
Política
Junts: del portazo a cerrar sin echar el pestillo
Los de Puigdemont y el PSOE niegan conversaciones: es evidente que existen aunque se desconoce quiénes son los interlocutores

Míriam Nogueras, la líder de Junts en el Congreso de los Diputados, comparece en la sede de su partido para responder a la propuesta de Pedro Sánchez para que Junts vuelva a la senda de la mayoría plurinacional. «Los votos de Junts solo sirven al Gobierno si sirven a Cataluña. Después de meses de incumplimientos el Gobierno ha rectificado y ha aprobado toda una batería de propuestas que Junts había planteado en reiteradas ocasiones. Con estos movimientos, Junts se aviene a seguir negociando con el Gobierno todo aquello que incida positivamente en los catalanes y que haga posible la estabilidad de la legislatura».
Esta declaración estaba en la mente del presidente cuando el martes inició su contraofensiva. No la consiguió. Junts siguió cerrado en su no. Sin embargo, Nogueras pasó del portazo sin contemplaciones a la puerta cerrada sin pestillo. Para Moncloa, aunque no se había alcanzado el objetivo de atraer de nuevo a Junts a la senda de la mayoría, los neoconvergentes se mostraban dispuestos a escuchar y a ver para creer. Para Junts, fue una satisfacción que Sánchez hiciera acto de contrición reconociendo errores y que pusiera encima de la mesa –con reales decretos incluidos– diferentes cuestiones que Junts consideraba incumplimientos flagrantes. Para ambos, fue una bocanada de aire fresco. Para el PSOE porque podía acariciar de nuevo su idea de agotar la legislatura y para Junts porque Sánchez lanzó un salvavidas a su zozobra política porque su portazo en Madrid los dejaba en la irrelevancia en Cataluña donde el acoso de la ultraderecha catalana los tiene contra las cuerdas.
Los casos Cerdán, Ábalos y Koldo dejaban al Gobierno sin resuello en medio de un ensordecedor ruido político. El domingo, el PP congregaba a 40.000 personas que pedían su dimisión. El ministro de Fomento, Óscar Puente, se mofó de la escasa asistencia. Era su papel. Ciertamente no fue una manifestación masiva pero dejaba constancia de que la derecha sigue movilizada. En el Congreso, el punto y final de la legislatura la había escrito Junts con su política de bloqueo. Tanto que Feijóo movió pieza en la sede de la patronal catalana, Foment del Treball, pidiendo el apoyo de Junts a una moción de censura. Algo casi imposible para Junts porque su electorado prefiere a Sánchez como presidente. El apoyo a Feijóo es testimonial.
Con este panorama el presidente movió pieza en su tóxica relación con Junts. Si hace tres semanas decía sin ambages que el Gobierno había cumplido con sus compromisos con Junts, el martes se desdijo. Primero en RAC1, la emisora de La Vanguardia, y acto seguido en 2Cat, el nuevo canal de RTVE en Cataluña, que nació a petición de Junts. Con las audiencias a favor
–RTVE llegó a un 22,2% de share– Sánchez reconoció errores y anunció toda una batería de medidas que pudieran satisfacer a los de Puigdemont.
Ese mismo martes el Gobierno se puso manos a la obra y aprobó dos medidas muy concretas reclamadas por Junts, pero sobre todo por los ayuntamientos regidos por esta formación y cuyos alcaldes son críticos con Puigdemont por dejar al partido en la irrelevancia por la ruptura de relaciones con el PSOE. En concreto, las destinadas a facilitar y flexibilizar la posibilidad de que comunidades autónomas y ayuntamientos puedan utilizar sus superávit para acometer inversiones sostenibles, como las destinadas a vivienda o gestión de agua, juntamente con la prórroga del Verifactu y la vuelta a Cataluña de las competencias sobre empleo público que fueron retiradas por el Gobierno de Mariano Rajoy. Habrá más esta próxima semana. El fondo de ayudas a los propietarios por el impago del alquiler o la multirreincidencia –todavía está caliente el acuerdo PP-PSOE-Junts en esta materia– apuntan protagonismo, sin olvidar que el Ejecutivo está desclasificando papeles de la «Operación Cataluña».
Nogueras en su comparecencia se dejó querer. Como Santo Tomás quiere ver cómo el Gobierno rectifica para volver a creer. Sin embargo, Junts también necesita creer porque un cambio de Gobierno podría enturbiar cuestiones como la amnistía y, por ende, la vuelta de Puigdemont o el catalán en Europa. Tanto PSOE como Junts, por tanto necesitan ganar tiempo. Sánchez para poner una nueva marcha a la legislatura, con los presupuestos y la financiación como telón de fondo, y Junts para revitalizar su apuesta frente a Aliança Catalana con la vista puesta en las municipales. Y también para hacer frente a Salvador Illa porque Junts aunque es la segunda fuerza política su oposición es errática e incapaz de ser decisiva, algo que también pone en tensión a sus bases.
A ambos las encuestas no les son favorables. El PSC aguanta el tipo en Cataluña pero pierde votos con respecto a las elecciones de 2024. Junts cae en picado en Madrid y en Cataluña. De hecho, Puigdemont ha perdido el trono en la venta de caganers, la tradicional figura de las ferias navideñas en Cataluña. Y lo ha perdido a manos de Silvia Orriols, la líder de la ultra Aliança Catalana que también le ha pasado en los sondeos.
Las espadas siguen en alto, pero Junts y PSOE mantienen la incógnita sobre su relación. La puerta está ahora sin pestillo pero nadie la ha abierto. Ambos niegan conversaciones que cada día es más evidente que existen aunque, hoy por hoy, se desconoce quiénes son los interlocutores.
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