
Congreso Nacional del PP
Feijóo se lanza a por un gobierno en solitario con el único veto a Bildu
El líder del PP cierra el XXI Congreso Nacional de su formación con la mirada puesta en la Moncloa: "Hay que detener esta deriva"
Al tercer día, acabó el XXI congreso nacional del PP. Clausurado. Un punto de inflexión. El "acto fundacional de un nuevo tiempo". Comienza la cuenta atrás. Alberto Núñez Feijóo pone en marcha el cronómetro, ya descuenta los minutos para abrir la puerta del palacio de la Moncloa. Tanto él como todos los suyos dan por sentada la llegada al poder. Tras recibir ayer un abrumador apoyo de su parroquia para un último asalto, hoy se ha lanzado a por una "alternativa" tan sólida como para gobernar en solitario. La meta fijada. Con un caudal de diez millones de votos en las urnas.
"O Sánchez o yo", es su salmo para evangelizar a una masa social que interpele por igual a izquierda y derecha. A las incógnitas que sobrevuelan en el aire y que hacen de barrera electoral, ha querido dar respuesta. "Es momento de ser claros". Para empezar, nada de cordones sanitarios. Ni a Vox, "la tercera fuerza política" de España, con unos votantes que "merecen un respeto", ni tampoco al PSOE. "Con el sanchismo es imposible acordar", ha puntualizado, pero "eso no significa renunciar para siempre" a los "consensos".
La estrategia consiste en amarrar más diputados que la izquierda y después tender la red a todos los grupos para así garantizar un ejecutivo monocolor. A todos, salvo a uno. Porque sí habrá una línea roja: Bildu. "No voy a sentarme con ellos". De hecho, ha anunciado que el día que tome la palabra para pronunciar un discurso de investidura, dirá: "Nada hablaremos mientras no pidan perdón a todas las víctimas de ETA y no ayuden a esclarecer todos los crímenes".
El nuevo PP se resiste a excluir para futuribles alianzas a nacionalistas e independentistas. Eso sí, este domingo Feijóo ha puesto negro sobre blanco para acallar a los sectores más escépticos: "No voy a dar al independentismo lo que no puedo y lo que no quiero". De haber una relación con Junts o con el PNV, ha especificado, será de "claridad y vigilancia". Sin traspasar lo que está "fuera de la ley y la Constitución" y sin "consentir más desafíos" a España.
Hasta en dos ocasiones, Feijóo ha hecho alusión a las frases que llevará escritas en una hipotética sesión de investidura en el Congreso de los Diputados. "Si cuento con la mayoría, mis primeras palabras serán para declarar que el muro entre españoles ya no existe, se acabó la pesadilla". Con la cita de este fin de semana, los populares ponen a punto la maquinaria para iniciar las labores de demolición del sanchismo.
Pero el presidente popular conoce los pitones del "morlaco" que tiene que torear. Y sabe que lo que resta hasta una victoria final "no va a ser un paseo por el campo". Más bien, lo contrario. "Frente a un adversario que sólo conoce una ley que es su supervivencia no cabe el descuido y el exceso de confianza", ha advertido a la dirigencia pepera, que ha entrado en un estado de euforia con los escándalos que asfixian al PSOE desde el tornado Santos Cerdán. Todavía duele aquella herida del 23-J. "No nos confiemos con la sonrisa de las encuestas, la única sonrisa que vale es la de las urnas".
Una vez despejada la incógnita de cómo pretende llegar, Feijóo también ha querido explicar el para qué. Lo más importante: para "devolver la normalidad a la política" y para "detener esta deriva" que, a su juicio, consiste en "intentar quebrar deliberadamente la convivencia, abandonar la centralidad, olvidar que España es una nación, retorcer la Constitución, trocear el Estado, las fronteras, la caja común".
Un plan de regeneración democrática
En contraposición, el presidente popular ha prometido un "plan de regeneración democrática" con el que sanear las instituciones, los organismos del Estado y la Justicia. "Con jueces libres" y con una "renovación de las leyes del Poder Judicial, del Tribunal Constitucional y de la fiscal general del Estado", para que no "haya comisarios políticos nunca más".
También ha compartido un decálogo de medidas que guiarán sus pasos durante los primeros cien días al frente del país, con un plan de vivienda, bajadas de impuestos, un pacto nacional del agua, la lucha contra la inmigración ilegal, un refuerzo de la seguridad o incrementar los médicos de familia en la sanidad pública. Además de una ley de lenguas, para que todos los niños españoles puedan ser educados en español.
Decidido a desmentir el dicho gallego, que no se sabe ni si sube ni si baja, Alberto Núñez Feijóo ha dibujado un PP mucho más binario. Sin medias tintas. Atrás deja la cita de mayor cohesión interna que se recuerda en las filas populares, y recibe el encargo de derrocar a Sánchez no para un intercambio de siglas en el Gobierno, sino para resetear la vida pública en España. No habrá más oportunidades. Es ahora. O nunca.
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