Choque diplomático

El miedo a Trump se instala en Moncloa

Robles vira y admite que España tendrá que gastar más. Pese al gesto de la UE, la diplomacia avisa: «Se está poniendo muy difícil»

Sánchez insiste en no aumentar el gasto en defensa al 5% tras su "intercambio muy cordial" con Trump
Sánchez insiste en no aumentar el gasto en defensa al 5% tras su "intercambio muy cordial" con TrumpEuropa Press

En Moncloa se están quedando sordos. No hay nadie capaz de apagar la alerta roja que suena en el complejo presidencial desde la noche del martes, cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, emprendió contra España con una dureza desmedida por no elevar al 5% del PIB el gasto militar. No habían pasado ni 24 horas desde el apretón del presidente, Pedro Sánchez, con el mandatario estadounidense en Egipto, durante la cumbre de la firma de la paz en Gaza. Lo cierto es que Trump lleva semanas buscando las cosquillas a Sánchez.

Primero jugó con la idea de expulsar a Madrid de la OTAN –algo irrealizable que el Gobierno vio como una ocurrencia–, luego fue la pulla a Sánchez en plena cumbre –también por el presupuesto en defensa–, y el colofón fue el martes. Trump dejó constancia de su gran cabreo con España y se abrió a castigar de alguna forma al país, incluso con aranceles a medida.

Esa ola de Washington, que el Gobierno no vio venir, ha provocado un tsunami en Moncloa, según ha sabido este diario por varias fuentes gubernamentales. El mayor temor de Sánchez es verse obligado por el poder estadounidense a ejecutar un drástico recorte del Estado del bienestar para satisfacer la demanda de Trump y de la propia OTAN, cuyo secretario general, Mark Rutte –un viejo adversario de España en las negociaciones europeas durante la crisis económica–, también apretó a Sánchez para que se rasque el bolsillo.

El líder socialista, que no olvida que la muerte política de José Luis Rodríguez Zapatero fueron precisamente los recortes para sortear aquella crisis, no quiere, en forma alguna, caer de la misma forma. Pero fuentes diplomáticas de alto nivel, conocedoras como pocos de los entresijos de las relaciones internacionales, advierten a LA RAZÓN de que a Sánchez «se le está poniendo muy difícil» el lío del gasto militar.

Estas mismas fuentes reconocen que, pese a que Trump «es mal enemigo», «hay que hacerle caso». De manera que el Gobierno progresista, que coquetea con la idea de que sea un hipotético gobierno de la derecha el que emprenda esos recortes en el futuro, se está empezando a quedar sin escapatoria. «Con todo lo que hace Trump, viene a decir que tiene el poder para imponer a un gobierno de izquierdas posiciones contrarias a sus intereses y a su visión política», explican las fuentes consultadas.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, consciente de que Madrid se está empezando a quedar sin oxígeno, lanzó ayer un mensaje para intentar aplacar a la fiera estadounidense: España se abre a gastar más del 2,1% del PIB. Fuentes oficiales del Ejecutivo, intentan restar importancia a la afrenta diplomática de la primera potencia del planeta y se amparan en la Unión Europea, ya que Estados Unidos negocia con los 27 como bloque comercial y consideran que Washington no tiene capacidad de incrementar el arancel solo a Madrid sin molestar a Bruselas. Incluso alguna ministra de peso en el Gobierno despachó ayer el asunto explicando al personaje: «Es Trump en estado puro».

La Comisión Europea salió en defensa de España. «Responderemos adecuadamente, como siempre lo hacemos, ante cualquier medida tomada contra uno o más de nuestros Estados miembros», dijo el portavoz de Comercio, Olof Gill. El problema es que la propia Comisión está molesta con la posición española. Cabe recordar que la propia presidenta, Ursula von der Leyen, ya puso encima de la mesa el 3% como baremo para los países miembros. La Unión también necesita reforzar sus capacidades defensivas gastando más. La amenaza rusa y la impredecibilidad de Trump han dejado desamparado al Viejo Continente.

Europa tiene que rearmarse como nunca en ocho décadas: construir un mando común, una estructura militar única y disponer de armas homologables que hablen el mismo idioma, porque en estos momentos hay 27 arsenales distintos que carecen de interoperabilidad. Y todo indica que España y el resto de países europeos se van a ver obligados a hacer recortes en su gasto público para cumplir tan colosal empresa. Von der Leyen bautizó el plan con el que quiere movilizar hasta 800.000 millones: Rearm Europe. Pero a Sánchez le ha pillado en fuera de juego diplomático.

«El presidente tiene serios problemas. Jugará a quitarse presión con gestos y anuncios, pero, por ahora, no hará mucho de manera efectiva», explica un ex alto cargo diplomático del Gobierno. Sánchez no puede liderar la escalada armamentística que han abrazado Francia, Alemania o Reino Unido. El Gobierno juega a la confrontación con Trump con fines domésticos, en la creencia de que plantar cara al presidente más poderoso del planeta provocará el aplauso unánime de los votantes progresistas. Pero la «realpolitik» llama a la puerta de Moncloa.