Opinión
Los cuchillos de Egolanda Díaz
Sumar nace sin programa ni proyecto sobre España. A cambio, buenas dosis de traiciones y vetos para repartirse los sillones, los sueldos y el metro cuadrado de moqueta
El futuro es una obra abierta. Es la frase que cerraba el comunicado fundacional de Sumar que publicó Yolanda Díaz al filo de la medianoche del viernes. Toneladas de algodón de azúcar y literatura ñoña para mecer a la nueva criatura política alumbrada por la extrema izquierda. Comunismo, pero cuqui. Sin programa electoral ni propuestas. En su lugar, que aquí es a lo que vinimos, pactos, traiciones y vetos para repartirse los sillones, los sueldos y el metro cuadrado de moqueta. Con la promesa de garantizar «la democracia, la igualdad y la justicia social», pero sin haber sido capaces de tapar la evidencia, que Sumar no habla de España, sino únicamente de la ensoñación de una persona con el ego a la altura del Teide. Con la foto de la candidata en la papeleta. El chiringuito soy yo, que diría Toni Cantó.
Mal futuro tiene cualquier proyecto que nace, en la política o en la vida, asentado en la traición. Y en la torpeza. Porque, incluso desde una óptica egoísta, la continuidad de Montero en las listas era la mejor opción para las expectativas electorales de la vicepresidenta gallega. El acuchillamiento en la plaza pública de la ministra de Igualdad y el espectáculo de estos días dan forma al golpe de gracia que convertirá a Sumar en un grupo parlamentario de veinte diputados, la mayor parte de los cuales se fugarán a la bancada mixta según arranque la legislatura en agosto. No me imagino a Egolanda Díaz presumiendo en campaña de las leyes aprobadas por Irene Montero. Ni del papel desempeñado en este tiempo por el Ministerio de Igualdad. O quizá sí, porque además de doctora en deslealtad, ha demostrado ser catedrática en incoherencia. Hace no mucho tiempo, Yolanda Díaz elogiaba a Irene Montero: «Es una de las mujeres más importantes de España. Es de esa generación de chicas jóvenes que son un ejemplo del nuevo país que queremos representar. La quiero muchísimo, lo sabe ella bien». Desconocemos si la ministra morada lo llegó a saber. Sería deseable, eso sí, que Yolanda Díaz quiera mejor a España que a Irene Montero. Bastaría con la mitad de lo que se quiere a ella misma.
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