Ley del «solo sí es sí»
El PSOE recela de la oferta de diálogo de Podemos: «Es una ficción»
Niegan haber recibido un nuevo documento y creen que Podemos busca responsabilizarles de la falta de acuerdo
La relación entre PSOE y Unidas Podemos está, desde hace días, instalada en la batalla del relato y no en el terreno de la negociación. La falta de acuerdo –después de tres meses de conversaciones y análisis sobre las revisiones de sentencias de los distintos tribunales a agresores sexuales– se saldó con la decisión por parte de los socialistas de no esperar más y registrar en solitario su propia reforma para la Ley del «solo sí es sí». «Había que actuar, porque estábamos ya en un callejón sin salida», señalan desde el PSOE .
Fuentes de la negociación aseguran que la falta de avances y la constatación de que Igualdad no quería cambiar la ley, llevaron a dar este paso. «No podíamos dejar que el problema nos consumiera», señalan. Con el registro de la proposición de ley y ante la «falta de consenso» dentro de la coalición, el PSOE elevaba el debate al Congreso de los Diputados, para que sean ya los grupos parlamentarios y no las ministras –de Justicia e Igualdad– los que pilotasen las conversaciones.
Sin embargo, en Unidas Podemos no están de acuerdo en haber cedido el control de las negociaciones de su ley estrella, conscientes de que –al trascender del Ejecutivo al Congreso– la aritmética parlamentaria les perjudica y pierden capacidad de influencia. Los cambios pueden salir adelante sin sus votos, si el PP da su apoyo como ya ha avanzado. Por esta cuestión, los morados llevan pujando desde hace días por devolver la negociación al terreno del Consejo de Ministros para intentar alcanzar un acuerdo. Acusan a los socialistas de haberse levantado de la mesa y, como sus llamadas no han tenido el efecto perseguido, ayer revelaron que habían remitido una nueva propuesta a Justicia. La séptima.
Fuentes socialistas consultadas por este diario desconocen la citada propuesta y niegan haber recibido novedad alguna. «Pues llevamos más de seis y las han recibido», respondió la titular de Igualdad en los pasillos del Congreso. Por su parte, las citadas fuentes despachan como «seis folios» o «seis trabajos» los documentos que les han hecho llegar durante la negociación, cuestionando la solvencia jurídica de los mismos. De hecho, en la parte socialista del Gobierno animan, desde un principio, a los morados a que hagan públicas sus alternativas legales a la proposición de ley del PSOE para conseguir revertir las rebajas de penas a agresores sexuales que se están produciendo.
En este punto hacen especial hincapié desde Ferraz. Hay dos objetivos: mantener el consentimiento en el centro de la norma y evitar más revisiones de sentencias en el futuro. Los socialistas aseguran que no existe otra alternativa que incluir la violencia, la intimidación o la anulación de la voluntad para conseguirlo y llaman a que Igualdad exponga su fórmula de manera clara a la opinión pública. «Más allá de decir que hay una discrepancia política no han ofrecido ninguna solución», se quejan. Y creen que, si no lo hacen, es porque son conscientes de que lo que proponen no tiene «la seguridad o el rigor jurídico suficiente».
En este punto, ante la falta de alternativas, el PSOE denuncia que sus socios se han instalado en la batalla del relato y buscan desacreditar la posición socialista. Definen como una «ficción» la vocación de negociación de sus socios, porque lo que buscan es trasladarles la responsabilidad de que no fructifique el acuerdo. Un acuerdo que demandan el resto de partidos que componen el bloque de investidura para prestar sus votos a la reforma. El malestar en las filas socialistas va en aumento ante la actitud inmovilista de Podemos en la mesa de negociación y la escenificación de cara a la galería de que quieren pactar.
Más allá de lo que algunos definen como «la lucha por el relato», existe una profunda preocupación por el calibre que está adquiriendo esta crisis dentro del Gobierno y la imagen que se proyecta de la coalición. El último movimiento de los morados que– junto a otros socios como ERC o EH Bildu– forzaron llevar a la víspera del 8-M la toma en consideración de la reforma del «solo sí es sí» se ha leído en clave interna como un «desafío» al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que dio la orden directa y expresa –en público y en privado– de «resolver el problema cuanto antes». Tampoco gustó que Irene Montero aprovechase ayer unos segundos de su intervención en la sesión de control al Gobierno para seguir elevando la presión. «Quiero dedicar los últimos segundos a dirigirme a la Cámara. Creo que tenemos que alcanzar un acuerdo antes de que ese debate llegue a este Pleno», dijo.
Los socialistas no comparten el enfoque de sus socios, lo consideran una «batalla perdedora» y llaman a «arreglar» el problema cuanto antes, conscientes de que este contexto es «autodestructivo» para la coalición, porque desmoviliza al electorado progresista, opaca la agenda legislativa del Gobierno y da munición al PP para desgastar al Ejecutivo. Sin embargo, en el PSOE han optado por sucumbir al calendario que les han impuesto sus socios y no prevén –pese a que ayer los populares les tendieran la mano para ello–acelerar los tiempos. Se resignan a dejar abierta la cuestión hasta el 7 de marzo y a no tener aprobada la reforma –veremos con qué apoyos– hasta después de Semana Santa y a un mes escaso de las elecciones municipales y autonómicas con el coste que ello conlleva.
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