
Detenciones en Almería
Y Juanma Moreno se puso serio: «Vamos a ser contundentes»
El presidente de la Junta reconoce su «estupor» con las detenciones en el PP de Almería y defiende su papel
Ha plantado «cientos de árboles» y tiene «tres hijos». Le faltaba escribir un libro. Pues ya está. Juanma Moreno presentó en Madrid su «Manual de convivencia», editado por Espasa. Lo hizo en la Cibeles, en un coloquio con Sandra Golpe, presentadora de los informativos de Antena 3, en el que desgranó su receta: «Hacer política sin broncas, sin ruido, sin elevar el tono y defendiendo los principios de uno». Una política «amable», que representa una «tercera vía» en España y cuyo espíritu atraviesa de la primera a la última página un ensayo escrito con tintes autobiográficos.
Fue al recordar un desayuno que mantuvo con Santiago Abascal en una habitación cuando el presidente de la Junta de Andalucía defendió la importancia del humor, tan característico de la tierra. «Es muy importante, el humor y una sonrisa, siempre estar sonriendo, es lo más bonito que uno puede regalarle a una persona».
Pero hubo un momento en el que se tuvo que poner «serio». Porque, a las puertas de las próximas elecciones andaluzas, con «los cañones de la Moncloa apuntando», una crisis de cribados de cáncer en la Sanidad y un escándalo de corrupción en Almería amenazan con complicarle, todavía más, su ya delicado sueño. Preguntó la periodista gaditana, con especial mimo, y después de un ligero reproche, «¿Pero no íbamos a hablar de mi libro?», entró en harina.
Hace dos días, el presidente de la diputación de Almería, que también lo es del PP provincial, el vicepresidente y un alcalde, fueron detenidos por una trama corrupta. Recibió la noticia «con estupor», confesó Moreno, que también admitió su tristeza. «Los casos de corrupción son muy tristes. Para la sociedad, para un partido, para las personas». Acto seguido, detalló: «Tomamos una decisión sin conocer el auto. Suspendidos de militancia a todos los afectados, vamos a estar pendientes». Según defendió, «el comportamiento que tiene el PP nada tiene que ver con lo que hacen» los «adversarios». Y prometió: «Vamos a ser contundentes si se demuestra que hay corrupción».
De la Sanidad, volvió a reconocer un «error grave» que le ha herido incluso en lo personal, insistió en las responsabilidades políticas que se han depurado, con cinco bajas de altos cargos, y se quejó de una «tormenta mediática» que sobredimensiona la «realidad» del problema. Porque, los argumentos de su gobierno, lamentó, «no han sido tenidos en cuenta».
También habló de polarización, de la próxima cita con las urnas. «No me lo están poniendo fácil». Y de Vox, la verdadera amenaza que pone en jaque su mayoría absoluta. «Vox quiere sustituirnos, cosa imposible, evidentemente no lo van a conseguir». Sobre el PSOE, aseguró, «no tiene opción de ser alternativa, ahora mismo no hay alternativa, forma parte del pasado oscuro». Por tanto, se produce una «confluencia» que al PP le «hace daño».
El principal culpable al que apuntó: Pedro Sánchez. «Ha tomado una estrategia política, inflamar a la sociedad». La estrategia del presidente del Gobierno, describió Moreno, consiste en «movilizar» a su electorado hasta que sea «impermeable a lo que diga el adversario». Una manera, añadió, «muy negativa, pésima, de mantener una posición política». La España del muro. Buenos y malos. Rojos y azules. «Sánchez siempre empuja al adversario, busca los puntos antagónicos, eso destruye vínculos entre los propios españoles».
A futuro, insistió en la importancia de «un cambio», liderado por Alberto Núñez Feijóo y, justo antes de confesarse como un «creyente con dudas», hizo sus cábalas sobre la posible fecha de las elecciones generales. «Serán cuando más le interesen a Sánchez. Si ve una ventanita de oportunidad para poder salvarse, lo hará. Si piensa que lo que viene en el ámbito judicial es peor, también lo hará». Y si «pensara en España», concluyó, «debería disolver». Él, entretanto, desechó cualquier aspiración nacional. «Ni harto vino». Su camino, recalcó, está en Andalucía. Tanto que confesó el «sueño idílico» con el que «hipoteca el presente». Una casita en su Málaga. No la Moncloa.
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