Instituciones penitenciarias

Incautados 12.900 teléfonos móviles a presos en los últimos cinco años

Algunos de los aparatos están en manos de reclusos muy peligrosos y son introducidos mediante drones

Teléfono que se intentó meter en una cárcel
Teléfono que se intentó meter en una cárcelAcaip

Los teléfonos móviles se han convertido en uno de los objetos más codiciados en prisión, lo que genera un mercado negro con graves consecuencias para el orden interno, según denuncia ACAIP-UGT. Entre 2020 y 2024, se han incautado un total de 12.882 terminales en los centros penitenciarios dependientes de la Scretaría General de instituciones Penitenciarias.

Sólo en 2024, se decomisaron 2.884 dispositivos, cifras que reflejan "una preocupante estabilidad en su presencia dentro de las cárceles. Las prisiones de Madrid III, Málaga I y Almería encabezan la lista de centros con más incautaciones en este periodo, con casi 700 terminales intervenidos en cada una".

"Desde ACAIP-UGT, queremos poner en valor el esfuerzo y compromiso de los empleados públicos penitenciarios que, a pesar de los medios limitados y la creciente sofisticación de los métodos de introducción, continúan trabajando intensamente para frenar este tipo de contrabando. Muchos de estos dispositivos son utilizados por internos especialmente peligrosos, como condenados por delitos de terrorismo, violencia de género o pertenecientes a bandas organizadas, cuyas comunicaciones están restringidas por motivos legales o deseguridad. El acceso a estos teléfonos no solo les permite continuar con su actividad delictiva, sino que también genera conflictos internos, deudas entre presos y episodios de violencia relacionados con su control y tenencia", subraya el sindicato.

"Los funcionarios deben hacer frente a esta realidad con medios claramente insuficientes. Los terminales, cada vez más pequeños y fabricados con componentes plásticos, escapan fácilmente a los detectores de metales y pueden esconderse en los lugares más insospechados. Esto obliga a realizar requisas exhaustivas que requieren formación especializada y suficiente personal, algo que hoy en día no se garantiza en todos los centros", denuncian.

Además, han surgido nuevos métodos de introducción que suponen una grave amenaza para la seguridad: los drones. Su capacidad de sobrevolar instalaciones y depositar objetos con precisión convierte a estos dispositivos en vectores de riesgo casi indetectables, capaces de burlar las defensas actuales de los centros. "Frente a este panorama, es urgente una inversión decidida en tecnología moderna de seguridad. Los inhibidores instalados hace años, basados en redes 3G, han quedado obsoletos ante el avance de las telecomunicaciones. Es imprescindible dotar a los centros penitenciarios de sistemas de inhibición actualizados que impidan el uso de teléfonos móviles en su interior y eviten que drones sobrevuelen zonas restringidas.

La seguridad en prisión es un requisito previo para la aplicación efectiva de los programas de reinserción. La introducción y uso de objetos prohibidos como los teléfonos móviles desestabiliza gravemente la convivencia, fomenta la violencia y socava los objetivos del sistema penitenciario. La lucha contra esta amenaza debe ser una prioridad para la Administración, dotando a los trabajadores de los medios humanos y técnicos necesarios para garantizar el orden y la seguridad en los centros".