Opinión

El artículo de Toni Bolaño | Todo en uno: jefe de campaña y candidato

El presidente no confía en nadie tras el fiasco electoral del 28-M. Apaciguó al PSOE porque ahora no es el momento de batallas

El presidente del Senado, Ander Gil (c), la presidenta del Congreso, Meritxell Batet (d) y el ministro de Industria, Turismo y Comercio, Héctor Gómez (i) asisten este sábado la reunión del Comité Federal del PSOE en la sede del partido en Madrid.
Héctor Gómez, Ander Gil y Meritxell Batet, ayer, en el Comité Federal del PSOEDavid JarLa Razón

Pedro Sánchez ha cerrado la polémica. El Comité Federal ha ratificado las listas en las que el hoy secretario general quiere reforzar su posición tras el 23-J, pase lo que pase. Un grupo parlamentario cerrado en torno a su figura. Nadie que le pueda hacer sombra en caso de derrota. Más bien, nadie que pueda cuestionar absolutamente nada. Los críticos han sido barridos. Ignacio Urquizu ha sido borrado de Teruel. Colaboró con la gestora de Javier Fernández y acarició la idea de ser alternativa en la batalla entre Sánchez y Susana Díaz. Siempre ha sido crítico. No irá en las listas. Sánchez no coge prisioneros y menos se arriesga a tener en el grupo una voz que le pueda poner en cuestión, o en peligro, tras el 23-J. No fuera que algunos miraran al maño como alternativa.

También han encontrado acomodo en las listas los perdedores habituales. Óscar López, por Madrid, porque en su tierra preferían su ausencia. Irá de siete el Jefe de Gabinete del presidente. Justo en el fiel del alambre. Su presencia en el Congreso está por ver. Necesitaría que Cristina Narbona o Margarita Robles renunciaran a su acta. Y eso, también está por ver. Paco Salazar irá de cuatro por Sevilla. Su presencia en el hemiciclo también es cuestionable. El que sí estará es Antonio Hernando, número uno por Almería, y Santos Cerdán, el secretario de Organización, que liderará la lista navarra. Encontró hueco también Félix Bolaños. Tres por Madrid y mirando por su futuro en la federación madrileña. Hernando y Salazar cesarán el día 19. Bolaños y Cerdán tienen lo suyo en sus territorios. López no cesará porque su cargo es compatible con ser candidato, pero el equipo electoral de las municipales y autonómicas desaparece. La pregunta ¿quién es ahora el jefe de campaña de Sánchez? La respuesta: Pedro Sánchez.

El presidente no confía en nadie tras el fiasco del 28-M. No se lo esperaba porque los datos que se manejaban en el gabinete sociológico de Moncloa eran otros. Movió pieza convocando elecciones y asume en primera persona la campaña electoral. De su equipo, ni rastro. Ni siquiera sus colaboradores más cercanos en Moncloa saben quién es el hombre del presidente. La presidenta del Comité Federal centró la pelota a Sánchez cuando le felicitó por asumir en primera persona los resultados del 28-M y la convocatoria de nuevas elecciones «para activar el voto progresista». En resumen, Sánchez es el candidato y el jefe de campaña. Todo en uno ante unas elecciones a todo o nada.

El futuro no está escrito. Este es el karma al que se aferró el Comité Federal del PSOE clamando por la unidad. Los críticos fueron calificados por Milagros Tolón como «los tontos útiles de la derecha» y, por si fuera poco, añadió que quienes no se suman a la unidad es porque anteponen sus intereses personales a los del partido. O sea, el PSOE es Pedro Sánchez. Y punto.

Sánchez pidió que para «el progreso se imponga al retroceso» es necesario un PSOE «unido, valiente y potente», porque hay partido. Objetivo: reforzar el PSOE atrayendo el voto útil y saludando la unidad de su izquierda alrededor de Sumar. En el atril, el eslogan «la mejor España», que fue la línea argumental de Pedro Sánchez –España va como una moto– ante un Comité entregado sin Javier Lambán y Emiliano García-Page presentes. La mejor España que ya existe para Sánchez, que dejó entrever en su alegato que no entiende por qué los españoles no lo ven cuando emiten su sufragio. Un detalle: el eslogan se asemeja en tipografía y subrayado a uno de 2015, «Un futuro para la mayoría». Fue todo un fracaso.

Sánchez se rodeó de todos los que estarán en la «pole position» de las listas porque, ya saben, el PSOE es «tarea colectiva por encima del interés personal» –nuevo zasca a los discrepantes– porque la apuesta es para «que el viaje continúe», o sea, que seguir en el Gobierno. Ergo, los críticos no quieren que el PSOE gane. ¿Nos dirán tras el 23-J que si el PSOE no logra gobernar la culpa es de aquellos que no han cerrado filas?

Tampoco se engañen. Ruido poco, más bien malestar soterrado. Sánchez apaciguó al PSOE porque para muchos ahora no es el momento de batallas. La desunión no es buena receta electoral. Los ciudadanos la castigan, y en la izquierda más. El PSOE salió unido con algunas heridas. La de Aragón, la más grave. Nada demasiado nuevo en la habitual batalla de las listas en el seno del PSOE.

El PSC de Salvador Illa las aprobará hoy. Nada de líos y prietas las filas porque el socialismo catalán está fuerte y nadie duda de su victoria el 23-J. La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, y Miquel Iceta, tándem al frente de la nave en mejor forma del socialismo español. Es más, de la diferencia que consiga el PSC sobre el PP catalán –las encuestas la sitúan en 10 diputados– está la llave para que Sánchez logre articular una mayoría progresista. Ganó su última campaña de la mano del PSC en 2021. ¿Y saben quién dirigió esa última victoria? Un tal-iván. Su todo en uno.