Opinión
Candidatos: ¿Mataron para esto? Pues a lo mejor sí
¿A quién os creéis que iban a poner en las listas? ¡Pero si es que además la gente les vota!
Son gente simpática y bien vestida, no como Idígoras y compañía, aquellos batasunos de los 90, feos y chillones, que defendían con la entonces innovadora retórica abertzale a los jóvenes barbudos y desaliñados que vestidos con anorak y encapuchados se la pasaban malviviendo, siempre escondidos o huyendo, preparando, primero, y después, llevando a cabo aquellas trabajadísimas «ekintzas» (acciones) contra los enemigos del pueblo. Qué mala vida. Pero el tiempo pasa, los gobiernos españoles cambian y lo que siempre supieron que ocurriría algún día, ocurrió: un Gobierno español a su favor. La gente no sabe que ellos lo han sabido desde el principio. ¿Cómo iban a saberlo? Pues sí: España cederá. Y cedió. ¿Por qué? Un montón de muertos siempre ayudan. Eso está en la historia.
En conflictos similares e incluso en las grandes guerras, cuantos más muertos encima de la mesa, más posibilidades de negociación y esa, de paso, abre la puerta a la impunidad. Eso, más una movilización continua de campañas y campañas de protesta reivindicando a sus asesinos. Para ellos, héroes. Y ya, esto es para rizar el rizo, llega el capítulo «los héroes a la política». Porque llegó el Gobierno esperado y con los muertos bien enterrados y después de haber soltado una pasta a sus familias, además de un buen montón de medallas, pues se acabó el tema, tranquilidad, y a una nueva fase. Pero los giros de la vida son extraños. Y lo de que llegaran a participar en la gobernación del Estado enemigo, eso sí que no se lo imaginaba nadie. Por Dios, qué cara pondría Idígoras, que abandonaba el Congreso después de insultar a gritos a todos los diputados. ¡A todos! Todos, que además, sabían que estaban en el punto de mira de los muchachos de la organización.
Todos excepto los del peneuve, claro, que también estaba haciendo país pero a su manera. Y ahora, en el Congreso, sentaditos, muy formales en el Parlamento español, en los mismos sillones donde se sentaban los franquistas, hablando en un castellano correctísimo, con trajecitos azules los hombres y perfectamente peinadas las mujeres, rodeados de políticos de la derecha o del otro lado, expresan con vocecita suave su opinión sobre cualquier asunto social o climático o de lo que se lleve (caramba, ¿mataron para esto?) y sus compañeros escuchándoles muy serios, que parece que muchos aún les tienen miedo. Que a lo mejor sí y todo es por esa razón (para eso mataron sus héroes) porque a más de uno pudo haberle eliminado la organización. Cómo cambian las cosas. Hasta se reúnen con jueces, empresarios, políticos internacionales y sonríen felices a los periodistas, que en su mayoría les devuelven una sonrisa.
Ahora, a por las locales. Recordemos, en tiempos de la lucha armada, aquellas brutales campañas contra los alcaldes y los policías municipales, descabezando el poder local. La gente decía que se habían vuelto locos, que mataban porque sí. Que no. Consiguieron que el miedo corriera por las calles pasando de puerta a puerta hasta meterse debajo de tu propia cama, como un rayo. Y todo el mundo, quieto. Todo tenía un sentido: ¡el poder municipal! Había que dejar espacios, huecos, para los suyos. Y así fue.
Estos días está todo el mundo con lo de los militantes en las listas electorales y que fatal. Los fascistas incomodando. Pero ¿a quién os creéis que iban a poner de candidatos? Madre mía. ¡Pero si es que además la gente les vota! Y no solo sus chivatos.
Como es todo color blanco y democrático, nada ocurrirá cuando dentro de un mes y medio tengamos unos cuantos alcaldes y concejales, en los bonitos pueblecitos vascos, con aquellos que trabajaron a tope en la organización, haciéndose fotos en la casa de Cultura. ¿Mataron para esto? Pues a lo mejor sí. Pronto irán a por los pueblos grandes.
Es un momento Kairós. Las cosas ya empiezan a ser diferentes. Son gente bien con grandes planes para mejorar la sociedad y a la izquierda le parece bien porque asume la agenda 2030. Y lo que pasó, pasó. Todo va así ahora, rápido, y a veces raro, muy raro. Y el público, ¿qué?: no está. O no está, lo que se dice, muy a menudo. Alguna protesta puntual, pero el calentón pasa pronto.
Ahora, ni hablar de independencia. Hay que ser cuco y no molestar al PSOE, que bastante tiene con olvidar que les mataron a algunos de los suyos.
Hoy, se sienten en un mundo acogedor. Que les entiende. Les tolera. Les da oportunidades. Es largo y difícil de explicar, pero han tenido suerte. Llamémosle suerte, porque hasta lo que parecía el enemigo ya no lo es tanto. O es que así se ganan las guerras contemporáneas: para cuando te das cuenta, ya te lo han quitado todo.
Esto es el comienzo de otro tiempo: los más eficaces y heroicos militantes, en el poder político. ¿Quién dice que eso no es triunfar?
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