
Tomás Gómez
No pienses en un elefante
La distribución del control de la energía determinará un nuevo orden geoeconómico y geopolítico

En una conversación sobre el apagón, con un brillante profesor y analista geoeconómico, afincado a caballo entre Nueva York y Madrid, me apuntaba la necesidad de hacer la lectura correcta para entender en qué punto nos encontramos. Es conocido que la guerra se está librando entre EE UU y China por el control tecnológico y que, para ello, es necesaria gran cantidad de tierras raras, así como importantes cantidades de energía.
Quien controle la energía será el amo del futuro, y el episodio del lunes podría tener toda la pinta de ser el último botón de muestra de cómo podría ser la rutina cotidiana de los países que no han desarrollado sistemas de producción energética. Europa es vulnerable y no cuenta con un plan tecnológico, energético ni militar que le asegure no quedar al albur de los países que la producen. Lo observamos en 2022, en la guerra de Ucrania, cuando se puso en riesgo la producción de Alemania por el cierre del flujo de gas ruso. La alternativa germana fue cambiar de proveedor e importarlo de EE UU y Emiratos Árabes.
La distribución del control de la energía determinará un nuevo orden geoeconómico y geopolítico, y si la posición europea es débil, la española es dramática. El lunes, el Gobierno tardó cuatro horas en dar una explicación, y cuando Sánchez compareció, generó más inquietud por lo que calló que por lo que dijo. Como en el archiconocido libro de Larkoff «No pienses en un elefante», cuando las autoridades han intentado desviar la atención de un supuesto ciberataque, han logrado lo contrario. En su tercera comparecencia atacó a las compañías y arremetió contra la energía nuclear, como tiempo atrás atacó a los jueces o a las universidades privadas.
Es obvio que si hay cuestiones de seguridad nacional en juego, no va a transmitir toda la información de que dispone, pero tampoco puede usar el miedo para sus intereses.
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