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La conexión Bardají

La Razón
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Es moneda corriente en España, desde hace décadas, repetir que no existía un peligro real proveniente desde el flanco ideológico de la derecha más extrema, porque tras la muerte del dictador, esta corriente había dejado de existir en nuestro país de forma relevante. Parece evidente tras el renacer público de Vox el pasado día 7 de octubre en Vistalegre que esto ha dejado de ser así, si es que alguna vez fue cierto.

No se trata de buscar culpables, aunque no puedo dejar de entonar un ‘enhorabuena’ -irónico, por supuesto- a algún exceso verbal de la izquierda, sobre todo de Podemos, que ha alimentado el miedo entre algunas capas ‘bienpensantes’ de la sociedad española y otro más rotundo dedicado a algunos irresponsables líderes europeos, como el vicepresidente de mi país, Matteo Salvini, por lamentar en público que España fuera una excepción en cuanto a la eclosión de un movimiento ‘nacionalista-populista-ultraderechista’... entre todos, han contribuido a darle cuerpo.

ESPAÑA SÍ TIENE YA UNA ULTRADERECHA, ELECTORALMENTE ‘ARMADA’

¿Con peligro electoral? Ya veremos. de momento, la nueva ultraderecha española, se ha puesto de largo en el Palacio de Vistalegre. Vox, que fue creado en 2014, hasta ahora no había pasado de ser más que un grupúsculo marginal que en los últimos comicios generales apenas cosechó cuarenta mil votos... ¡casi diez veces menos que, por ejemplo, el Partido Animalista!

Lo visto en su último mitin indica que las cosas podrían cambiar. Ese cuento de que la extrema derecha que podía quedar en España desde los años ochenta estaba ‘confundida entre el ramaje’ porque le votaba al PP se acabó. Hay múltiples indicadores de ello, no siendo el menor de ellos el trasvase a las filas ultras, desde el PP y la FAES de Aznar, hasta la sala de máquinas de los de Abascal de ideólogos como Rafael Bardají.

BARDAJÍ: ‘EL COCINERO DE LOS ULTRAS’

Fundador del Grupo de Estudios Estratégicos, exasesor de ministros de Defensa como Serra, Trillo o Morenés, Bardají ha destacado siempre por sus duras posiciones prosionistas, ultracatólicas y muy críticas con los gobiernos socialistas, sobre todo el de Rodríguez Zapatero al que acusó de condenar a España a la irrelevancia internacional. Este extremeño de 59 años ha llegado a declarar públicamente que ‘si cae Israel, la próxima batalla la daremos nosotros’. En marzo de este año se fue, dando un sonoro portazo, del PP y se integró en el Comité Ejecutivo de Vox. Y, según parece, los nuevos cachorros de la ultraderecha española, le han recibido alborozados.

Bardají estuvo en fecha reciente en Washington y allí tuvo oportunidad de verse, cara a cara, con su inspirador: Steve Bannon. El hombre que llevó a Trump a la Casa Blanca y que ahora se encuentra ocupado en armar a la nueva ultraderecha europea en torno a ‘The Movement’, dio su bendición a Bardají e integró, de facto, a Vox dentro de los objetivos de ese movimiento. Viktor Orban desde Hungría o Marine Le Pen desde Francia ya están en esa onda. Matteo Salvini por supuesto también, ya que de hecho trabaja codo con codo con Bannon desde Roma hace ya meses. Italia es para Bannon una auténtica base logística para armar su proyecto y convertirlo en paraguas debajo del cual encuentren cobijo, inspiración y dinero todas las formaciones de extrema derecha europea. Es de suponer que el exideólogo de Trump haya ilustrado y entrenado, con su estilo maquiavélico, a Bardají también sobre la parte de sus trabajos que tiene que ver con su aproximación y admiración al ala más integrista de la Iglesia Católica: la que critica de forma inmisericorde al Papa Francisco, capitaneada por el purpurado y ortodoxo estadounidense Raymond Burke, y quienes trabajan de forma acelerada y ambiciosa para la creación de una denominada Academia del Occidente Judeo-Cristiana, con sede simbólica en la cartuja de Trisulti, a 130 kilómetros de Roma, destinada al adoctrinamiento y la futura formación de líderes con valores antiliberales y marcadamente populistas.

EL DESPERTAR DE LOS DESENGAÑADOS

A la eclosión y el ‘cuaje’ de este partido, ha contribuido también, y no poco, la propia formación de la calle Génova. Yo sí que siempre he sostenido que, de sus siete millones de votantes, en torno a un millón y medio estaban claramente escorados muy a la derecha. Y allí se sentían amparados. Pero las últimas diletancias de Mariano Rajoy con respecto, fundamentalmente al órdago catalán, ‘han despertado a la bestia’. No es baladí que Bardají se apoye en la necesidad de frenar la propaganda secesionista catalana a nivel internacional como uno de los pilares de su necesaria colaboración con los de Vox.

El pasado día 7, en Vistalegre, los ataques más duros del nuevo aspirante a Salvini español, Santiago Abascal, exdirigente por cierto del PP, fueron contra sus antiguos compañeros: ‘La derechita cobarde’, llamó Abascal a los de Casado. En realidad, para estos nuevos ultras, los enemigos son todos los demás, ya sean de izquierda, extrema izquierda, centro o centro derecha. Ellos, y este es un rasgo básico de todos los populismos, se consideran los depositantes únicos de las esencias de la Nación, a la que deben proteger ‘como a una madre’. No es baladí que la palabra más repetida en todos sus eslóganes sea siempre ESPAÑA.

Como es corriente en estos movimientos, los mensajes con directos, cortos, rápidos, afilados como cuchillos, duros... ‘Gobierno traidor’ (el de Pedro Sánchez, al que culpan de haber ‘vendido a España’ a los nacionalistas e independentistas, condenas a quienes ‘quieren trocear nuestra Nación’ o la profusión de frases ‘bélicas’ como la de ‘bienvenidos a la resistencia’, como suelen comenzar sus mítines. Estábamos ya acostumbrados a este lenguaje en Alemania, Austria, Italia, Francia, Reino Unido (UKIP)... y ahora, también en España.

Sus propuestas son simples, aunque los problemas sean muy complejos; suprimir las autonomías, controlar las fronteras -concepto este último que Bardají repite constantemente- o ‘vigilar las denuncias falsas por violencia de género’... en su último artículo, el citado ideólogo se refiere a las feministas como ‘feminazis’.

‘ULTRA-CONTRADICCIONES’

Lo cierto y verdad es que, aparte de constituir en mi opinión y en la de muchos un peligro real, son muy contradictorios porque encarnan todo lo que afirman odiar: demonizan a los nacionalistas, pero ellos son también unos ultranacionalistas (españoles) de manual; rechazan al individuo y a su racionalidad, a la que consideran atea, masónica y anticristiana, pero en el fondo hacen gala de un egoísmo y una insolidaridad brutal, como se ve con un simple vistazo a sus propuestas ‘sociales’ o migratorias.

Estos salvapatrias consideran en realidad como enemigos a todos aquellos que no asuman sus ‘valores’. El ‘traidor’ gobierno socialista, los ‘comunistas’ de Podemos, los ‘tibios amorales’ de Ciudadanos y esa ‘derechita cobarde’, como ya dije, de Casado y los suyos. A ella culpan, tanto como al PSOE, de los males que han ‘destrozado España’. Hablan del necesario ‘despertar de España’ y llaman a todos los patriotas y hombres y mujeres de ‘buena fe’ a que les voten suponen que quienes no lo hacen -no lo hacemos- somos ‘gentes de mala fe’).

Hay algún ingrediente más, que adoba con un cierto corte folclórico a este resurgimiento de los ultras: son muy aficionados a la exaltación de las gestas históricas en las que España fue grande, ya sean medievales, como las del Cid Campeador, o más modernas, como el descubrimiento de América. El número dos de Vox, Javier Ortega, glosó en su intervención previa al discurso de Abascal en Vistalegre la victoria contra los turcos en la Batalla de Lepanto de 1571. Todo moderno y actual, como se ve.

¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?

Hasta aquí, el peligro. No nos engañemos; hablamos de un grupo que sigue siendo marginal pero que aspira a crecer. Su ‘potencia de disparo’ parlamentario, por el momento, no alcanza más allá de uno o dos escaños. Pero sus daños colaterales pueden ser de consideración, siendo el principal de todos ellos la capacidad que pueden llegar a alcanzar de ‘marcar’ la agenda política de los grandes partidos, sobre todo del PP y de influir en los mensajes del PP de Casado, al que podrían obligar a una cierta radicalización, ‘para no perder parroquia’. Convendrá ir fijándose en las posiciones de este nuevo PP en materia migratoria o el endurecimiento de su discurso en torno al contencioso catalán y la exigencia de una reedición de un 155 más duro que el que aplicó Rajoy.

Vox incide en una idea que es capital: que los potenciales electores no se dejen llevar por la idea del ‘voto útil’ y que no se entreguen, una vez más, al PP. Si esta idea llegara a calar, cosa que a día de hoy no contemplo como verosímil, el salto podría llegar a ser de considerable magnitud, en función del efecto multiplicador de la ley electoral española, que penaliza a los pequeños pero que, de igual forma, puede otorgar un cierto número de escaños en provincias pequeñas con un leve crecimiento de votantes una vez que se rebasa el límite de un 15 por ciento de sufragios, más o menos.

¡Ojo a esto! Insisto, no lo valoro como una posibilidad inminente. Sí considero su influencia en la expectativa de voto del resto de formaciones; Vox favorece, claramente, al PSOE y penaliza al PP y a Ciudadanos porque divide el voto de la derecha. Esperemos que el trabajo de gentes como Bardají o Bannon no convierta a Vox en una cuña que opere de forma similar en el PP a como lo hizo Podemos en el PSOE en 2015. Lo que si está claro que ‘The Movement’ quiere desestabilizar desde dentro la Unión Europea dinamitando sus valores base con la entrada masiva de la extrema derecha en sus instituciones en la Elecciones Europeas de 2015. Evidentemente Vox a corto plazo no tiene ninguna esperanza de alcanzar cotas de poder como las de Le Pen en Francia o Salvini en Italia, sin embargo es un pilar más en un país europeo que clave para construir su proyecto y destruir la EU tal y como la conocemos hoy.