Terrorismo

"Sin Justicia", los 376 asesinatos de ETA sin esclarecer

Los periodistas Florencio Domínguez y María Jiménez han escrito una obra imprescindible para comprender la magnitud de la maldad de la banda que se niega a aportar datos sobre esos crímenes

"Sin Justicia", los 376 asesinatos de ETA sin esclarecer
"Sin Justicia", los 376 asesinatos de ETA sin esclarecerLa Razón

Un total de 376 asesinatos de los 850 cometidos por ETA están sin esclarecer. Sus autores no han sido sometidos a la acción de la justicia, una de las grandes tareas pendientes para las víctimas de la banda terrorista. Florencio Domínguez, periodista, director del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo; y María Jiménez, periodista y doctora en Comunicación por la Universidad de Navarra, donde es profesora, ponen en el libro “Sin Justicia” (Espasa), nombres y detalles y todos los datos disponibles sobre estas personas que fueron asesinadas por la banda criminal. Se trata de un trabajo imprescindible para comprender el dolor que aún persigue a cientos de familias españolas.

Analizan uno por uno cada atentado mortal que aún no se ha resuelto con una sentencia judicial. Ello implica que los verdugos de más de tres centenares de personas no han sido identificados o que, aun siéndolo, no han sido juzgados y condenados por sus delitos.

Uno de los datos fundamentales que viene a echar por tierra le falso mensaje, que aún persiste, de que ETA era una organización antifranquista, es el de que de esos 376 crímenes sin resolver, la mayoría, 312, fueron cometidos después de la Ley de Amnistía de 1977. Los terroristas que estaban pendientes de juicio o cumplían condena salieron en libertad. Pero la banda continuó con sus actividades delictivas, con una intensidad que no se había conocido durante el franquismo.

“De hecho, --escriben los autores--ETA cometió más del 90% de sus crímenes en democracia. El principal objetivo de la organización terrorista eran los miembros de las Fuerzas de Seguridad, que se erigían a sus ojos como la encarnación del Estado español y, por tanto, del enemigo. Durante aquellos años, no obstante, ETA comenzó a ampliar su diana y puso en marcha dos campañas de violencia de persecución: la «campaña antichivatos», que señalaba a supuestos colaboradores de las Fuerzas de Seguridad vinculados a las estructuras del régimen franquista, y la «campaña anti alcaldes», a los que acusaba de estar al servicio del franquismo”.

“Las Fuerzas de Seguridad, ancladas en las reglas de juego del régimen franquista, se vieron sorprendidas por la capacidad operativa de ETA, a la que llegaron a subestimar tras sus primeros atentados. Su inexperiencia en la lucha antiterrorista se hizo visible en las detenciones masivas, auspiciadas por los sucesivos estados de excepción decretados por el Gobierno. La falta de eficacia policial y judicial en estos años se manifiesta en las cifras: de los 66 asesinatos de ETA solo cuatro terminaron en una sentencia condenatoria. El 93% nunca fueron juzgados y, en muchos casos, ni siquiera hubo pistas que señalaran a los culpables. La aprobación de la Ley de Amnistía en octubre de 1977 paralizó las investigaciones en curso, anuló las órdenes de búsqueda y captura, puso en libertad a los acusados a la espera de juicio y extinguió definitivamente la responsabilidad penal sobre 62 asesinatos que llevaban el sello de ETA”.

Aunque todos los crímenes de ETA son terribles, los autores relatan todo lo referido al triple asesinato de tres jóvenes gallegos, a los que confundieron con policías, en Francia. Se trata de Humberto Fouz Escobero, intérprete; Fernando Quiroga Veiga, agente de aduanas, y Jorge Juan García Carneiro, 24 de marzo de 1973, en San Juan de Luz (Francia), donde fueron vistos por última vez. La banda, pese a los años transcurridos, no se ha dignado comunicar a sus familias el paradero de los cadáveres de estas personas y lo mismo ocurre con el que fue su compinche, Eduardo Moreno, “Pertur”.

El periodista Alfredo Semprún comenzó a publicar en el diario ABC el 26 de diciembre de 1973, una serie de artículos en los que se daban detalles de cómo se cometió el triple asesinato. Según su relato, un botellazo acabó, en un bar, con la vida de Humberto Fouz, cuyo cuerpo fue arrojado a la bahía de San Juan de Luz. Los otros dos jóvenes fueron retenidos en una granja de Saint Palais, hasta que el etarra Tomás Pérez Revilla decidió asesinarlos con sendos tiros en la nuca y enterrar sus cuerpos en los alrededores.

Las familias interpusieron una querella contra Pérez Revilla, a quien acusaban de homicidio, robo y asesinato. También señalaron a todos los miembros de ETA que Semprún había mencionado en sus informaciones: Tomás Pérez Revilla, Hueso; Manuel Murua Alberdi, El Casero; Ceferino Arévalo Imaz, El Ruso; Jesús de la Fuente Iruretagoyena, Basacarte; Prudencio Sudupe Azcune, Pruden; Sabino Achalandabaso Barandica, Sabin; Pedro Aquizu Leizarreta, Kepa, y Lucio Ochoantesana Badiola, Luken. La Policía hizo entonces algunas gestiones que aportaron nuevos indicios: el etarra Jesús María Muñoa Galarraga confirmó desde la cárcel de Burgos la existencia de una granja propiedad de ETA V Asamblea en Saint Palais, y Jesús María Zabarte Arregui, que después sería conocido como «El carnicero de Mondragón», admitió ante los agentes haberle preguntado a Pérez Revilla por lo ocurrido con los tres jóvenes gallegos: «Cuanto menos sepas del asunto, mucho mejor», dijo que le había respondido. El 28 de junio de 1984, Tomás Pérez Revilla falleció en la unidad de quemados del Hospital de Biarritz, 45 días después de haber sufrido un atentado de los GAL. Su papel en la desaparición de los tres jóvenes gallegos nunca ha llegado a aclararse.

Son tres casos de los 376 crímenes sin resolver que “Sin Justicia” detalla en una obra documentada e imprescindible en estos tiempos en los que algunos tratan de reescribir la siniestra historia de ETA.