operación rescate», porque servirá para forzar el cierre de filas anti Vox de la mayoría de investidura, «en lugar de seguir a golpes», y como una fantástica oportunidad para el presidente del Ejecutivo.

El PP tiene todavía que adoptar su decisión definitiva sobre su voto en el Congreso, y fuentes de la dirección apuntaban ayer que es un tema que valorarán esta misma semana. Los populares señalaron a la abstención, inicialmente, pero el voto final está por decidir en función de cómo cuaje una iniciativa que temen que, además de ser un «error», acabe convertida en una «patochada». Génova quiere hablar lo menos posible de este tema porque considera que «solo beneficia» a Sánchez. Y en esto coinciden con el criterio de los «fontaneros» de Moncloa.

Además, la moción es la herramienta que utilizará el líder socialista para abundar en su estrategia de identificación del PP y Vox. Moncloa presume de estar debilitando a Alberto Núñez Feijóo al seguir ese camino, mientras, supuestamente, se multiplican los votos que recuperan los socialistas.

Fuga de votos del PSOE

La realidad es que los sondeos, tanto de Ferraz como de Génova, apuntan hoy al riesgo de una importante fuga de votos del PSOE, que estarían mirando hacia las siglas populares. Moncloa ha diseñado una campaña de ataque personal a Feijóo orientada, justo por eso, a dañar su imagen de buen gestor y político moderado. Y Vox es una pieza fundamental, que todavía cobrará más sentido, creen, en la medida en que de las autonómicas y municipales de mayo salgan nuevas alianzas de gobierno entre los dos partidos.

Ya sólo el ruido qué acompañará a la presentación de la moción es visto en Moncloa como una oportunidad para poner sordina a una coalición entre PSOE y Podemos que no se rompe formalmente, pero que será una especie de zombi hasta que se disuelva. Cuanto antes llegue la moción, mejor, apuntan en medios socialistas. Les urge porque el Gobierno está metido en un agujero negro con las consecuencias de la ley del «solo sí es sí», del que no saben cómo salir sin enredarse en el discurso porque no tienen argumentos solventes con los que responder a los hechos escandalosos que está generando la aplicación de la reforma impulsada por Igualdad y avalada por el Consejo de Ministros. De hecho, el consuelo de que este embrollo sirviera para abrasar a la ministra de Igualdad, Irene Montero, mientras la vicepresidenta, Yolanda Díaz, observaba desde la orilla la polémica sin mancharse, se ha caído por su propio peso porque el barro arrastra también al PSOE y al mismo presidente del Gobierno.

En la medida en que PSOE y Podemos saben que la coalición es a día de hoy un muerto viviente, sobre el que cada vez es más difícil «esconder los vapores de la putrefacción» (imagen de un presidente autonómico socialista), Vox se aparece para la izquierda como la tabla de salvación en la que buscar refugio para alentar a sus huestes y movilizar su discurso más demagógico sobre la extrema derecha.

Esta estrategia ya la siguieron en las últimas citas electorales, Madrid y Andalucía, con malos resultados para la causa de Sánchez en los dos casos. Pero vuelve a estar sobre la mesa donde se confecciona la estrategia de campaña, ya que esperan que los acuerdos postelectorales de PP y Vox, después de mayo, sirvan de coartada para utilizar este discurso como elemento distorsionador de la decisión del PP de exportar a nivel nacional el guion que siguió Juan Manuel Moreno en Andalucía, y que le otorgó la mayoría absoluta. Evidentemente, y así lo admiten en la cúpula popular, habrá acuerdos de gobierno municipales, y puede que hasta autonómicos, después de esos comicios si los números dan para ser alternativa a la izquierda, pero lo que está por ver es con qué dependencia de Vox por parte del PP y hasta dónde fuerzan la cuerda los populares para no repetir el modelo de Castilla y León.

Vox juega sus cartas para recuperar posición política, y la moción, a sabiendas de que está condenada al fracaso, es una de ellas. Ayer, en una entrevista en Efe, Tamames declaró que piensa invitar a cenar o a comer al presidente del Gobierno en su casa antes de la moción. No ha confirmado todavía oficialmente su «sí» definitivo, pero el exdirigente del PCE anticipa escenarios en condicional. La izquierda ya ha empezado su campaña contra un «desertor», sobre el que no ahorran descalificativos.