Castilla-La Mancha

La limoná de las tierras del Quijote

Ciudad Real vive hoy la XLIV edición del Concurso de Limoná, un acto multitudinario que sirve de pórtico al gran día de la Pandorga

La limoná de las tierras del Quijote
La limoná de las tierras del QuijoteMonty

Si Sancho sabía apreciar algo era el vino… Luego, andada la novela, descubrimos su excelente juicio como gobernador de la Ínsula de Barataria… Pero en la mayoría de pasajes del Quijote en los que a Sancho se le ve feliz, el buen vino de La Mancha está presente. Algo parecido pasará hoy en una de las capitales de esta comarca enorme, extensísima, la mayor superficie de viñedo de Europa. Hoy se utilizará el vino para alumbrar otra bebida, también típicamente manchega, la limoná. El vino blanco con limón, hielo y algo de azúcar. Para las tremendas y cálidas tardes de julio y agosto que caen a plomo sobre las aceras.

«Ramón Barreda fue quien ideó el concurso de limoná en 1979… Los primeros años se hicieron en la Plaza Mayor, aunque luego fue cambiando de ubicación hasta pasar por el Parque de Gasset o los jardines del Prado», señala Rafa Cantero, historiador local de Ciudad Real. Ramón Barreda, hermano de quien fue presidente de Castilla-La Mancha, ocupó diversas responsabilidades a lo largo de su vida pública en la ciudad, siempre muy vinculado al movimiento asociativo, cultural y popular.

«En realidad, la limoná es vino blanco con limón, cáscara de limón, algo de azúcar y el hielo para mantener fresca la bebida… Es distinto de la zurra, que es de la zona más céntrica de la Mancha… Pedro Muñoz, Socuéllamos, Alcázar o Tomelloso, donde allí se hace con vino tinto y fruta de hueso», explica Cantero.

Lo cierto es que el concurso de limoná se ha convertido en uno de los grandes acontecimientos del verano en Ciudad Real, que enfila ya una de sus festividades más populares, la Pandorga. «El último día del mes de julio/se ensalza la tradición/se unen los pueblos del coto manchego/para cantar a su son…» Así comienza el himno que compuso Javier Segovia, oriundo de Ciudad Real, culipardo, cuya corta vida fue pareja a su fructífera producción musical. Estos días su letra se escuchará en cada rincón de la capital manchega. «¡Pandorga, mi pueblo cantará!».

El origen de esta festividad se relaciona con las ofrendas a la Virgen del Prado

Una festividad cuyo origen se remonta a las ofrendas que hacían los pueblos de toda la comarca a la Virgen del Prado, advocación mariana con miles de fieles y devotos en la Mancha. La entrega de los frutos de la tierra en una población eminentemente agrícola dio pie después a una de las fiestas más populares de la Mancha, la comunidad autónoma e incluso de España. En poco más de dos días, miles de personas pasarán por Ciudad Real, beberán limoná, tomarán el «puñao» de garbanzos torraos, vestirán los trajes típicos manchegos y lucirán su pañuelo de yerbas anudado al cuello. Eso es la Pandorga.

Sobre el origen del término y su etimología hay diversas interpretaciones y poco acuerdo entre los especialistas, pero lo que sí es claro es el origen mariano de la celebración en torno a la Virgen del Prado. De ahí que el propio concurso de limoná se realizara durante muchos años en torno a la Catedral, hasta que la magnitud del evento y el número de participantes aconsejaron trasladarlo al Recinto Ferial.

Miles de personas toman esta bebida y un "puñao" de garbanzos torraos con el pañuelo de yerbas al cuello

La aceptación es tan numerosa que el Ayuntamiento de Ciudad Real tuvo que idear hace algunos años el concurso de limoná sin alcohol para los menores de edad, que querían emular a sus padres y las cuadrillas que formaban para pasar una tarde de compañerismo y camaradería.

Los mejores instrumentos para realizar una buena limoná son el lebrillo de barro donde debe echarse el vino y picar la cáscara de limón, proporcionar el azúcar y guardar el hielo para mantener la bebida fría cubierta con un trapo de tela si hiciera falta. A partir de ahí, una buena merienda para atacar la tarde manchega hasta que se junte con el anochecer.

Ciento cincuenta cuadrillas y asociaciones se han apuntado en esta edición al concurso de limoná. El pique entre ellas es legendario, pues todos quieren sobresalir en un arte que se hereda de padres a hijos. El punto último de la limoná es el toque de azúcar, que no debe ser excesivo, y el frío, fundamental para que la bebida cumpla su cometido refrescante. Eso sí, con mesura, cuidado y moderación. La limoná de la Pandorga ya riega de nuevo los gaznates manchegos bajo el tórrido calor de julio y agosto.