Crisis Institucional
Feijóo se abraza al estilo Ayuso en su vacío al fiscal
El líder popular muestra una sintonía total con la presidenta madrileña, que fue capaz de cortar el oxígeno a Vox
Ha comenzado en España un curso político trascendental. Lo que suceda en los próximos meses decidirá el futuro próximo del país. Para el nuevo tiempo, Alberto Núñez Feijóo ha optado por un claro endurecimiento del mensaje, con más claridad y contundencia que nunca. Y ya no es sólo lo que dice, ni cómo lo dice, sino lo que hace.
Entre el mes de junio y septiembre, ha dado plante a dos actos solemnes con el Rey: el cuarenta aniversario a la adhesión de España en la Unión Europea, que se celebró en el Palacio Real, y el arranque del año judicial. Uno, por la corrupción; el otro, por los ataques del Gobierno a los jueces y la inédita situación del fiscal general del Estado. Aun así, antaño, hubiera sido impensable su ausencia. Pero la realidad social del país es compleja y Vox, que tiene como principal objetivo reemplazar al PP, ha hecho un traje de «blando» a su líder que él no piensa ni probarse.
No hay duda. La estrategia para no ceder terreno a Santiago Abascal y terminar de derrotar a Pedro Sánchez en las urnas –cuando lleguen– pasa por la «vía Ayuso». Lejos de lo que se pudiera pensar, el presidente nacional del partido y su baronesa han forjado una buena relación desde el principio. A pesar de la aparente disparidad de personalidades. Pero ahora hay un plus de complicidad que se evidenció ayer sobre las tablas.
Feijóo, a la misma hora que se celebraba en la plaza de las Salesas el evento judicial de la temporada, se desplazó hasta la localidad de Arganda del Rey para participar en el inicio del curso político organizado por el PP de Madrid.
La presidenta madrileña, exhibió su apoyo al jefe del partido como nunca antes. «Gracias por habernos elegido. Nosotros somos bastante más ordenados, cumplidores y dignos que muchos de los que hoy te estaban intentando dar lecciones. Gracias por no normalizar lo que no es normal». En su discurso-arenga, Ayuso cuestionó a los «moderaditos» e hizo gala de sus esencias. «Decimos las cosas como son. Ya está bien, ya está bien. Luego nos dicen: qué clarito se os entiende a los de Madrid. Pues porque no perdemos el tiempo con mamandurrias, pidiendo perdón y permitiendo que la gente autoritaria se salga con la suya». El que tenga oídos, que oiga.
Después, Feijóo tomó la palabra. Y lejos de recoger cable ante la retahíla de críticas que le han llovido por no acudir al acto judicial –también dentro sus filas ha recibido reproches–, se reafirmó: «Sólo puedo decir lo que siento, me alegro de no estar allí». En su intervención, que tuvo más de mitin que otra cosa, dibujó a un Gobierno «en fase de descomposición» que, matizó, «ya no son un gobierno, son un peligro». Porque, explicó, «no les mueve ni la ambición por el poder». El único motor que mantiene al gabinete de Sánchez encendido, que no en marcha, es «el miedo». A la Justicia, «por lo que sabe y por lo que puede llegar a saber».
Una afirmación que engarzó con la apertura del año judicial. La estrategia de su rival, dijo, «consiste en señalar a los jueces para que los jueces no le señalen a él». Y alertó: «Está a dos telediarios de decir que en España hay presos políticos». Otros temores que achacó al Gobierno fueron: los socios, «por si le echan» y las urnas. «Antes de Sánchez, el único que creía que las elecciones eran un incordio era Franco».
Una actuación que le valió el aplauso de todo el PP madrileño, donde destacan que «Feijóo está sintonizando muy bien» con Ayuso. Sus «discursos» y el «tono» de los últimos meses, a ojos de los populares de la región, no dan lugar a equívoco: ha optado por servirse del arsenal que normalmente utiliza la presidenta para combatir al Gobierno de Sánchez. En Génova reconocen que, a día de hoy, el combate sin cuartel contra la Moncloa es el único camino para garantizar la victoria.
La tesis es que un engorde de Vox, a la postre, sería el peor de los escenarios para el PP, ya que permitiría ala izquierda agitar, una vez más, el mantra de que viene la «ultraderecha». El espantapájaros con el que Sánchez logró aquella remontada en el 23-J. A base de atemorizar a los votantes, cosechó un respaldo bastante mayor del que esperaban todas las encuestas. En el politburó gallego han tomado nota de los errores del pasado. De ahí los movimientos de un Feijóo que ha virado el buque a estribor.
«Cárcel y expulsión» para el que delinque
Otra prueba de cómo Feijóo ha decidido ocupar todo el espacio de la derecha, su posicionamiento con respecto a la inmigración ilegal, que ha convertido en uno de los principales ejes de su discurso. Ayer, hizo alusión a la violación de una menor a manos de un adolescente marroquí que residía en un centro de menores.
Sin situarse en el extremo de Vox, que pide hundir el Open Arms, sentenció: «Quien viola a una mujer, la respuesta que tiene que tener es cárcel y expulsión, no la acogida y el olvido. Eso es querer ser un partido que cree en las leyes y no dice disparates ni mira a otro lado».