Extremo centro
Entre mentiras y chorradas
Empieza el curso político. Y como vuelve septiembre pues vuelven también los eventos, la promoción de debates delirantes y las ideas más peregrinas
Tiene algo de gracia que quien no tiene mayoría para aprobar unos Presupuestos se pueda presentar a exigirle a los demás un consenso. No sé cómo se tomaría este teatro María, que ha perdido una hectárea de castaños que no volverá a ver crecidos en lo que le queda de vida. Si le explico que nuestro presidente del Gobierno le anda contando a los españoles que hace falta un pacto de Estado para meter desbrozadoras a limpiar los montes.
Repitió en su evento varias veces, como dejando ver lo listos que son, orgullosos y ufanos, que en el año 2020 «declaró la emergencia climática».
Se le olvidó reconocer que esa declaración no evitó que en el 2022 el fuego arrasara más de 300.000 hectáreas, 200.000 de ellas en Asturias. Tras ese gran incendio los montes quedaron limpios durante unos años. Hasta que en 2025 volvió a suceder lo esperable en un campo que cada vez es más hostil para los paisanos que lo trabajan.
Escuchar al promotor del Muro apelando a la importancia de los consensos políticos en la España de 2025 produce una extraña sensación de irrealidad. Pero fue breve, porque como siempre le duraron poco hasta las buenas palabras. El presidente pasó rápido a lo de acusar de «bulosfera» a aquel que no le da la razón en su delirio. Sánchez se arremangó para hacerle la guerra al negacionismo y se puso a esparcir la mentira académica, metodológicamente fraudulenta y que se ha producido a petición de la estrategia de comunicación del Gobierno, de las 20.000 muertes por calor. El mismo día la televisión pública afirmaba que las tasas de criminalidad han caído a los niveles más bajos de nuestra historia.
El ser humano nunca ha detenido un ápice de su naturaleza salvaje, pero es cierto que alrededor del año 2000, solo en ese pequeño lugar entre Europa y Estados Unidos, se pudieron afirmar cosas tan rotundas sobre el sentido creciente de la seguridad global.
Con un cuarto de este siglo recorrido se puede reconocer la evolución negativa de la inseguridad de nuestras sociedades. Desastres, masacres, violencia... Si es que hemos vivido el fin de los tiempos, y tal como parece vuelven otros más oscuros y pesimistas. Qué tipo de idiota se lanza en mitad de esta tormenta de resultado incierto a afirmar que tiene claro que estamos ante las tasas de criminalidad más bajas de nuestra historia. Sólo un propagandista puede hacerlo.
Necesitamos realidad, y lo que tenemos es peticiones de consensos y a la influencer Rivers repitiendo palabra por palabra eslóganes políticos que parecen un copy de Pablo Iglesias. Necesitamos normalidad y tenemos a Greta y Colau queriendo inaugurar la American Cup Genocidi Festival, con una regata hasta Gaza.
Aunque ya sabíamos que lo único que aumenta la preocupación de los políticos y los hace más sensibles a las políticas de igualdad es que ellos sean padres o madres de hijas. Después de una década intensa sobre la matraca de cómo la feminización de la política iba a mejorar la vida de las mujeres ya tenemos datos comparativos que recogen que no ha sucedido nada de eso. La «feminización de la política» sólo ha significado la extrema politización de algunas mujeres. Porque las mujeres poderosas son antes que cualquier otra cosa personas poderosas. Su solidaridad es hacia el ejercicio del poder.
Durante décadas la democracia liberal protegía las credenciales de sus intermediarios mediante sus abrumadoras cifras de desarrollo. Aquel mundo generaba tanto crecimiento y tanto bienestar para millones de personas que a nadie parecía importarle qué mentiras pronunciábamos en público.
Pero si a este mundo vuelve un sensato fatalismo, que nos empuja a pensar mejor en cómo embridar la naturaleza humana. Habrá que aprender a hablar de nuevo. En términos más concretos y menos abstractos. De cuestiones más cercanas y expresando ideas con formas más cotidianas. Por ejemplo, podríamos decir: las llamas nacen de la negligencia, crecen por la despoblación y se expanden gracias al clima extremo.
Empieza el curso político. Y como vuelve septiembre pues vuelven también los eventos, la promoción de debates delirantes y las ideas más peregrinas. Vivimos entre mentiras y chorradas. O entre chorradas que son mentiras.
La industria del bulshito demuestra que está en absoluto crecimiento en términos de producción, que no de audiencia. Porque son las mismas plataformas, con la misma gente, haciendo las mismas estúpidas performances. Una y otra vez. Hasta que alguien coja una piedra y rompa el cristal.