Casa Real

¿Está obligado Sánchez a comunicar su decisión de suspender su agenda al Rey?

Sánchez habló con Felipe VI a quien comunicó su intención de parar para reflexionar

(I-D) El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados, a 24 de abril de 2024, en Madrid.
(I-D) El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados, a 24 de abril de 2024, en Madrid.Jesús HellínEuropa Press

En un giro de guion insólito, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sorprendió el martes cuando publicó en las redes sociales una carta a la ciudadanía en la que anunciaba que se tomaba unos días para descansar y reflexionar. En cuestión de minutos, las portadas de los principales medios internacionales incluyeron entre las noticias destacadas de su edición digital el sorpresivo tuit del jefe del Ejecutivo y relacionaron su decisión con que un juzgado de Madrid abriera diligencias para investigar a su mujer.

Según ha podido saber LA RAZÓN, Felipe VI mantiene contacto fluido y permanente con Pedro Sánchez. Lo hacen mediante teléfono o también de manera presencial para despachar los asuntos de interés para la nación como es la decisión del Jefe del Estado de suspender su agenda. Lo hace porque así lo dicta la Constitución Española. El artículo 62, en su apartado «g», dice que «corresponde al Rey ser informado de los asuntos de Estado y presidir, a estos efectos, las sesiones del Consejo de Ministros, cuando lo estime oportuno, a petición del presidente del Gobierno». Todo apunta a que si el Jefe del Ejecutivo sopesa renunciar se lo tiene que comunicar a Don Felipe ya que se trata de un asunto de Estado y de vital importancia para la nación. No en vano, la relación entre las dos principales instituciones del Estado se enmarca dentro de la normalidad e institucionalidad.

El pasado martes sus agendas públicas no coincidieron. Mientras Sánchez estaba en el Congreso de los Diputados y conoció la apertura de diligencias contra su mujer, Begoña Gómez, Felipe VI se preparaba para recibir en audiencia a la presidenta del Consejo de Estado, Carmen Calvo, con motivo de su nombramiento y, posteriormente, se trasladó al Palacio Real acompañado por la Reina Letizia para ofrecer el tradicional almuerzo al mundo de las Letras. No obstante, coincidieron el lunes en la entrega del premio Cervantes al escritor Luis Mateo.

A la espera de conocer los próximos pasos de Sánchez y descubrir el lunes si finalmente decide dimitir, en caso de que así suceda, el Monarca volvería a tener un papel decisivo. Si el presidente abandona el Gobierno, no se podría anunciar la convocatoria de elecciones porque la Constitución en el apartado 3 del artículo 115, dice que debe transcurrir «un año desde la anterior» propuesta de disolución. En este caso, Sánchez disolvió las Cortes y convocó elecciones el 29 de mayo del año pasado. Otro escenario, es que Sánchez abandone el cargo. En este escenario, el Rey abriría una nueva ronda de consultas con las distintas formaciones políticas. Así lo recoge el artículo 99 de la Constitución, por lo que se abren cuatro posibles escenarios. El único precedente que existe es la dimisión de Adolfo Suárez en 1981 y la posterior investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo tras la preceptiva ronda de contactos de los líderes políticos ante el Rey Juan Carlos I.

Sea como sea, la realidad es que el reinado de Felipe VI está condicionado por la inestabilidad política. Algo que no sucedió durante los años en los que Juan Carlos I ostentó la Jefatura del Estado. La fragmentación de la política desde 2015 con la aparición de nuevas formaciones y el fin del bipartidismo explicarían este ambiente, que se caracteriza por la dificultad de alcanzar consensos y la crispación. Prueba de ello es que Felipe VI se ha enfrentado a diez rondas de consultas, las mismas que mantuvo su padre en 39 años de reinado, pero él ha alcanzado este número cifra en casi diez años al frente a la Jefatura del Estado.